
EL EJEMPLO JAPONÉS
Ya se incrustó en la historia el terremoto que remeció la región de Sendai, en Japón, aquel 11 de marzo de 2011. Ha sido el más violento que registra la historia de ese país. Dicen que fue tan intenso que hasta las gallinas daban los huevos revueltos. Sin embargo, todo episodio -por dramático que sea- sirve para aleccionar o sacar conclusiones edificantes.
Los saqueos, algo tan recurrente después de los terremotos en otras sociedades… ¡en Japón no se dieron! Por otra parte, este país demostró asombrosamente estar bien preparado para una falla tectónica de estas dimensiones.
El sismo causó relativamente poco daño directo a los edificios, incluso en Sendai, merced a las estrictas normas de construcción dispuestas después del terremoto de Kobe en 1995, que mató a 6 mil personas. Le invito a pensar en el caso de Chile… y saque usted -amigo lector- sus propias conclusiones.
Durante muchos años, Japón fue una especie de isla respecto del mundo. La primera apertura fue el resultado de la famosa incursión del comodoro Matthew Perry en la bahía de Tokyo, en 1853. Hasta la llegada de Perry, Japón había sido extremadamente selectivo en sus relaciones con el mundo exterior. Más tarde, aprendieron que el planeta es una comarca mundial, imitando lo mejor de cada país que miraban como ejemplo.
Japón lleva décadas con una tasa de empleo de no más del 5 por ciento. ¿Cómo es posible que una economía -varias veces zarandeada- provea tanto empleo? La respuesta la podemos encontrar en la educación cívica (léase cultura japonesa). Las grandes empresas de renombre, consideran que es su deber ofrecer la mayor cantidad de empleos posibles y no despedir a nadie.
Ahora, para que las empresas cumplan este ambicioso desafío, los trabajadores aceptan salarios flexibles. Por ejemplo, en tiempos de “vacas flacas” no reciben bonos, que para muchos de ellos representan el 30% de su renta anual, y hasta aceptan que se reduzcan sus horas laborales. Es decir, los empresarios se desprenden porque saben que sus trabajadores son fieles.
Harto distinto a Chile, donde muchos empresarios abusan ante la tendencia al robo y a la pereza del trabajador. El PBI de Japón puede continuar creciendo, porque su economía es, tal vez, la más tecnológicamente avanzada del mundo, y la más innovadora. Eso sí, las marcas japonesas ya no dominan el mercado de consumo como antaño. Y es que los Hyundai coreanos son tan buenos como los Toyota, y el iPod de Apple ha dejado obsoleto al walkman de Sony.
Pero la cultura japonesa no se detiene en su mirada innovadora, y hoy en día están favoreciendo a una mayor inmigración extranjera. No obstante, los más ardorosos defensores de la inmigración (Kato y Kojima, entre otros) propugnan una INMIGRACION SELECTIVA, al estilo suizo. Ello, aumentaría el número de inmigrantes que trabajen en Japón y les permitiría permanecer más tiempo, aunque tendrían contratos laborales antes de ingresar al país y marcharse con la finalización de los contratos.
Luego de escribir estas líneas… ¿no cree usted, amigo lector, que tenemos más de “alguna cosita” que aprender de Japón?
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