«El Socialismo «Democrático» se está tomando el gobierno, esto, más el rechazo a la Reforma Tributaria, ¿llevará al gobierno a Cambiar los ejes de su programa?»

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EL PLEBISCITO DEL 4 DE SEPTIEMBRE Y LAS FISURAS EN EL SISTEMA DE PARTIDOS POLITICOS

Marcelo Espinoza Chávez

Administrador Público y Cientista Político, Universidad de Chile.

El próximo plebiscito constitucional del 4 de septiembre enfrenta dos visiones contrapuestas sobre el papel del Estado en la sociedad, que en lo sustancial pueden resumirse en más o menos participación del Estado en una economía de mercado.

En otras palabras, un Estado subsidiario (Constitución de 1980) y un Estado social de derechos (propuesta constitucional de 2022). Estado subsidiario es aquel en que las decisiones quedan bajo tuición del mercado, incluyendo la producción de bienes y servicios, como también la provisión de las necesidades sociales de educación, previsión, salud y vivienda; estas necesidades de los ciudadanos pasan a ser mercancías que se transan en el mercado y dependen de la capacidad de pago. En el Estado Social de Derechos, estas necesidades sociales pasan a ser un derecho que el Estado se compromete a satisfacer para todos los ciudadanos, independiente de su capacidad de pago. Es la disyuntiva principal del plebiscito, que ha sido invisibilizada por una discusión bastante desleal sobre el contenido de diversos artículos. Hemos discutido sobre tal y cual artículo y no sobre los conceptos matrices, la orientación o visión de país subyacente en la nueva propuesta constitucional. El debate democrático ha sido intencionalmente desvirtuado y empobrecido.

La controversia sobre el papel del Estado en el Chile post dictadura se hace presente hace muchos años, en 1998 en la controversia entre Auto Flagelantes y Auto Complacientes al interior del conglomerado gobernante de la Concertación. Un sector comienza a plantear que están administrando el sistema neoliberal del Estado subsidiario, en vez de transformarlo. Esta discusión lleva entonces nada menos que 34 años.

Con los años esta controversia se ha ido profundizando y expandiendo en la sociedad, dejó de ser una inquietud entre dirigentes e intelectuales y llegó a expresarse en las calles el 2019 durante el estallido social. Las demandas insatisfechas de los más amplios sectores de la ciudadanía, en cuanto a salud, vivienda, pensión y educación, medio ambiente, dicen relación con un Estado y un sistema político incapaz de satisfacerlas.

El concepto de fisuras o clivajes en el sistema de partidos

Los autores Lipset y Rokkan (Cleavage Structures, Party Sistems, and Voter Alignments: An Introduction, 1967), luego de analizar la conformación histórica de los partidos políticos europeos, plantean su tesis de los clivajes o fisuras históricas en la conformación de dichos partidos, los que surgen, se organizan y permanecen a partir de lo que llaman profundas fisuras generativas en la sociedad, determinados quiebres históricos. Los partidos políticos que surgen desde estas fisuras tienden a permanecer.

Se ha discutido en la literatura si esta tesis es válida para los partidos políticos en América Latina, en donde los partidos nacen y mueren en medio de un sinnúmero de golpes de estado, de caudillos de todo tipo, en medio de miserias y desigualdades, y constantes interrupciones del sistema democrático. Respecto a Chile, dado su desarrollo institucional y político, hay consenso en la academia en que la tesis es valida para la conformación de nuestro sistema de partidos.

Para los autores Samuel Valenzuela y Arturo Valenzuela, los partidos políticos chilenos tienen su origen en dos fisuras generativas fundamentales: Estado – Iglesia y Trabajadores – Empleadores, las que podemos identificar como fisura religiosa y fisura social respectivamente. Estos partidos tienden a permanecer, y se diferencian de muchos otros que aparecen y desaparecen, especialmente los originados en coyunturas específicas o personalismos. En la primera fisura encontramos los partidos Liberal, Conservador, Radical, Democracia Cristiana (y sus continuadores en la derecha, Renovación Nacional y la UDI, que reemplazan a los partidos Liberal y Conservador). En la fisura social los partidos Comunista, Socialista y en los últimos años los partidos del denominado Frente Amplio. Así se conforman en Chile los partidos políticos de izquierda, centro y derecha.

Nueva fisura originada en la dictadura

Para S Valenzuela y A Valenzuela, la dictadura sería solo un paréntesis en relación al sistema de partidos y terminada ésta, los partidos políticos serían los mismos, salvo con nombres distintos aquellos que sostuvieron la dictadura (Valenzuela A y Valenzuela S. Party Opossition in an Authoritarian Regime, 1986). Este fenómeno representaría la profundidad de las fisuras históricas. Efectivamente, al término de la dictadura están los mismos partidos de izquierda, centro y derecha, e incluso las mismas personas como representantes.

En 1999, luego de casi 10 años de post dictadura, los autores Tironi y Agüero postulan su tesis de una nueva fisura originada en el régimen autoritario ( Sobrevivirá el nuevo paisaje político chileno, Estudios Públicos, N° 74, 1999). Esta sería la fisura Autoritarismo – Democracia, la que se habría expresado y tomado forma histórica en el plebiscito del SI y el NO de 1988. Sostienen que están las mismas fuerzas políticas en el gobierno y la oposición, pero agrupados de forma diferente, ya no en tres tercios sino en dos bloques. En la coalición de la Concertación se han profundizado los nexos entre el centro político y la izquierda renovada, en lo que han influido los cambios provocados por la caída del Muro de Berlín en 1989, el término de la Guerra Fría y con ello el abrupto término de los proyectos políticos del socialismo real.

Es de tal envergadura esta nueva fisura, que el fenómeno de la volatilidad en las votaciones (votantes sin ataduras ideológicas que cambian de posición de una elección a otra) casi no se está dando en Chile, la adhesión de los votantes se mantiene, sino a los partidos, a ambas dos coaliciones de oposición y gobierno, reforzado este fenómeno por el sistema electoral binominal del cual no se visualizan ni votos suficientes por los quorum ni voluntad política para cambiarlo. La nueva fisura tendería a permanecer. Solo la baja participación electoral y la distancia creciente de la ciudadanía con la política podrían tal vez, ensombrecer este rutilante futuro de la nueva fisura histórica. Incluso, mientras menos participación electoral menos posibilidades de cambio, auguran los autores. Visualizan que podría surgir un polo antisistema, ajeno a las dos coaliciones, pero sin afectar lo fundamental. La nueva fisura permanecería.

Evolución política desde 1999

El cuadro político de 1999 se fue modificando gradualmente a partir del año anterior, 1998, cuando surgen los auto flagelantes y auto complacientes en la misma coalición de gobierno. El fenómeno que está ocurriendo lo resumimos en la frase del ministro demócrata cristiano Alejandro Foxley, citada por los mismos autores Tironi y Agüero en su citado ensayo: “Los incentivos para seguir juntos son mucho mayores que los que pudieran haber para desarmarla (la Concertación), y que tienen que ver con la posibilidad de formar parte del cuadro de dirigentes del país“, La Época, 21 septiembre, 1997.

Se fue diluyendo todo animo transformador de la sociedad, y fueron quedando en carriles diferentes la ciudadanía y las elites dirigentes. La volatilidad no se detuvo y se fue acentuando, los votantes transitan desde la derecha a la izquierda, sin ideologismos, sin lealtades partidarias y de ningún tipo. La baja participación electoral adquirió niveles preocupantes para la calidad de la democracia. El bloque en el poder se debilita a partir del 2006 con las manifestaciones estudiantiles de estudiantes secundarios y se debilita más el 2010, con extensas manifestaciones de los estudiantes universitarios. La educación en crisis. Demandas ambientalistas se extienden por el país.  Manifestaciones en pro de mejorar las pensiones congregan a más de un millón de personas. Los abusos empresariales se repetían con escándalo uno tras otro (pollos, remedios, papel higiénico, otros). La jerarquía eclesiástica es denunciada por permitir abusos sexuales al interior de la iglesia y proteger a los abusadores. Se denuncian actos de corrupción millonarios en altos mandos de Carabineros y del Ejército. Explotan las denuncias de financiamiento ilegal de privados a los partidos políticos, los que son corrompidos por el poder económico. Las elites dirigentes confundieron la apatía hacia la política de la ciudadanía con apatía hacia las demandas. La apatía hacia la política y los partidos existió y existe. La apatía hacia las demandas nunca existió, por el contrario, las demandas siempre estuvieron presentes sin ser escuchadas. El sistema político no era capaz de resolverlas, enclaustrado en una Constitución con Estado subsidiario, es decir, Estado mínimo. La democracia amordazada con un Estado ausente, no atendió las demandas ciudadanas. Resultado, estallido social a partir del 18 de octubre de 2019. Una semana antes, el Presidente de la República declaraba que Chile era un oasis en América Latina. El estallido social fue anti partidos y anti elite. El país ha perdido la cohesión social. Los ciudadanos indignados salen a manifestarse a las calles, en todas las ciudades y pueblos, durante semanas, sin fecha de término. Una minoría sale a romper la ciudad.

¿Surge una nueva fisura histórica?

Así se fue conformando un quiebre histórico en la sociedad, con la profundidad suficiente como para posibilitar una nueva fisura generativa expresada en el carácter más profundo o menos profundo de la participación del Estado en la sociedad, dentro de una economía de mercado.

Podemos denominarlo fisura Estado – Mercado, o Estado Primordial – Mercado Primordial, o Estado Presente – Estado Ausente, o de cualquier otra forma, en que lo fundamental es un nuevo papel del Estado frente a la actual preponderancia del mercado. Su justificación histórica es la superación del Estado subsidiario que ha durado 42 años.  Los partidos políticos se agruparán en torno a esta fisura histórica, originada en el quiebre democrático de 1973 y el posterior Estado subsidiario y sus resultados.  

La fisura representa un quiebre en torno al papel del Estado en una sociedad democrática, con economía de mercado, en un universo sin Guerra Fría y sin socialismos reales, salvo sus restos. Es construir un nuevo Estado, post neoliberalismo.

Incluso si triunfara la opción del Rechazo en el plebiscito, esta fisura permanecerá y el conflicto político en ese eventual escenario se dará de igual forma en la disyuntiva más Estado o menos Estado.

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