Globalización y neoliberalismo como impulsores de la pobreza
Actualmente, entre los factores que influyen en la distribución del ingreso entre la población en México se encuentran la educación, el género, la edad, el sector de ocupación y la región de trabajo. Pero de forma principal y como vertiente de origen para el resto de los factores, se encuentran la estructura económica nacional y las políticas públicas implementadas en el país (Aguilar, 2000: 175-180; 2002: 6).
Aunque el proceso de globalización no es nuevo, es indiscutible que éste se ha acentuado en los últimos 25 años, como consecuencia de las nuevas relaciones políticas y económicas internacionales impuestas por los países desarrollados. Marx y Engels ya mencionaban en el Manifiesto Comunista que «la burguesía recorre el mundo entero, necesitando anidar en todas partes y crear vínculos en todas partes» (2005: 15). Asimismo, argumentaban que mediante la explotación del mercado mundial, la burguesía había dado un carácter cosmopolita a la producción y consumo de todos los países. Por lo que las antiguas industrias nacionales estaban siendo destruidas y suplantadas por otras nuevas, cuya introducción se convertía en cuestión vital para los países desarrollados, estableciendo un intercambio e interdependencia universal entre las naciones (Marx y Engels, 2005: 16). Estas relaciones entre países se han incrementado de manera sistemática en los últimos años. Por tanto, todo evento político-económico en cualquier parte del mundo puede llegar a afectar al resto de las economías sin ningún obstáculo.
Mota (2002: 192) define la globalización como un proceso de integración económico, político, social y cultural, y menciona que todos los países del mundo y sus economías son interdependientes. Este proceso de globalización tiene la característica de que es muy diversificado para los países en general, pero muy impositivo y excluyente para ciertos sectores de la población mundial, en particular la que pertenece a los países en desarrollo.
El efecto de la globalización en el plano laboral ha permitido profundizar la división internacional del trabajo: incrementó las jornadas laborales en los países subdesarrollados y entre la clase trabajadora, y generalizó los bajos salarios. Asimismo, además de mantener políticas de contratación y subcontratación temporal de trabajadores, ha ocasionado que exista una mayor población sin seguridad de empleo. Esto no ha sucedido en los países desarrollados, donde se acortan las jornadas laborales y los salarios son mucho más altos que en los países emergentes.
El neoliberalismo, como instrumento ejecutor de la globalización, surge en la posguerra (1947) como el pensamiento que retomaba los principios del liberalismo hacia el intercambio de mercancías en un libre mercado, lo que a su vez permitiría el desarrollo de las sociedades.
Como explicaba Fiedrich A. Hayek, creador y promotor del neoliberalismo, «Cuando el Estado deja de intervenir en la economía, el hombre consecuentemente es capaz de satisfacer sus necesidades, siempre y cuando concurra en total libertad, en su papel de consumidor, al libre mercado» (Cardoso, 2006: 185-186).
De acuerdo con Barone (1998: 11-12), las principales políticas del neoliberalismo se encuentran en los planos económico e ideológico. En el plano económico, se consideran los siguientes principios: 1) libertad absoluta de mercados, lo que implica limitar la reglamentación e intervención estatal al mínimo para la compra-venta de mercancías y la desregularización de los mercados, especialmente el financiero, lo que implica abandonar los criterios de sustentabilidad y adoptar los criterios de rentabilidad; 2) privatización y liquidación de los servicios y monopolios estatales; 3) intervención sobre las variables macroeconómicas para evitar déficits presupuestarios, así como la reducción en inversiones sociales, como salud, educación, y seguridad social; 4) contención de salarios en busca de una competitividad internacional, que permita aumentar la tasa de ganancia del capital; y 5) una contrarreforma fiscal que aumente los impuestos indirectos relacionados con el consumo y disminuya los directos, relacionados con los ingresos altos, además de promover políticas fiscales atractivas para el capital financiero especulativo.
En el plano ideológico, se promueve: 1) la comercialización de derechos y conquistas de los trabajadores, como salud, educación y seguridad social, transformados en mercancías al margen de la función estatal; 2) identificar en lo estatal la corrupción y la ineficiencia, y en el mercado lo eficiente y bueno; 3) imposición del pensamiento neoliberal sin opción para otra ideología alternativa; 4) incremento desenfrenado del consumo propiciado por los medios de comunicación; 5) apropiación del lenguaje de las fuerzas progresistas para ocultar su verdadera connotación, por ejemplo, reforma económica estructural; y 6) caracterización ilusoria y utópica de toda opción de organización social diferente y alternativa.
Las vertientes empleadas por el neoliberalismo en Latinoamérica, como el libre mercado y las reformas de ajuste estructural, sólo han profundizado las relaciones capitalistas de producción, resultando en un incremento de la pobreza y marginación en los estratos sociales de menos ingresos (Novelo, 2004: 131; Palacio y Cavallotti, 2001: 15).
En el caso particular de México, la privatización de empresas estatales que generaban bienes y servicios públicos y que se ofertaban a precios subsidiados para sectores de la población con bajos ingresos, condujo al aumento de sus precios, además de que relajó o hizo desaparecer los mecanismos mediante los cuales el gobierno intervenía en la economía de las familias con menos ingresos, lo que resultó en un incremento de la población moderada y extremadamente pobre. De acuerdo con datos oficiales, se calcula que la población pobre en México en el año 2006 era de 44.7 millones de personas (Coneval, 2008: 3), aunque otros especialistas aseguran que el nivel de pobreza fue aún mayor: cerca de 74 millones de personas en dicho año (Boltvinik, 2008: 60).
Derivado de la crisis económica que comenzó en Estados Unidos a finales del año 2008 y que se extendió a los demás países, se declaró la extinción del neoliberalismo funcional. Esta extinción es relativa, ya que sus efectos en México se mantendrán por muchos años más, debido a los cambios estructurales que se dieron en el país, desde las reformas hechas a la Constitución, hasta el establecimiento de políticas públicas que impiden disminuir o contrarrestar el problema de la pobreza.
Nota del editor: Aunque en el artículo precedente el autor hace referencia a la realidad económico – social de México, el análisis es plenamente aplicable al caso de Chile.
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