«La política es la distancia entre lo que decimos que ambicionamos y aquello que estamos dispuestos a hacer para conseguirlo»

«La democracia es molesta. Es gente gritándose todo el rato. Y por eso sobrevivirá»

Ben Ansel

 

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LA CULTURA

Miguel Ángel San Martín

Periodista. Especial para La Ventana Ciudadana, desde Madrid, España.

La cultura es un derecho. Un derecho que existe desde muy antiguo en todas las sociedades y que los gobernantes deben proteger, impulsar y estimular a quienes desarrollan actividades destinadas a elevar la formación  de los ciudadanos. Voy a repetir una frase que pronunció un gobernante chileno, al momento de asumir el cargo: “La cultura es una inversión”. Y todos aplaudimos.

          Efectivamente, la cultura es una inversión que va a redundar en la potenciación de la sociedad,  en el cultivo de la inteligencia, en el desarrollo de la creatividad. Eso implica que se gana en solidaridad, en sentido común, en tolerancia y en el surgimiento de más iniciativas sociales para avanzar, para crecer, para progresar.

          ¿Cómo podríamos definir la cultura? El término cultura proviene del latín y tiene muchos significados interrelacionados, es decir, es un término polisémico. Expertos han confeccionado una lista de 164 definiciones y han clasificado más de 250 distintas. ​Hasta el Diccionario de la Real Academia de la Lengua tiene varias acepciones. Una dice que es “el conjunto de conocimientos que permite a alguien desarrollar su juicio crítico”. Otra señala: “conjunto de modos de vida y costumbres, conocimientos y grado de desarrollo artístico, científico, industrial, en una época, grupo social, etc.  Y una tercera definición puntualiza: “Conjunto de las manifestaciones en que se expresa la vida tradicional de un pueblo.

          Como resulta tan amplio y complicado definirla, para simplificar  yo me quedo con una que escuché alguna vez y que dice: “Cultura es todo lo que el hombre hace”.  Es decir, entendemos esto como la forma que ha tenido el ser humano para desarrollar la inteligencia e  ir construyendo civilización, formas de vida con sus acciones, sus símbolos, los lenguajes, sus creaciones, etc.

          Si analizamos el desarrollo de nuestra cultura en tierras ñublensinas, comprobamos con sorpresa que hemos sido pródigos en avanzar en acciones humanas que nos han llevado a dotarnos de una especial forma de ser. Es decir, nuestros antepasados nos han dejado de herencia una identidad distinta, diferente, más creativa e ingeniosa que la de otras regiones. Por eso hemos llegado a señalar, con indisimulado orgullo, que “somos tierra de héroes y talentos”.

          Como geográficamente estamos en el centro del país, desde muy antiguo nos fuimos transformando en un crisol de conglomerados humanos, procedentes de otras regiones, con otras costumbres, con hábitos diferentes. Y así fuimos perfeccionando lo nuestro. El amor a la tierra, la forma de cultivarla, el aprovechamiento del clima, la conducta que debemos tener para relacionarnos con quienes nos visitan o que están de paso. En fin, nos hemos ido formando con una visión más amplia. Así, nuestros talentos fueron aflorando hasta llegar al punto de que hoy, nuestra cultura, nuestra personalidad y forma de ser, llama la atención fuera de nuestras fronteras regionales y nacionales. 

          Tenemos un desarrollo intelectual especial, una creatividad en todas las áreas del accionar humano y nos distinguimos en las artes musicales, pictóricas, escultóricas, literarias, para hablar solamente de la cultura creativa y expresiva.

Pero, sucede que ahora estamos vislumbrando un estancamiento que preocupa. Aunque surgen iniciativas por doquier, no hay apoyos para concretarlas, para sacar adelante nuevas ideas, para que aparezcan nuevos talentos. Y cuando estos logran hacerse notar, no encuentran dónde desarrollarse, ni reciben los apoyos suficientes. Entonces, deciden salir a otros lugares para perfeccionarse, para subir los peldaños soñados.

Notamos que hay despreocupación por elaborar proyectos de altura, por sacar adelante programas de apertura a la creación participativa,  por estimular a quienes destacan en las diversas manifestaciones de la cultura. Da la impresión de que en este aspecto, los resultados deben medirse por el rédito económico que produce. Y ese es un error mayúsculo, porque la cultura es un bien social que nos permite crecer como seres humanos.

Nos preocupa esta situación. Y debemos recuperar lo que tanto pregonamos: Ñuble es tierra de talentos y ¡debemos demostrarlo!

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