La Derecha en su propia salsa.
El plebiscito constitucional del 17 de diciembre, marcó un nuevo hito en la historia política del país. Aunque hubo abundantes ilusos que creyeron que la elección de Consejeros Constitucionales había definido categóricamente nuestro rumbo futuro, la ciudadanía claramente dijo otra cosa.
Tras los resultados de la última elección – que dieron 22 consejeros a la extrema derecha del Partido Republicano y 11 a Chile Vamos, todo sobre 50 cargos disponibles – el sector concluyó que de ahí en adelante todo era “coser y cantar”. Las tropas del candidato presidencial José A. Kast se encontraron con la guaripola en la mano y, ensoberbecidas, proclamaron: “´¿Por qué cresta siendo mayoría tenemos que llegar a acuerdos con la minoría?” (Luis Silva). La derecha histórica arrió sus banderas, abandonó su lenguaje tradicional, dejó de autodefinirse como “centro-derecha” o “derecha social”, y se sometió sin más a las pautas del extremismo radical.
El plebiscito dejó varios heridos en el camino, concretamente en las huestes de la oposición. El emergente Partido Republicano vio abandonar sus filas a su único senador y a tres de sus diputados, al tiempo que se diluían los liderazgos de Luis Silva y Beatriz Hevia a consecuencia del fiasco electoral.
Aunque JAK trató de mantenerse en las sombras como operador político, moviendo hilos y dando órdenes e instrucciones, es indudable que el fracaso tiene su nombre. Las colectividades de ChileVamos que cometieron el grave error de someterse sin condiciones a los dictados más extremos, hoy se ven en la necesidad de retroceder tratando de recuperar los espacios abandonados. Los denodados esfuerzos republicanos por achacar a otros la responsabilidad de la derrota (específicamente a Evelyn Mattei) suscitaron la reacción inmediata de la tradicional alianza derechista. Sin embargo, es claro que muchos de sus parlamentarios persisten en su política de erosión democrática, como lo demuestra la acusación constitucional interpuesta en contra del Ministro de Vivienda Carlos Montes, cuyos fundamentos son muy febles, lo que hace vaticinar un destino incierto ya sea en la Cámara Baja o en el Senado.
En verdad, los problemas más acuciantes del país son de otra naturaleza y lo que la ciudadanía espera es que se concluya lo más pronto posible el juego negativo y se alcancen acuerdos mínimos que permitan avanzar. Basta un poco de imaginación para entender que, en la medida en que se pretenda transformar la acción política en un permanente campo de batalla, se está abonando el terreno para que un nuevo gobierno reciba un tratamiento similar en su oportunidad.
Si hay un hecho claro e indesmentible en la situación contingente, es la constatación de que los partidos políticos han dejado de ser lo que naturalmente les corresponde – la correa de transmisión de las esperanzas, inquietudes y demandas ciudadanas – y se han transformado en entes que se mueven en función de impactos comunicacionales provocados a través de cuñas mediáticas o frases agresivas que los alejan cada vez más de ese Chile real que padece problemas y quiere soluciones.
Qué lamentable es la situación chilena en estos momentos, y este artículo lo indica realmente, por lo que felicito a su autor, el abogado René Fuentealba Prado, por tener la fortaleza de indicarle a la ciudadanía lo que realmente está sucediendo en la política chilena, que vá de muy mal en PEOR, razón de no poder salir del subdesarrollo nacional. El pueblo debiera tomar en cuenta cómo está siendo abusado por la derecha y su extremismo, y comenzar a demostrar su fortaleza ciudadana, sacando a la extrema derecha de su situación actual en nuestro país. Desde cuando nuestro pueblo necesita producir obteniendo una
autorización de quienes no producen absolutamente nada?. Ya estamos comprobando que que el dinero fluye hacia quienes no trafican con bienes, sino con favores, y se está percibiendo que la extrema derecha se está haciendo más rica por el soborno y por influencias más que por su trabajo, y las leyes no protegen a la ciudadanía contra ellos sino, por todo lo contrario, son ellos los que están protegidos contra la ciudadanía chilena; hoy se ha descubierto que la corrupción es recompensada y la honradez del pueblo se ha convertido en un auto-sacrificio, lo que nos afirma, sin temor a equivocarnos, que nuestra sociedad chilena está condenada.