
Editorial: El problema climático.
20El tema del cambio climático ha pasado a ocupar un lugar preferente en las preocupaciones y la agenda de la mayor parte de las naciones del mundo. La comunidad científica internacional, los centros de pensamiento de las más variadas tendencias y los líderes políticos, han ido tomando conciencia de un problema que amenaza con afectar el porvenir de la humanidad y la subsistencia de numerosas especies.
En Chile, en un sentido absolutamente diverso, el clima se ha hecho irrespirable. El medio social refleja un ambiente de indignación y de amargor incomprensible y muchas veces injustificado.
La contribución que los medios de comunicación realizan en este campo, no puede desconocerse. Si bien sería absurdo desconocer la variedad y la magnitud de los problemas que afectan al país, la forma en que éstos son tratados por la prensa revela inmadurez, superficialidad y, por qué no decirlo, bastante ignorancia.
La televisión, como el medio de mayor alcance masivo, es una muestra palmaria de lo que estamos señalando. Los canales, obnubilados por alcanzar mayores niveles de audiencia, no titubean en farandulizar cualquier hecho, por grave que él sea, confiando su análisis a “rostros” cuyo nivel cultural deja mucho que desear y entregando a los telespectadores visiones sesgadas que buscan más que nada alcanzar un nivel de coincidencia con sus sentimientos primarios obviando todo cuestionamiento o invitación, siquiera, a una reflexión un poco más profunda.
Las redes sociales, cuya importancia en el mundo contemporáneo nadie puede negar, en vez de transformarse en la expresión de una ciudadanía informada y comprometida que persigue enjuiciar y realizar aportaciones positivas, han devenido en resumideros en que las personas, amparadas por la irresponsabilidad y la cobardía del anonimato, se sienten con el derecho de mentir, falsear, injuriar y denostar. La notoria reiteración de nombres y denominaciones demuestra palmariamente que se trata de campañas orquestadas y financiadas salvo que ingenuamente lleguemos a creer que hay ciudadanos activos que pasan todas las horas del día leyendo y comentando lo que sucede urbi et orbe. Basta con que cualquier actor social dé una determinada opinión para que, en cosa de minutos, aparezca una decena de críticas violentas las que de inmediato son amplificadas por diversos canales que sibilinamente destacan que el juicio entregado fue duramente cuestionado o provocó indignación en circunstancias en que, de hecho, los opinantes no constituyen sino una audaz, ínfima e irrelevante minoría.
El enorme daño que este clima enrarecido hace a la convivencia y al desarrollo de la comunidad nacional, es difícil de cuantificar. Se trata de una infección que avanza y se expande a través de todo el tejido social y que terminará por contagiar a todos a tal nivel que, cuando pretendamos protegernos ya será muy tarde.
El tema da, por supuesto, para un mayor y exhaustivo análisis.
Por el momento, para dar inicio a un adecuado tratamiento, sería a todas luces conveniente que encaráramos y denunciáramos persistentemente a aquellos sujetos que han mostrado de sobra que no logran comprender lo que es convivir en una comunidad.
Déjanos tu comentario: