«El Antropoceno nos obliga a repensar no solo nuestra tecnología, sino nuestra ética y nuestra política.»

Bruno Latour.

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MAS TRISTEZA QUE ENFADO

Miguel Ángel San Martín

Periodista. Especial para La Ventana Ciudadana, desde Madrid, España.

          “No ofende quien quiere, sino quien puede”, dice el refrán. Y eso es una absoluta verdad popular. Lo compruebo día a día cuando leo las redes sociales.  Soy un gran usuario de los medios de comunicación, con casi sesenta años de profesión periodística. Tengo dos canales de Facebook, un canal de youtube, participo en un programa diario de radio y escribo semanalmente una columna en cuatro periódicos virtuales, todos de Chile. Y resido en España desde 1978, con un intervalo de 11 años que viví en mi tierra original, Chillán (Chile), entre el 2006 y 2017.

          Por la actividad que acabo de describir, me siento muy conocedor de la actualidad de mi país, muy participativo en su devenir cotidiano, con una inmensa red de contactos y, obviamente, de fuentes informativas. O sea, estoy vigente, bien informado y con un sentimiento certero de que estoy aportando con moderación, pero desde mi propia vereda. O sea, no le oculto a nadie mi condición de exiliado por culpa de una dictadura feroz que provocó un descalabro social, político y económico en nuestro país.

Pero de toda esa muy dura realidad que me ha tocado vivir  fuera de mi país por la fuerza,  he conseguido sacar enseñanzas muy positivas relacionadas con mi condición de periodista, de comunicador social. Una de ellas, y que considero fundamental, es la tolerancia.  En efecto, he confirmado que el diálogo conduce a la solución de los problemas que se nos van presentando, pero si sostenemos un intercambio de ideas manteniendo nuestras posiciones cerradamente, no llegaremos nunca a los necesarios entendimientos. Debemos ponernos en la posición del antagonista, tratar de entenderla y de razonar con él los pro y los contra de sus posiciones. En ese momento nos daremos cuenta de que la tolerancia nos permite vislumbrar dónde están los puntos convergentes y cuáles no lo son.

A la vez, he aprendido a explicar de diversas maneras y con distintas palabras mis propias posiciones, con el fin de que mi interlocutor comprenda en profundidad lo que pienso y estimo que es lo necesario para avanzar.  Ver una realidad desde diversos ángulos, lleva claridad al paisaje, obviando oscuridades que nublan la visión.

En las redes sociales expongo lo que estimo justo y necesario, comparto lo que creo importante e informo sobre lo que estimo que ha sido poco divulgado, a pesar de su valioso contenido.  O sea, trato de equilibrar la balanza para que quienes sigan los mensajes conozcan las máximas aristas posibles del tema y que se forme una opinión más acertada de la realidad.  Lamentablemente, a pesar de este esfuerzo personal, hay quienes se empeñan en tratar de desvirtuar lo que digo, tratan de descalificarme y excluirme pero lo hacen sin argumentos. Considero que eso sólo descalifica a quien lo intenta, porque demuestra mala fe, incultura e intolerancia. Incluso, llegan a excluir del debate nacional a quienes residimos en el exterior, desconociendo que estamos muy bien informados, que aportamos con ideas y documentos al debate permanente, que estamos entregando todas nuestras capacidades en los países que residimos, dando prestigio a nuestro país; que económicamente también aportamos, porque enviamos recursos a nuestros familiares que lo necesitan. Además, afuera residimos antiguos exiliados políticos, con exiliados voluntarios por razones económicas, profesionales y estudiantes de diversa condición.

Muchos me dicen que debo contestar a esas expresiones que escriben en mis propios mensajes. Sin embargo, creo que no es bueno ponerse al nivel del que pretende descalificar, no hay aporte al debate. Además, varios de ellos son pagados para hacerlo, lo cual demuestra su propia pequeñez. A decir verdad, me produce más tristeza que enfado.

Siempre he pensado que en nuestro país existe un nivel cultural suficiente como para poder avanzar en la convivencia social. Sabemos que hay un sector muy fanatizado, enceguecido por  manipuladores profesionales que no escatiman esfuerzos para mantener sus privilegios, su nivel de corrupción, los abusos, la descarada injusticia.

Pero, tengo fe en que esto pasará pronto, que la verdad se impondrá y volverá el sentido común con la inteligencia que ha caracterizado a Chile y que nos llevará a los sitiales del progreso y el desarrollo que nos merecemos.

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