«Somos naturaleza. Poner al dinero como bien supremo nos conduce a la catástrofe»

José Luis Sampedro

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TIEMPO PARA LA INTELIGENCIA

Miguel Ángel San Martín

Periodista. Especial para La Ventana Ciudadana, desde Madrid, España.

Creo que el tiempo de hablar del Covid 19 está llegando a límites más que razonables. Lo hemos estado priorizando desde que surgió esta trágica pandemia, hace ya casi dos años. Y el tema parece haber sido tocado con reiteración en todas sus aristas. Llegó, entonces, la hora de la inteligencia.

          Si, llego la hora de la inteligencia que se nos presupone como seres humanos. Inteligencia que nos permite hablar, entendernos, aplicar experiencias ya vividas y desarrollar conocimientos.  Inteligencia para ser lógicos y solidarios, a la vez. Comprender realidades y saber adaptarnos a ellas en su momento preciso.

          Llegó la hora en que cada cual debe jugar su propio papel en su mundo particular y en el mundo social que le rodea. Es decir, llegó el momento de la consecuencia social, del actuar de manera inteligente en una sociedad inteligente.

No es la hora del remar a contracorriente. Cuando la inmensa mayoría de la Humanidad aplica un criterio delineado por expertos, por estudiosos de cada tema, por sabios con visión global positiva, cada uno de nosotros debe seguir ese camino, que será el mejor para cada cual y para el conjunto de la sociedad.

          Lo digo porque hemos llegado a un punto de la pandemia en que los expertos, los estudiosos, los sabios, han alcanzado a elaborar un producto que minimiza los efectos del virus transgresor. Es una vacuna que, aunque aparezca como experimental porque no elimina del todo al virus, es capaz de salvar vidas, proteger al ser humano y hacer más leves los efectos del contagio. Es decir, se trata de una vacuna exitosa.

          La Humanidad, en su inmensa mayoría, la ha adoptado y la está aplicando masivamente. Sabemos que con ello no se elimina el virus, pero si se consigue rebajar enormemente el número de muertos. Se hacen menores los daños mayores. Y quienes mueren, son aquellas personas que padecen otras patologías que, asociadas al Covid, no resisten el ataque pandémico. Y también fallecen aquellos que no se vacunan, que son negacionistas y que, irresponsablemente, no asumen una verdad mayúscula. La vacuna sirve, es necesaria, es exitosa.

          Además, debemos decir que llegamos al punto del uso de la inteligencia para potenciar solidaridad. Porque no es posible que existan desigualdades tan manifiestas en un mundo poblado por seres inteligentes. No podemos aceptar que haya países donde no puedan comprar las vacunas para salvar a su gente. Las muertes se suceden unas tras otras y el virus muta con enorme libertad. Y eso nos debe preocupar. Por lo tanto, debemos ser solidarios y ayudar a quienes lo necesitan.

Si somos de verdad inteligentes, veremos que si ayudamos a quienes no tienen vacunas, nos estamos ayudando nosotros mismos, porque tendremos más posibilidades de ir terminando con las mutaciones y con  la desaparición del virus.

          Entonces, ya no es el tiempo de seguir hablando de los alcances de la pandemia. Es el tiempo de la apelación sincera y constante de que apliquemos nuestra inteligencia para cuidarnos, para prevenir, para ser solidarios. Es el momento de convencer a los negacionistas de que no tienen razón, de que los expertos no se han equivocado y que la vacuna es el gran descubrimiento para evitar más muertes.

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