«El Antropoceno nos obliga a repensar no solo nuestra tecnología, sino nuestra ética y nuestra política.»

Bruno Latour.

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A SU ORDEN MI JUEZ [*]

Dos noticias de distinta índole, pero con la misma causa: la muerte de personas, nos han puesto a la Justicia Militar (JM) nuevamente sobre el tapete del ojo público. Primero, el homicidio de tres funcionarios de Carabineros, y luego la muerte en circunstancias hasta ahora poco claras de un conscripto. En ambas hay visiones encontradas acerca de si la JM debe ser la llamada a llevar adelante las causas, y la certeza y valor de sus resultados. Lamentablemente la Justicia, ese bien superior de la sociedad, sigue siendo un asunto elusivo, difícil de acotar y aquilatar, en parte no menor, porque suele estar naturalmente atado a las pasiones o conveniencias de los incumbentes en cada caso, y ello no escapa a las dos situaciones citadas.

Lo de la JM tiene además componentes que resulta difícil ignorar, sobre todo para quienes, con algo de interés por el devenir social, y un poco de años de recorrido, la hemos observado ir mucho y venir poco -particularmente en los tiempos de la dictadura- lo que se quiera o no es insoslayable, por responsabilidad de la propia justicia castrense, que se ha encargado de abrigarse con una gruesa manta de dudas.

Por estos días en el Congreso Nacional (el Parlamento está en Inglaterra y otros países de régimen parlamentario, aunque nuestros diputados y senadores no se hayan enterado) se debate una ley que en su primer trámite ha aprobado retrotraer lo avanzado en uno de los gobiernos de Sebastián Piñera, en cuanto a que los hechos ajenos a la actividad netamente militar, sean juzgados por tribunales civiles, y al menos desde acá, no se ve que quienes por ello abogan, hayan explicado por qué debería ser así, de modo que da para pensar que es pura nostalgia por un sistema que probó a una buena parte de la ciudadanía, que sus acciones iban más bien por el encubrimiento, la solidaridad de grupo, y más de alguna vez, el ánimo de venganza más que de justicia. El “niño símbolo” de ello fue sin duda el malhadado y alguna vez todopoderoso Auditor General de Ejército, Fernando Torres Silva, que terminó sus días bajo arresto domiciliario por su participación en un homicidio internacional, luego de salir de Punta Peuco por razones humanitarias, e indultado el día anterior a su fallecimiento por cáncer. Su sola mención debería bastar para que quienes tenemos algo de memoria, tengamos a la vista el resumen de lo que la JM ha significado casi siempre en el país, y que es a lo que añora volver una mala parte de nuestro espectro político, sin aclarar en modo alguno la motivación de su aspiración, que hasta ahora se ve sólo como “porque sí”.

No ayuda a que la confianza del ciudadano civil se vea acrecentada, cuando vemos que en el caso del conscripto fallecido, el Comandante en Jefe del Ejército tenga que hacer aclaraciones por la prensa, e ir a dar explicaciones al presidente de la República, por la información que recibió este último de parte de la institución, y que debió calificar de “errónea y tergiversada”, sin que el Gral. Iturriaga pudiera más que reconocer que sus subalternos cometieron “imprecisiones”, con la poco feliz pero no sorprendente casualidad de que la imprecisiones, eran todas exculpatorias para el mando directo involucrado, y que incluían entre otras:

  • El Servicio Médico Legal consignó que el conscripto habría llegado vivo al CESFAM a las 06:52 y habría fallecido a las 07:12, lo que fue desmentido por los médicos que estaban en el CESFAM, en tanto el SLM no estaba ahí.
  • El equipo de la tropa era el adecuado, en circunstancias que sobran comprobaciones de que esta era ropa delgada, sin primera capa, sólo uniforme y camiseta corriente.
  • La temperatura no habría sido la que se comprobó luego con los informes meteorológicos.

Dada la relevancia que tomó el caso del conscripto, la Corte Suprema nombró como ministra en visita a cargo de su investigación, nada menos que la presidenta de la Corte Marcial, Jenny Book Reyes, quien en su primera declaración nos regaló estas esperanzadoras noticias: “Esta causa es causa de Justicia Militar, por lo tanto, es un procedimiento penal antiguo, escrito, secreto, por lo mismo no podemos informar las diligencias a cabalidad o con mucha precisión.”  Eso es lo que a los parlamentarios y demás políticos les parece tan atractivo para procesar a civiles que, actuando en su vida civil, terminan involucrados con militares. No está de más recordar que en su momento hubo casos en que, si uno tenía la mala pata de chocar contra un vehículo conducido por un militar, podía terminar encausado por la JM, con esas reglas que tanto añoran algunos.

Lo usual en los países con democracia sólida, es que la JM sea la competente para proceder en causas que se relacionan u originan por delitos o faltas que ocurran sólo dentro del ámbito castrense, y es natural que así sea, porque las FF. AA. tienen de suyo actividades, formas y normas que emanan directamente de su especializado trabajo y rol social. No se ve por qué un hecho cometido por un civil, aunque la víctima sea militar, podría ser mejor juzgada en un sistema que como declara la propia presidenta de la Corte Marcial, es secretista y anticuado, que además arrastra un historial de lenidades para con los propios, y dureza máxima para los ajenos, y en que quienes llevan el proceso gozan de una imparcialidad e independencia bastante feble, considerando que existen rangos de mando y autoridad que rigen las relaciones entre los intervinientes, más allá del ámbito de la propia causa, asunto que claramente no ocurre en los tribunales civiles.

Así las cosas, y hablando sólo por mí mismo, si tuviera que elegir para el improbable pero no imposible caso de que mis hijos, mis parientes, mis amigos o yo mismo debamos ser procesados por algo que no es estrictamente castrense, por lo menos yo -no sé usted- me quedaría con la justicia abierta, con procedimientos públicos, con acceso a la prensa, por eso que tan bien decía el fallecido presidente Piñera, de que no hay mejor desinfectante que la luz solar. Pero claro, usted es libre de querer para usted y los suyos, la otra.

ACC
11/05/2024

[*] Esta columna fue publicada en El Magallanes (Punta Arenas) el 12.05.2024

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