
BOLIVIA. UNA OPINION
El “No ha lugar” del Tribunal de La Haya a la Objeción Preliminar presentada por Chile, significó una importante derrota política y diplomática. Explico, la demanda boliviana es claramente una demanda política fundada en los elementos políticos de su contencioso con Chile, más que en aspectos de índole jurídica claramente definidos y concordados por ambos países en el Tratado de 1904. Chile ha optado por una línea de defensa basada exclusivamente en argumentos de índole jurídica y lo sigue haciendo, tanto es así que en su último discurso ante la Asamblea General de NNUU., la Presidenta destacó “el apego de Chile al derecho internacional” en única alusión a tal demanda.
De otro lado, Bolivia intenta identificar el irredentismo boliviano por su mediterraneidad, con la causa indigenista indoamericana y la demanda de un pueblo agredido y expoliado de sus territorios costeros por fuerzas extranjeras que defendían los intereses de capitalistas chilenos que explotaban su salitre. Recordemos a un eufórico Evo Morales sosteniendo que… “este indio sin plumas ha puesto en su lugar a Chile en La Haya” (sic).Se trata de una demanda puesta en términos que son caros a ciertos medios europeos que repudian hoy los crímenes cometidos por sus antepasados colonizadores.
Bolivia ha tomado nota del aislamiento político en que nos encontramos, en particular en el ámbito latinoamericano. Sabe del rechazo que despierta Chile en círculos progresistas a nivel mundial por su adscripción a un modelo económico ultra liberal proyectando una imagen conservadora que poco o nada tiene que ver con la mostrada por las fuerzas que dieron la lucha contra la dictadura. Medios que además se sienten engañados o traicionados por un país que olvidó a quienes fueron extremadamente solidarios en la lucha contra Pinochet. Este repudio no es menor y es particularmente grave en países del Tercer Mundo.
La política exterior chilena se ha caracterizado en los últimos 30 o 40 años por un fuerte acento pro norteamericano y euro centrista. Su columna vertebral ha sido la búsqueda de mercados para nuestras materias primas y productos. Tal política permite hoy mostrar como sus grandes logros los numerosos Tratados de Libre Comercio, el TPP, la Alianza del Pacífico, el ingreso a la OCDE etc., logros sin duda importantes,pero que finalmente favorecen en esencia los intereses de nuestro gran empresariado, y cuyo rédito para los intereses globales de la política exterior de un país son discutibles. Con una orientación esencialmente comercial como objetivo fundamental, nuestra Cancillería parece haber olvidado que la esencia de una verdadera política exterior es la de establecer lazos políticos, de confianza y de alianza sólidos que permitan a Chile contar con apoyos estables y leales en los momentos complejos.
La Cancillería, en sintonía con la ideología que orienta nuestro modelo de desarrollo -el mercado es el credo infalible-, ha entregado a la demanda del mercado la asignación de recursos materiales y humanos para nuestras embajadas en el mundo. Ha sucedido lo mismo también con la inversión política. Nuestra política exterior se ha imaginado al mundo como un gran mercado donde valen y cuentan solo los países con poder de compra para nuestros productos. El resto, que son la mayoría, merecen escasa atención o sencillamente no existen para nuestra Cancillería.Hoy, nuestros lazos son prácticamente inexistentes, por ejemplo, con los países africanos y son más bien débiles con muchos de los países de nuestro propio continente.Allí no hay oportunidades de negocios o éstas son escasas. En un cierto sentido entonces pudiésemos catalogar a nuestras relaciones internacionales como “de mercado”. Esta línea ha sido criticada por ex ex ministros de relaciones exteriores como Clodomiro Almeyda y Gabriel Valdés, grandes cancilleres que han pasado al desván del olvido.
Bolivia ha tomado nota de tales debilidades y ha actuado, actúa y actuará en consecuencia. De otro lado, acude a La Haya conteste en que los miembros del Tribunal, al menos la mitad, han sido o son políticos y que varios provienen de países del Tercer Mundo y que, por lo tanto, son sensibles a reivindicaciones como la boliviana. El resto de sus miembros, en especial los europeos, son juristas en general de mentalidad progresista que de seguro repudian -o les asiste sentimiento de culpa-, la brutalidad del colonialismo o el imperialismo en sus diferentes versiones. Por lo tanto, de manera natural tenderán a apoyar las aspiraciones de los débiles. Bolivia ha insistido que solo pide a La Haya pronunciarse sobre la necesidad de un diálogo entre ambos países, de buena fe y acotado en el tiempo. No ha pedido que el Tribunal se pronuncie sobre la vigencia o no del tratado de 1904. Cabe preguntarse ¿alguien puede pensar que un Tribunal, creado para resolver contenciosos entre Estados por vía pacífica pudiera fallar contra lo que se le está solicitando que es impulsar el diálogo sobre el tema de la salida al mar de Bolivia?
¿Qué es lo que busca entonces Bolivia en La Haya? Muy simple, busca que un Tribunal Internacional emita un fallo que instale el “diálogo de buena fe” entre ambos países. Al tribunal de La Haya no le queda otro camino que aprobar y apoyar tal diálogo por cuanto, insisto, fue creado precisamente para impulsar la resolución de los conflictos precisamente por esa vía. Tal previsible fallo será instalado por Bolivia como base de sustentación de su demanda fundamental, el acceso al mar con soberanía, en el largo proceso de discusión que se viene con Chile. Hasta ahora Bolivia no cuenta con esa carta, solo cuenta con la mejor o menor voluntad de los gobiernos chilenos. De otra parte, Bolivia busca interesar por su aspiración a una gran cantidad de Estados que hoy, por las razones que he dado, no son amigos nuestros o al menos nos miran con desconfianza. Con esos Estados podría conformar una suerte de “barra brava” que la apoye durante el largo proceso de diálogo que se viene. Es decir Bolivia está logrando, nada más y nada menos, que transformar, en los hechos, un asunto bilateral en un tema multilateral.
¿Qué le cabe hacer a Chile? Bueno, en primer lugar tomar debida nota de nuestros errores y entender que lo que se discute en La Haya no es estrictamente un asunto jurídico, sino que es un contencioso político que demanda una estrategia política y diplomática realista de largo aliento que ciertamente va mucho más allá de La Haya.
Es fundamental recuperar amistades y simpatías que siempre tuvo Chile, antes y después del golpe de estado de 1973. En el esfuerzo es de particular importancia el compromiso de las fuerzas progresistas chilenas y esto implica que los partidos que jugaron un papel central en la lucha contra la dictadura realicemos un esfuerzo mayor para reponer al Chile real, no al mercantil, en el sitio que tuvo en el concierto de las naciones. Se hace necesario un cambio sustantivo en nuestra política exterior superando los intereses mercantiles y a la vez desplegar una suerte de lobby global para explicar la posición chilena, los orígenes del contencioso con Bolivia pero también las vías de solución. Contamos con amigos importantes en el mundo entero y ellos nos pueden ayudar. Nos ayudaron en la lucha contra la dictadura, pero a lo mejor sienten desconfianza por el Chile de hoy, exitista, soberbio y oportunista. Entonces, habrá que mostrarles el Chile real, ese de la gente de trabajo, de los profesionales serios y, sobre todo, un país que quiere y busca cambiar.Este esfuerzo deberá priorizar a la América Latina y los países del llamado Tercer Mundo.
El tema no es sencillo y no será resuelto en La Haya obviamente. Llevará muchos años a Chile y a Bolivia lograr una solución equitativa y conveniente por lo tanto a ambos países.
ARIEL ULLOA
EX EMBAJADOR DE CHILE
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