«El mayor problema ecológico es la ilusión de que estamos separados de la naturaleza.»

Alan Watts.

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Valparaiso, 8 marzo 2018 Diputados electos asumen como nuevos parlamentarios de la Camara de Diputados. Sebastian Cisternas/ Aton Chile

Cinismo y política

Rodrigo Pulgar Castro

Doctor en Filosofía. Académico U. De Concepción.

Seguir discutiendo sobre el comportamiento de algunos actores políticos, tiene el efecto peligroso de terminar con calificar la política como el mal de todos los tiempos y, por tanto, de casi todo lo que sufrimos, pues de eso se trata la publicidad: ver en ella la culpable de toda la angustia individual y, si hay tiempo para el juicio, también social.

El asunto que, mirada la política como la capacidad de encontrar respuestas a intereses comunes identificables con el bienestar, la política tiene un valor superlativo desde una perspectiva positiva y comparable con otras actividades humanas. Mas sucede que, y precisamente porque hay demasiados actores en el espacio público que atentan contra este sentido, que seguimos hablando de ella como si del mismo mal encarnado se tratase.

 Pero, mirada la realidad con alguna objetividad crítica, resulta que no es la política la responsable del peso de la zozobra, por tanto, de los nichos de indignidad; son algunos y algunas que han hecho de ella su principal actividad económica. Sin embargo, por la tozudez de volver a cometer los mismos errores, lo cual sucede a lo ancho de todo el abanico de ese mundo identificado y calificado como “clase polític”, se repite el lugar común de condena. El asunto que, por repitencia, resulta a estas alturas de la historia no solo inoficioso, sino casi una muestra de ingenuidad hablar de ello, pues por mucha recomendación hecha y, suponemos, recepcionada (había escrito decepcionada que parece se aproxima mucho mejor al estado del arte), por mucho artículo publicado, y por mucha declaración sobre ¡nunca más!, ¡nosotros no, ellos sí!, etc., etc., no hay cambio alguno. Su causa: egos y más egos, súmese cierta perspectiva vital cuasi mesiánica: ¡con nosotros y nosotras la salvación! Y que habría que entenderlo así: ¡sin nosotros ni nosotras el caos!; para concluir que siempre es el adversario, el que ocupa la otra silla, el responsable de las penurias sociales e individuales.  

Todo lo descrito parece calzat con una situación que sería algo así como Tragedia y melancolía parafraseando un título de un libro de filosofía política de Juan Pablo Arancibia Carrizo, del cual, por cierto, no diré nada pues esta nota no es una reseña, simplemente es una suerte de reclamo a viva voz, en este caso a viva letra por la directa traición a la débil fe pública en la política.

¿Cómo entender el cinismo político? El diccionario nos dice que el cinismo es “desvergüenza en el mentir o en la defensa y práctica de acciones o doctrinas vituperables”…-también se dice del cinismo que es  “impudencia, obscenidad descarada”… en fin, no tan lejano al cinismo filosófico que “desprecia convenciones sociales y normas como valores”. 

Pues bien, póngase frente a la definición un miembro de la “clase política”, vale decir, a alguien que declara su afán de servicio a la sociedad identificado -nadie se escapa en las declaraciones públicas de aquello, es decir, de la intención verdadera de esta razón de acción- en una mirada puesta en los más pobres, los perseguidos, los carentes de justicia (de ahí tanto componente narrativo de la trama política que describe ese espíritu mesiánico). Por cierto, caemos fácilmente en la negación a poner en duda aquello, pero esto es actuar de mala fe respecto de la oferta declarada. Mas aquí el problema: si tomamos el concepto de cínico aplicable a algunos actores de la “clase política”, vienen a ser ellos muestras palpables, incluso en lenguaje analógico, de las definiciones dadas sobre el cinismo. Superando en algo el pesimismo que me embarga a esta hora del día después de revisar las noticias, seamos al respecto un poco optimistas en la formación del espíritu crítico, y veamos en lo descrito una ventaja empírica para el conocimiento del sentido de la relación ética con la política, ya que con ello tendremos una inmejorable ocasión para aprender el significado de cinismo.

En fin, todo es posible de ver circular en el espacio público, incluso el cínico dictando cátedra sobre materias varias y para eso, simplemente plantea contenidos vacíos de prueba -la mentira como argumento de composición retórica deja como niños recién nacidos a los sofistas del tiempo de Sócrates, uno que dio la vida por la verdad y no buscó excusas para escapar de sus opciones-. Quizá, y no debe sorprender, que más de algún actor o actora política, juegue con la figura de Sócrates planteando que ahora sí, él reivindica la ética en política…¡perdón..! pero ya lo vienen planteando desde tiempos pasados, incluso, con ello ganan elecciones, y si no es posible por esta vía, sencillamente, un golpe de Estado si falla el modo de operar privilegios, y todo por amor a un interés que se convierte pragmáticamente en verdad, vale decir, como punto de justificación de acciones y resultados….pero que, siendo honestos, esperamos comprender de buena fe aquello, no corresponde al verdadero interés social: mayor bienestar, menos privilegios, más y mejor ciudad, más democracia, menos contaminación publicitaria, mejor política, menos cinismo….

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