
Cuando el silencio significa ocultación.
Los ciudadanos no olvidan que durante las últimas elecciones presidenciales el candidato de la extrema derecha, José Antonio Kast, fue enrostrado por sus contradictores por el hecho de que su programa de gobierno negaba la existencia del fenómeno del “cambio climático”. Su excusa fue muy simple: el documento cuestionado, a pesar de haberse hecho público, era un simple borrador y las páginas sobre la materia, desaparecieron sin más, quedando en el aire una serie de preguntas importantes sin respuestas.
La primera, por supuesto, era la relativa a quiénes eran los autores del famoso borrador. La “prensa seria” no se molestó en indagar los nombres de los negacionistas, que bien pudieron haber sido académicos o empresarios destacados y que, de haber tenido el coraje intelectual, habrían salido en defensa de sus planteamientos.
Otra cuestión importante, que el candidato nunca aclaró, ni entonces ni ahora, es que su misterioso borrador programático coincidía curiosamente con la opinión de dos líderes mundiales de la derecha, Donald Trump y Jair Bolsonaro, que no solo desconocían la existencia del fenómeno sino que alentaban políticas nefastas tendientes a justificar la masiva deforestación del planeta. Al contrario, Kast peregrinó a los EE.UU. y a Brasil a rendirles pleitesía sin reservas.
¿A qué vienen estas consideraciones?
Pues, al simple hecho de que la Iglesia Católica, en la palabra del Papa Francisco, ha vuelto a alertar no solo a fieles de esa confesión religiosa sino que a la humanidad entera sobre los graves peligros que se ciernen sobre el planeta debido a la crisis ambiental y social que estamos viviendo. Si ya en la encíclica Laudato si, el pontífice romano había enfocado globalmente el problema en cuestión, ahora, en la exhortación apostólica Laudate Deus hace hincapié en las consecuencias casi irreversibles del actuar de los gobiernos y de las personas.
A nivel global, se trata de concientizar a la población sobre la quimera del progreso ilimitado, desechando el hecho indiscutido de que los recursos que proporciona la naturaleza son limitados, como lo demuestra el hecho constatado de que la capacidad de renovación de los recursos en un período de un año es agotada en los primeros ocho meses, es decir el modelo económico degrada el medio ambiente, a lo menos en un 33% cada período.
La creencia de que el progreso tecnocrático será suficiente como para restablecer el equilibrio regeneración / consumo, no resiste prueba alguna. El incremento de la población mundial, que en pocas décadas sobrepasará los 10.000 millones de individuos, implica un desafío difícil de enfrentar tanto por el natural requerimiento alimenticio que ello significa como por el desperdicio de miles de toneladas generados a nivel de los países desarrollados. Si a ello se suma el hecho de la masiva contaminación del planeta, que está afectando los océanos y las fuentes de agua en general, la amenaza deja de ser tal para transformarse en una realidad inquietante.
Las responsabilidades ante la amenaza del colapso, son personales y recaen especialmente en los grupos de altos ingresos que eluden sus obligaciones sociales, políticas, económicas y morales.
Por eso, no deja de llamar la atención la liviandad con que los medios de comunicación que pretenden guiar la conciencia colectiva, tratan este problema ocultando su esencia misma para no herir el modelo de la sociedad de consumo cuyo freno es indispensable para asegurar la subsistencia del género humano y de las demás especies animales y vegetales.
Si la gran prensa cumpliera con el mínimo indispensable que es dar a conocer este documento papal y tantos otros estudios sobre estos temas, estaría haciendo un aporte positivo. Su silencio implica una complicidad activa imperdonable.
El editorial hace hincapié en el vergonzoso silencio de los medios de la prensa empresarial sobre lo que dicen los científicos sobre las causas del calentamiento global. Con esa actitud distorsionada de dicha prensa contribuye a aumentar la ignorancia acerca de la verdad: el calentamiento global ha sido causado por el Homo sapiens.
Se agradece el texto no solo por exponer el negacionismo en el silencio que oculta, también por exponer la irresponsabilidad de los medios