«Condenar toda acción criminal contra policías y ciudadanía es una responsabilidad indiscutible. Combatir el narcotráfico y la delincuencia, también. Del mismo modo nos obliga a reconocer que, si hoy, estas lacras sociales  «campean» en chile, es por las incapacidades e insuficiencias de las instituciones policiales para combatirlas y derrotarlas. Su fracaso, va , de la mano del estado, pues, hasta aquí no han estado a la altura para vencer este flagelo social.»

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De errores no forzados y otros puntos.

El miércoles 5 de abril, la ministra de Interior y Seguridad Pública Izkia Siches, en exposición ante la Comisión de Seguridad de la Cámara de Diputados y Diputadas, hizo una acusación impactante calificando los hechos denunciados como “una chambonada impresentable” que el gobierno de Piñera “tapó con tierra, no sé cómo”. Concretamente, agregó: “Identificamos que uno de los aviones de las expulsiones que se hicieron, por ejemplo, a Venezuela, retornó con las mismas personas, ¡Con todos los pasajeros expulsados!”.

Las expresiones de la Ministra auguraban un sismo de gran intensidad. Y así fue. A las pocas horas, se constató que los hechos denunciados no eran tales y la secretaria de Estado se vio obligada a pedir disculpas. Bien pudo ser un error de información (del cual se responsabilizaría a la funcionaria Carmen Gloria Daneri) o de una inadecuada lectura y comprensión de los antecedentes.

Con una oposición de derecha al acecho, tanto política como comunicacionalmente, este tipo de errores cuestan caros y afectan la confiabilidad en el Presidente y el Gobierno. Las descoordinaciones han mostrado escasa preocupación al momento de tomar las decisiones (designación de dos seremis simultáneos de vivienda en La Araucanía, de dos seremis de Ciencia y Tecnología en el Bío Bío, querella por “delitos comunes” en Contulmo) son gotas que socavan la imagen gubernativa. La asunción de cargos de autoridad no constituye la matrícula en una escuela de aprendizaje sino un compromiso de asumir seriamente las responsabilidades asignadas y de tener el criterio necesario para entender que cuando se es Gobierno, cada palabra, cada decisión, trae consecuencias.

El nuevo gobierno debe entender que la “luna de miel” ha sido harto más breve de lo que se esperaba.

Se quiera o no, su destino está ligado políticamente a dos hechos fuertes: la aprobación o rechazo del “quinto retiro” y, un poco más allá, la aprobación o rechazo de la propuesta que emane de la Convención Constituyente.

El “Quinto Retiro” constituye de por sí un desafío mayúsculo para la administración que comienza. Diversos sectores de la Cámara Baja, tanto de derecha, como de centro, como de izquierda oficialista) ya han manifestado su intención de concurrir con sus votos a aprobarlo. Se trata de una actitud bastante populista puesto que la inmensa mayoría de los afiliados de bajos ingresos no tiene fondos disponibles en sus cuentas después de los tres retiros anteriores, de tal forma que la propuesta solo terminará beneficiando a los quintiles de mayores recursos. La sola constatación de que el primer trimestre del 2022 ha elevado la venta de vehículos nuevos a cifras records, así lo demuestra.  Además, es notorio que el país está enfrentando una crisis inflacionaria fuerte que no se atenuará en el corto plazo, lo que implica el ingreso de una importante masa monetaria que incrementará naturalmente las alzas generalizadas de precios en perjuicio de los sectores más vulnerables, y un deterioro del valor de las inversiones accionarias que actualmente tienen las AFPs en perjuicio directo de quienes opten por no retirar ya sea por voluntad propia o por estar cercanos a pensionarse. El “gallito” entre el Gobierno (cuyo rostro para este efecto es el secretario de Hacienda Mario Marcel) y su coalición parlamentaria, podría afectar el destino de la novel administración.

La forma en que se maneje el proceso constituyente es el otro reto que está por delante. Si bien la Convención es formalmente autónoma, ello de manera alguna puede significar que otros actores de la sociedad estén privados de opinar e incluso de presionar para que se adopten las enmiendas indispensables. Dejar simplemente que las cosas fluyan, sin definir los diques de contención que la sensatez impone, puede significar un atentado al éxito del actual mandato. Con todo lo que ello pueda significar, parece indispensable que el presidente Boric se juegue sus cartas especialmente frente a la actitud de algunos grupos oficialistas. Como alguien comentó, “el enemigo está en la cama” y no advertirlo es ingenuo.    

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