De temblores e incertidumbres.
El país pasa por una etapa sumamente complicada, no solo por lo que estamos viviendo sino por la carencia de un sueño de futuro que nos permita vislumbrar al menos las líneas gruesas de lo que va a suceder.
El actual gobierno ha entrado en una fase terminal ya que, si se quiere ser realista, estamos mentalmente en marzo 2025. Todos los gobiernos democráticos, al concluir su período, procuran cerrar los libros, concluir e inaugurar las obras emprendidas, justificar sus errores y dar explicaciones sobre lo no hecho tal como se había prometido en tiempos de campaña.
El “caso Boric” se ve distinto. A sus graves problemas de gestión, que lo obligaron a recurrir a los cuadros políticos y técnicos de la tan vilipendiada Concertación para subsistir, se le sumaron las secuelas del mayor escándalo – penal, moral y político – del último tiempo. Las aventuras develadas del otrora poderoso subsecretario Monsalve, clavaron una puñalada en el corazón del oficialismo y el torpe manejo de la situación sirvió de pábulo para una oposición implacable. La prensa – papel y la TV se han dado y se siguen dando un festín y no será fácil quitarle la presa de sus fauces. Como bien señalaba un estudioso de la historia patria, jamás El Mercurio dedicó tantas páginas seguidas a un hecho policial. Ni para el asesinato del general Schneider ni para el homicidio alevoso del general Carlos Prats ni para los crímenes masivos de Lonquén o de Laja, ni para el atentado terrorista contra Orlando Letelier, hubo tanto esfuerzo periodístico como en este caso.
Se trata ahora de un trabajo minucioso de zapa para demoler el gobierno con la mira puesta en las presidenciales del 2025. Un razonamiento muy básico permite al diario mencionado y a los sectores que él defiende, concluir que el fracaso de Boric deriva necesariamente en la victoria de la derecha.
Pero las cosas no son tan simples.
Todo indica que un balotaje entre la extrema derecha (republicanos) y una buena candidatura de centro izquierda, llevará al triunfo de este sector tal como ya sucedió en 2021 (Boric vs.Kast). Por esa razón, las fichas se han ido jugando a la derecha tradicional y específicamente al nombre de Evelyn Matthei, entendiendo que ella no suscita el rechazo de JAK y podría ampliar su adhesión electoral hacia grupos ciudadanos más centristas. Las dudas, a este respecto, surgen del escaso apoyo logrado en las últimas elecciones por Evópoli, demócratas y el proyecto mercurial de Amarillos.
Hasta ahora, el esfuerzo se ha centrado en relevar el nombre de Matthei, lo que constituye un error garrafal ya que la ex alcaldesa de Providencia registra hasta ahora un alto nivel de conocimiento. Insistir en mostrarla como comentarista del acontecer nacional, es claramente un esfuerzo inútil que proporcionará escasos dividendos, más aún cuando sus intervenciones carecen de sustancia y se limitan a repetir eslóganes que la ciudadanía ha escuchado mil veces.
El pasado domingo 17, El Mercurio publicó una larga entrevista a Evelyn con una foto tipo afiche de campaña, indicando que ella ya “habla como presidenciable”. A pesar de lo extenso del texto, aparecen claramente las falencias conceptuales de la candidata. Empeñada en lograr adhesiones mayores a nivel nacional, reafirma su apoyo a cada uno de los candidatos de su sector que van al balotaje en la elección de Gobernadores Regionales de hoy. Pero, en materias programáticas, su aporte es prácticamente nulo. Prometer que se “trabajará en forma muy seria contra la inmigración ilegal y contra el crimen organizado” aporta casi nada al debate si no se especifica cómo, pues ambos son problemas que se arrastran desde hace una década. Matthei luego de formular apasionados llamados a la unidad de su sector (develando los graves problemas internos que lo aquejan) sorprendentemente pone a la Concertación como el modelo a seguir. A continuación, vienen sus visiones ideológicas.
“La sociedad en la que yo creo es de crecimiento con equidad. Está muy comprobado que las sociedades con menos diferencias entre los que más tienen y los que menos tienen, son sociedades más sanas, con menos deficiencias, con menos odiosidades. El soporte moral de un sistema de un sistema de mercado es justamente la meritocracia. Ese es el país al que yo aspiro”.
La proclama de la aspirante a candidata choca, a todas luces, con la realidad. Cree, ella, que los que tienen más lo han logrado gracias a sus méritos. ¿Acaso no leyó la entrevista del ex senador Pablo Longueira, un mes antes, cuando declaró “Fui convocado a un partido de derecha comprometido con el mundo de los pobres y ese partido, para mí, no existe? ¿ O cuándo el mismo Mercurio informa que “los matriculados en las universidades más selectivas privilegian después los colegios de élite para sus hijos”? Una cosa es ser ingenua. La otra, más grave, es pensar que los ciudadanos no se dan cuenta que las estructuras económico – sociales tienden a perpetuar indefinidamente las diferencias a que se refería Evelyn.
No solamente vaya mi aprecio al autor de este artículo «De Temblores e Incertidumbres», en el cual se nos presenta una gran realidad de lo que está oconteciendo en nuestro aporreado país, sino que también vaya mi aplauso por atreverse a presentar ejemplos actuales de políticos incapaces que pretenden controlar a Chile.