
Editorial. Desde el agobio a la esperanza.
El próximo viernes 6 de marzo deberá asumir el mando del país el presidente electo Gabriel Boric. Se trata, sin duda, de un momento histórico aunque tradicional dentro de las democracias formales.
La asunción del nuevo mandatario no es un simple acto ceremonial sino un cambio sensible en el eje político, económico, social, cultural y medio ambiental.
Boric recibirá un país agobiado por las demandas, todas urgentes, de la población y por una clara situación de desgobierno que, paradojalmente, encuentra en el mayor problema contingente – la pandemia – la única tabla salvavidas para defender y justificar al gobierno que cesa en sus funciones.
Las nuevas autoridades asumen a caballo de un ambicioso programa que se justifica plenamente en su enfoque general al anunciar que dará respuestas a multitud de requerimientos que son impostergables pero cuyo cumplimiento y ejecución paulatinos serán impuestos por la realidad.
Es esperable que encuentre la oposición abierta o sibilina de la casta de los privilegios que para la defensa y protección de sus intereses no solo contará con los sectores políticos afines sino también con la orquestada y siempre bien dispuesta colaboración de los grandes medios de comunicación que controlan. Pero, sin duda el mayor riesgo lo encontrará en el “enemigo interno” cegado de fundamentalismo e irracionalidad. El solo hecho de que miembros destacados de la nueva coalición gobernante se autoproclamen como los ángeles custodios del cumplimiento del programa, daña profundamente la confianza ciudadana en el equipo que asume y alienta actitudes sociales negativas que terminan siendo un factor dañino para la gestión.
Gabriel Boric entre la primera vuelta de noviembre y la segunda vuelta de diciembre, prácticamente dobló su votación, pero constituiría un grueso error suyo pretender –como lo hizo Piñera – que esa enorme votación adicional es incondicional.
Los nuevos tiempos en principio no superan los cuatro años. Gobernar en ese período implica combinar esperanza con realismo. El nuevo Presidente se ha caracterizado por hablar con la verdad. Si tal herramienta es usada para cumplir la dura tarea de hacer pedagogía social logrando que la gente comprenda adecuadamente la complejidad de la gestión gubernativa, sin duda se habrá dado un paso fundamental para consolidar la senda hacia el futuro.
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