
EDITORIAL. Las ciudades y sus humedales
La convención relativa a los humedales de importancia internacional, especialmente como hábitat de aves acuáticas, se conoce como Convenio de Ramsar, ciudad de Irán, situada a orillas del mar Caspio. En ella se firmó el 2 de febrero de 1971 la Convención sobre los Humedales la que entró en vigor el 21 de diciembre de 1975.
Su principal objetivo es «la conservación y el uso racional de los humedales mediante acciones locales, regionales y nacionales y gracias a la cooperación internacional, como contribución al logro de un desarrollo sostenible en todo el mundo».
Pronta a llegar esa fecha, y haciendo un balance del estado de la salud de los humedales urbanos y periurbanos en las ciudades del país, debemos llegar a la conclusión de que su situación es, por lo menos, deplorable.
Es así como, a pesar de contar con la Ley de Humedales Urbanos N°21.202 y su Reglamento, vigente desde el 24 de noviembre de 2020 por el Decreto N°15 del Ministerio del Medio Ambiente (MMA) –que modifican diversos cuerpos legales con el objetivo de proteger los humedales urbanos– ellos siguen tan o más desprotegidos aún que antes de la vigencia de la ley. En efecto, han seguido siendo agredidos por ciudadanos inconscientes e irresponsables –incluyendo a sus propietarios– mal acostumbrados a no respetar las leyes bajo la certeza de que no hay fiscalización efectiva por parte de las instituciones correspondientes de los municipios y las dependientes de ministerios, como el MMA, el MOP y el MINVU y que, por lo tanto, no serán sancionados.
De este modo, observamos como estos importantes cuerpos de agua acumuladores de carbono plenos de vida, van disminuyendo su superficie, achicándose día a día bajo toneladas de rellenos con tierra, escombros y basura para transformarlos finalmente en terrenos de mala calidad, luego urbanizarlos, construir sobre ellos y también utilizarlos para obras viales.
Vemos asimismo que, en la práctica, tampoco operan el «Comité Nacional de Humedales», creado por MMA en octubre de 2023, ni los comités regionales y comunales de humedales, enmarañados por la sempiterna burocracia y las ‘reunionitis’. Se siguen perdiendo así, lastimosamente los humedales urbanos, hermosos parajes indispensables para el goce de la fauna y de los ciudadanos, para la educación de la niñez y juventud y para contrarrestar los embates provocados por la crisis y el cambio climático.
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