«El Socialismo «Democrático» se está tomando el gobierno, esto, más el rechazo a la Reforma Tributaria, ¿llevará al gobierno a Cambiar los ejes de su programa?»

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Editorial. ¿Qué nos depara el futuro?

Equipo laventanaciudadana.cl

Periodismo ciudadano.

Concluidas las vacaciones estivales, que para la gran mayoría de nuestros habitantes son más simbólicas que reales, el país retorna a su vida habitual con la sarta de cuestiones que todos nosotros conocemos.

El retorno a clases de millones de estudiantes trae aparejados los tradicionales problemas de transporte colectivo y la vida de los trabajadores urbanos, tanto obreros como empleados, se transforma en una secuencia de jornadas que se inician antes de que salga el sol y concluyen en las tinieblas del ocaso. El mundo rural, lento y parsimonioso, procura subsistir en silencio, con los alimentos que fueron salvados de los incendios y a la espera de las ayudas del Estado que les permitan acceder a productos que encarecen día tras día.

Es evidente que el proceso constitucional ocupará un lugar relevante en las preocupaciones ciudadanas pero tal como están las cosas, sería ingenuo imaginar que su conclusión pudiera traer aparejados de pronto cambios sustanciales en la vida cotidiana de las personas. Por lo demás, las elites políticas preservarán sus posiciones de poder, dado que el sistema pactado así lo permite, siendo poco probable que se consoliden reformas importantes. Sin perjuicio de las responsabilidades que a “expertos” y “consejeros constitucionales” puedan atribuirse en el cumplimiento de la tarea asignada, sería de necios negar que la principal culpa recae en la fracasada Convención Constitucional que, embriagada en su afán populista y refundacional, llevó fatalmente a un categórico rechazo.

En lo que se refiere a la operación del Estado, las cosas no se vislumbran fáciles, Aunque el presidente Boric ha ido elevando paulatinamente sus niveles de apoyo en las encuestas y en el siempre preocupante campo económico hay visos ciertos del surgimiento de algunos “brotes verdes”. La gestión del ministro Marcel ha mostrado seriedad, capacidad de diálogo, manejo responsable de las cuentas fiscales, lo que se ha traducido en favorables juicios tanto a nivel interno como internacional.

Pero, muchas fieras se encuentran al acecho y parecen buscar no el bien del país sino claramente el fracaso del gobierno.

El problema puntual más inmediato es el relativo a la iniciativa que promueve el retiro de los fondos previsionales de los trabajadores. Aunque los hechos han demostrado que los retiros tienen graves consecuencias (la alta inflación es una de ellas) y que no cabe duda que un elevado porcentaje de trabajadores carecen virtualmente ya de fondos a retirar, los promotores de la iniciativa persisten en ella. El propio Partido Comunista se ha sumado a la demagogia, pretendiendo exigir como condición la inmediata elevación del salario mínimo a $500.000.- y la “congelación” de precios de diversos artículos de primera necesidad lo que es a todas luces inviable.

Grupos estudiantiles, por su lado, ya antes de que se inicie el período de clases, están llamando a protestas. Si estos jóvenes actuaran con madurez y responsabilidad, habrían hecho entrega oportunamente a la autoridad de un pliego concreto de peticiones, con indicación de lugares y plazos razonables para traducir en hechos sus objetivos. Peor aún, nuevamente el Partido Comunista llama también a “movilizaciones sociales” desconociendo que la propia colectividad es parte del Gobierno lo que implica el deber moral de estar con él “a las duras y a las maduras”.

Al iniciarse marzo, los dos principales partidos de oposición – UDI y Renovación Nacional – han anunciado que rechazarán la “idea de legislar” en materia de reforma tributaria, actitud con la que buscan defender los intereses de los grupos económicos y financieros en que se sustentan, al tiempo que procuran el fracaso del programa del oficialismo. Arrastrados por el populismo de extrema derecha representado por el Partido Republicano, renuncian a sus discursos de diálogo democrático para encerrarse en su dogmatismo conocido.

Como puede apreciarse, los desafíos son surtidos. Lo que no puede olvidarse, es que las actitudes que se adopten en el día de hoy tendrán consecuencias en el día de mañana. Y estas, de seguro, no se ajustarán a lo que el país merece y espera.   

Concluidas las vacaciones estivales, que para la gran mayoría de nuestros habitantes son más simbólicas que reales, el país retorna a su vida habitual con la sarta de cuestiones que todos nosotros conocemos.

El retorno a clases de millones de estudiantes trae aparejados los tradicionales problemas de transporte colectivo y la vida de los trabajadores urbanos, tanto obreros como empleados, se transforma en una secuencia de jornadas que se inician antes de que salga el sol y concluyen en las tinieblas del ocaso. El mundo rural, lento y parsimonioso, procura subsistir en silencio, con los alimentos que fueron salvados de los incendios y a la espera de las ayudas del Estado que les permitan acceder a productos que encarecen día tras día.

Es evidente que el proceso constitucional ocupará un lugar relevante en las preocupaciones ciudadanas pero tal como están las cosas, sería ingenuo imaginar que su conclusión pudiera traer aparejados de pronto cambios sustanciales en la vida cotidiana de las personas. Por lo demás, las elites políticas preservarán sus posiciones de poder, dado que el sistema pactado así lo permite, siendo poco probable que se consoliden reformas importantes. Sin perjuicio de las responsabilidades que a “expertos” y “consejeros constitucionales” puedan atribuirse en el cumplimiento de la tarea asignada, sería de necios negar que la principal culpa recae en la fracasada Convención Constitucional que, embriagada en su afán populista y refundacional, llevó fatalmente a un categórico rechazo.

En lo que se refiere a la operación del Estado, las cosas no se vislumbran fáciles, Aunque el presidente Boric ha ido elevando paulatinamente sus niveles de apoyo en las encuestas y en el siempre preocupante campo económico hay visos ciertos del surgimiento de algunos “brotes verdes”. La gestión del ministro Marcel ha mostrado seriedad, capacidad de diálogo, manejo responsable de las cuentas fiscales, lo que se ha traducido en favorables juicios tanto a nivel interno como internacional.

Pero, muchas fieras se encuentran al acecho y parecen buscar no el bien del país sino claramente el fracaso del gobierno.

El problema puntual más inmediato es el relativo a la iniciativa que promueve el retiro de los fondos previsionales de los trabajadores. Aunque los hechos han demostrado que los retiros tienen graves consecuencias (la alta inflación es una de ellas) y que no cabe duda que un elevado porcentaje de trabajadores carecen virtualmente ya de fondos a retirar, los promotores de la iniciativa persisten en ella. El propio Partido Comunista se ha sumado a la demagogia, pretendiendo exigir como condición la inmediata elevación del salario mínimo a $500.000.- y la “congelación” de precios de diversos artículos de primera necesidad lo que es a todas luces inviable.

Grupos estudiantiles, por su lado, ya antes de que se inicie el período de clases, están llamando a protestas. Si estos jóvenes actuaran con madurez y responsabilidad, habrían hecho entrega oportunamente a la autoridad de un pliego concreto de peticiones, con indicación de lugares y plazos razonables para traducir en hechos sus objetivos. Peor aún, nuevamente el Partido Comunista llama también a “movilizaciones sociales” desconociendo que la propia colectividad es parte del Gobierno lo que implica el deber moral de estar con él “a las duras y a las maduras”.

Al iniciarse marzo, los dos principales partidos de oposición – UDI y Renovación Nacional – han anunciado que rechazarán la “idea de legislar” en materia de reforma tributaria, actitud con la que buscan defender los intereses de los grupos económicos y financieros en que se sustentan, al tiempo que procuran el fracaso del programa del oficialismo. Arrastrados por el populismo de extrema derecha representado por el Partido Republicano, renuncian a sus discursos de diálogo democrático para encerrarse en su dogmatismo conocido.

Como puede apreciarse, los desafíos son surtidos. Lo que no puede olvidarse, es que las actitudes que se adopten en el día de hoy tendrán consecuencias en el día de mañana. Y estas, de seguro, no se ajustarán a lo que el país merece y espera.   

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