«Somos naturaleza. Poner al dinero como bien supremo nos conduce a la catástrofe»

José Luis Sampedro

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EDITORIAL. Una cuestión no muy hermosilla.

Equipo laventanaciudadana.cl

Periodismo ciudadano.

Aunque las tradicionales elites chilenas han procurado bajarle el perfil al “caso Hermosilla”, bautizándolo sibilinamente como el “caso Audio”, es claro que el asunto ha adquirido una notoriedad inocultable no solo a nivel país sino que ha íraspasado nuestras fronteras siendo comentado copiosamente en la prensa escrita y la televisión de España, Francia, Alemania, EE.UU., entre otros países.

Cuando el empresariado y sus medios de comunicación se esfuerzan para demostrar que Chile no es actualmente un terreno propicio para hacer negocios, considerando la orientación política del actual gobierno y el exceso de “permisología”, los hechos han terminado por imponerse.

El caso en cuestión va más allá de lo meramente individual – acción dolosa y reiterada de un eventual sujeto delincuente – ya que el fango removido ha develado un mundo paralelo preocupante.

Una red importante de financistas, articulada por un abogado especializado en mover y remover tenebrosos lazos de influencia e intereses, se había estado manejando en un mundo de tráfico de influencias, de cohechos y sobornos, de falsificaciones de documentos, de fraudes tributarios y de lavado de activos, corrompiendo funcionarios del Estado y dañando el bien común general.

Se hace indispensable dejar establecido que casos como el presente no son nuevos, aunque nadie se preocupe de refrescar la memoria ciudadana pues al parecer de algunos no es bueno agitar aguas que están tranquilas aunque sean fangosas.

Una lista rápida nos permite recordar, ya en democracia, sucesos como el de los pino-cheques”, la oscura tramitación de la ley de pesca conocida como “ley Longueira”, la diluida investigación sobre el financiamiento ilegal de la política, la pretensión personal del dueño de la CMPC de obtener de la Fiscalía la paralización de la causa en que aparecía involucrado el cura regalón del sector oriente de la capital. Estos son ejemplos de una plaga infecciosa de corrupción pero que constituye a todas luces una amenazante pandemia.

“Cuando más corrupto es el Estadio más leyes tiene” dijo Tácito, célebre senador y cónsul romano   y, como señaló el juez de la Corte Suprema de los EE.UU. Louis Brandey, “la luz del sol (o sea, la transparencia) es el mejor desinfectante”.

Se trata, en este tipo de casos, de situaciones que, una por una, configuran delitos, pero que, sumadas la una con la otra, constituyen una trama dolosa organizada que indica la existencia, como acusó un Fiscal. de una verdadera “banda criminal”. Por lo tanto, la dictación de nuevas leyes, la tipificación de  nuevas figuras delictivas, el aumento de las penas establecidas, son acciones útiles para abordar la corrupción pero, en ningún caso, pueden considerarse como suficientes.

Los parámetros fijados por estos dos personajes deberían servirnos de base para configurar una verdadera cruzada nacional contra la corrupción.

Ello implica definir, sin ambigüedades ni medias tintas, las conductas dolosas, como las comentadas a modo de ejemplo, que quebrantan los valores esenciales en que se sustenta una institucionalidad democrática decente.

Paralelamente, debe mantenerse una campaña comunicacional permanente destinada a socializar estos valores de tal forma que cada ciudadano tome conciencia acerca de cuáles son esos principios, de la responsabilidad que a cada uno cabe en este terreno, del costo que su violación tiene para la comunidad en general, de la necesidad imprescindible de educar a las nuevas generaciones en todos estos aspectos.

En materia penal, debe avanzarse en el establecimiento de sanciones ejemplares que consideren la “muerte cívica” de estos delincuentes, privándoles de todos sus derechos políticos, perpetua o temporalmente, inhabilitándoles para la postulación y ejercicio de funciones públicas y cargos de representación popular, responsabilidades educacionales a todo nivel, directorios de sociedades.

El tema de la corrupción desestabiliza los cimientos de una sociedad democrática y demanda, en consecuencia, respuestas rápidas y drásticas.  Si nos quedamos dormidos o actuamos con indiferencia, mañana será demasiado tarde.    

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