
EE.UU.: Ingreso a las Universidades.
Conocida la información acerca de cómo algunos postulantes a universidades norteamericanas pagaban por quedar seleccionados, las expresiones de estupor se escuchan allí y en todo el mundo. “¿A dónde vamos a llegar?” se preguntan muchos, mientras se llevan las manos a la cabeza.
La verdad, sin embargo, es que, grave y todo, lo acontecido no debiera sorprendernos tanto. Cuando a diario se hace la apología del dinero y de lo mucho o todo que este puede comprar, cuando se instala el discurso de que nos educamos solo para conseguir luego buenos trabajos y que trabajamos solo para hacernos ricos, aumentar la productividad, y con ello el PIB del país; cuando lo que más importa es el crecimiento económico y no el desarrollo de ese tipo y menos aún el desarrollo humano, todo puede suceder.
Y algo más: cuando de la satisfacción de derechos fundamentales (la educación es uno de ellos) se hace nada más que una oportunidad de negocios, como pasa también con la salud y la previsión, no se puede evitar que esa satisfacción se transforme en una industria; es decir, en un conjunto de actividades que mueven mucho dinero y benefician poco a las personas.
Y para el final: si las universidades chilenas pudieran estar destinando nada menos que el 20% de sus vacantes a cupos especiales que ofrecen a presumibles deportistas o personas con alguna inquietud artística, ¿no sería del caso que cada universidad sincerara sus cifras en tal sentido? Porque, claro, allí hay una eventual fuente de corrupción, consistente en que podrían entrar los que pagan, o los más pudientes que ofrecen garantías de permanecer al día en el pago de los aranceles, o los que son amigos de los dueños y autoridades de la universidad, o los que tienen mayor afinidad ideológica con aquellos.
También en esto habría que transparentar.
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