El Molino
Desde Castelar, Argentina
EL MOLINO
Tan de cuento de hadas es el camino, que de pronto cerrando los ojos me he sentido como una lánguida nube, larga,
suave, que por el cielo se desplaza.
Sin apuro deambulo buscando un lugar alto, lejano donde los acantilados
soportan los golpes enfurecidos del océano Atlántico.
Desafío entre rocas y agua, constante lucha de poderío.
Pero no me detengo en ellas, las dejo en su batir de sonidos perturbadores y ni que decir cuando el viento enfadado se acerca
es como una noche de meigas y su aquelarre.
Sólo busco un sendero estrecho de piedras y verdes pétalos, cuidando de no perder mi cuerpo vestido de niebla.
Llego
Allí está silencioso, oscuro, sin luces ni sonidos.
Ya no giran sus ruedas de piedra ni carga el agua
para lograr su cometido.
Las piedras tienen musgos, pero yo lo veo como alguna vez ha sido.
Hermoso.
Altivo.
Con destellos de sol en esas gotas que salpican su cuerpo.
Piedra sobre piedra, agua entrando y saliendo y ese fino polvo tan níveo que sin poder detenerlo escapa misterioso al encuentro de mis manos.
Y la piedra va moviendo el trigo.
Busco el curso del agua.
No lo veo, sólo un resto de una zanja profunda que dejaba ver piedras muy apretadas cubiertas de arena.
El paso me lleva a la puerta algo abierta
y allí, el eje de madera sosteniendo las piedras de la molienda.
Descanso…
Esa niebla que me cubre se extiende
rodea al molino, al cauce del agua entra
y mueve las piedras, los baldes se van cargando y salpican alegres
todo lo que a su paso encuentran.
Entre todos ellos convierten al lugar en mágico y recupera la vida de antaño.
Soy parte de ese resucitar lleno de misterio.
En un costado los cestos con los granos y del otro, las bolsas para cargar
el oro blanco listo para los alimentos.
Fuera de ese ámbito surrealista, los sonidos de las gaitas, las voces
de los niños jugando, los hombres y mujeres preparando el festejo.
Corrí la niebla como si fuera un telón.
Todo dispuesto como si fuera una escenografía.
La vida de esa aldea regresaba a ese tiempo.
Molinero vas dejando llenas las cestas.
La hora de repartir en poco rato comienza; ya se terminó la tarea pero
el agua sigue corriendo que ella también festeja
Todo está exultante, el molino es la estrella.
La harina de blanco pinta los helechos y las piedras.
EL agua sigue cantando y en su deslizar frasea…Molinero…molinero
ya terminó a molienda…
Suspendida en esa visión de un pasado no tan lejano comparo,
entonces una tristeza invade el pensamiento.
Todo mecanizado sin cantos ni risas.
Sin el placer enorme de la molienda.
Lo que significa para el campesino y su aldea.
Ya no se escuchará esa voz de vida
Molinero, molineroo, …molinerooo.
Ya no hay aguas cantarinas.
Ya no hay sueños.
Gladys Semillán Villanueva
Argentina
Junio 2024
D.R.A
Fuente de figuras:
https://www.xn--albario-9za.com/turismo/turismo-cultural/molinos-rio
Es un bálsamo leer tus palabras.
Tantas publicaciones de maldades y distorsiones de la naturaleza me molestan.
Un abrazo con intenso sentimiento.
Ester.