
El sentido ético-político del prójimo
En filosofía si el problema en discusión tiene directa relación con temas de ética y política, la idea de próximo (en cuanto prójimo) es central, pues éste comporta como idea existencial primaria en el ejercicio de pensar los modos de convivencia.
Acá la hipérbole no es retórica, ya que es el próximo el contenido propio de una construcción argumentativa sobre el valor de la justicia. En este sentido, el prójimo se estima es el punto de reflexión o de recogimiento de la situación existencial que pone en cuestión el modo de vida en común; vida en comunidad pedida por la exigencia de compartir por razones de subsistencia básica, hecho simple de entender. Mas a ello se suma el sentido trascendente del compartir que implica tener en su seno el respeto irrestricto de la dignidad humana. Así, y en el entendido de aquello, no existe posibilidad alguna que la filosofía escape de la tarea de reflexionar sobre la realidad socio-política, pues una de sus funciones, y quizá la más importante, es poner en su núcleo reflexivo los dilemas de la existencia. Y lo hace porque cada hecho de existencia, especialmente si en ello entra a tallar lo que lleva en sí la justicia, hace directa referencia a situaciones que revelan la importancia que tiene el otro u otra para la comprensión del significado de lo justo en una comunidad humana. De suyo, la misma idea de comunidad alcanza su sentido al momento que en un espacio abierto a la experiencia del próximo-prójimo, se establece su origen y su posterior desarrollo en el compartir históricamente una apreciación del significado de lo justo. Producto de la estimación, no pocas veces la sensación sobre lo que se entiendo por un obrar justo, lo reconocido como obrar legítimo en el espacio común, termina en norma escrita, lo cual significa aceptar que este obrar se impone como criterio de juicio, criterio que se visibiliza de manera práctica en la comunidad si la ocasión de su uso así lo pide.
En todo esto se juega lo que se entiende en el fondo por justicia. Para su lectura e interpretación se asume que la justicia, en cuanto concepto ético fundamental (encarna la mayor de las virtudes), refiere a un juego dinámico activado a solicitud de una realidad humana que solicita, demanda para ser preciso, que las partes de un rompecabezas social se ajusten a un propósito ya individual o ya colectivo pensado y acordado entre todos y todas. Hay en ello propósitos sin duda contradictorios, puesto que no necesariamente lo individual coincide con la demanda colectiva y viceversa. De este modo la tarea es acordar desde la aceptación de la apertura al prójimo como condición humana, qué lo discutido refleja (recoge) lo mayormente identificado como aquello común, lo que une y proyecta y no lo contrario. Si con la advertencia que toda justicia encarna un bien tenido más nunca cerrado de manera definitiva, vale decir, la voluntad no deja de mover a la persona para su plena conformación como persona. Apetencia de bien dirá más de alguien.
Lo anterior viene al caso en un tiempo que se muestra convulso por sucesos que perfectamente pueden distorsionan el sentido de lo próximo, por tanto, restringen peligrosamente el valor del prójimo y sus percepciones respecto de lo que éste entiende por justicia. Hay que reconocer el hecho que no es extraño en la historia que el prójimo se vea como un riesgo latente y real a veces, por el solo hecho de que piensa diferente, se viste distinto. Este fenómeno de corte existencial, se agudiza, entre otras variables, por factores pandémicos (la mascarilla es un síntoma del peligro potencial del próximo, de la instalación de la distancia. Todo este fenómeno se presenta como lo contrario a la proximidad, lo cual no es un problema menor, pues en ello se focaliza una comprensión de la realidad social construida desde el miedo a compartir historias y cuerpos en territorios comunes), o por discusiones constitucionales que exponen intereses de clase, privilegios heredados, o rencores acumulados. En fin, una realidad humana multicompleja que nos obliga a mantener la atención para no perder la mirada respecto del valor de la proximidad si es nuestro interés la construcción de un mejor espacio vital de bien.
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