
ENTREVISTA A ANDRÉ JOUFFÉ (Parte II)
– ¿Qué impresión te dejó el ex beatle Paul Mc Cartney?
– Es un tipo simple, sencillo. Es un mérito lo que hicieron Los Beatles. ¡Era gente que provenía del rasquerío puro! Seamos sinceros. Eran cabros marginales de Liverpool. Yo tuve la ocasión de conocer los hogares de estos niños. Eran hijos de mineros, muy humildes. Es muy meritorio lo que ellos lograron. Y hay que decir que lo que lograron fue gracias a grandes empresarios, porque la gente siempre ignora a los que están detrás de los exitosos. Paul Mc Cartney era un hombre muy enamorado de su primera mujer…después se casó con Linda, que murió de cáncer.
Es un tipo muy sensible y creo que se casó de nuevo porque no resiste la soledad.
– El cineasta Claude Lelouch…
– Un hombre frágil, un judío francés… muy dominado por la mujer.
Muy amigo de sus amigos, es un hombre contemporizador.
Quiere mucho a Chile, y creo que tiene tres películas buenas, de un total de treinta.
LAS LOCURAS DE UN CUERDO
Beirut 1980. André Jouffé, periodista chileno, hombre de mundo y muchos viajes, ha llegado a reportear en compañía de su mujer. Es de noche. Desde su pieza del hotel siente el vuelo de los aviones…y se trata de aviones de guerra. En cualquier momento puede caer alguna bomba sobre Beirut. Tratan de dormir, pero de pronto Jouffé salta de la cama empujado por su última y descocada idea:
-¡Oye, flaca!, y si me asomo al balcón para mostrarles mi circuncisión a los pilotos israelitas…¿crees que así me eviten?
¡Son cosas del impredecible Jouffé!
Eso dice cualquiera que conozca a este singular periodista y oiga de sus propios labios algunas de las peripecias y estrategias que ha urdido para entrevistar al jet set internacional.
Genéticamente curioso y culto por antonomasia, cuando Jouffé se junta con Jodoroswsky cualquier cosa puede pasar. Como por ejemplo, aquella vez en París en que descendiendo por la escalera automática de la estación de Rennes, el psico-mago le confesó a André:
-¿Sabes…? Fíjate que yo puedo verle la suerte a la gente por las huellas del culo. Basta con que te sientes en una fotocopiadora a poto pelado. El papel te muestra la edad, el pasado y el futuro del individuo. No te rías. Te prometo que es así.
A fin de cuentas ha estado con gente como Jane Fonda, Roman Polansky, Gabriel García Márquez, Francois Mitterand, Rudolf Nureyev, Peter O’Toole, Henry Moore, Jacques Chirac, Briggite Bardot, Rommy Schneider y Alberto Sordi, entre otros.
Ha navegado por el ameno reporteo deportivo, el subyugante periodismo erótico y el proceloso mundo político.
Hiperkinético, ciclotímico y buen amigo de sus amigos, siente la compulsiva necesidad de escribir y editar cada cierto tiempo.
- Una máxima norteamericana dice que toda relación periodista-personaje tiene una dosis de falsedad, ya que ambos ocultan sus verdaderos propósitos: vender una imagen por parte del entrevistado y encontrar las grietas de ese mensaje, por parte del periodista.
Tiene algo de apocalíptica esta sentencia, pero…¿qué opinas de ella?
– Esa máxima que acabas de citar corresponde a un hecho absolutamente cierto. Para ello les voy a dar un ejemplo de alguien muy conocido en Chile.
En una ocasión me fui de pelambre…a medio filo, con el ex suegro de la Tati Penna. Los dos estábamos medio cocidos y la pelamos a más no poder. Ocurre que le llegó este pelambre a ella, razón por la cual la Tati no me habló durante varios años. Pero después nos hicimos amigos y ella se hizo muy amiga de mi mujer. En un momento dado yo entrevisté a la Tati para la revista “Cosas” y la dejé como una princesa. Ello, a raíz de un compact-disc de tangos que ella lanzó. Un mes después ella me dice que desea entrevistarme. Al saber esto, mi mujer me dijo: - La Tati es amiga nuestra, pero una mujer no perdona los pelambres del pasado. Ten cuidado con la entrevista.
Quiso el destino que ese día yo llegara bastante frágil a darle la entrevista a la Tati Pena, en “El Divertimento”, famoso restorán del Cerro San Cristóbal. La entrevista fue ¡si-nies-tra!
Es decir, la Tati Penna esperó quince largos años para vengarse de mí.
De manera que en el axioma que tú citas hay mucho de verdad.
O sea, tarde o temprano te las cobran.
Debo reconocer que durante la entrevista ella fue muy simpática. Pero una vez que la leí, casi me voy de espaldas.
Y eso me causó mucho daño profesional.
UNA FONDA COQUETA
Hacia 1979 la campaña contra el gobierno chileno recién empezaba a declinar en el extranjero y pocos artistas concedían entrevistas a gente que proviniera de este rincón de Sudamérica. Inspirado o avalado en aquel apotegma que dice que el fin justifica los medios, Jouffé sacó viejas credenciales de una publicación alemana y germanizó su inglés para abordar a la actriz Jane Fonda.
- Se dijo de esa entrevista que la Jane Fonda había coqueteado contigo, pero tú te inhibiste…
– Y debo admitir que así fue. El hecho es que súbitamente estaba sentado al frente de este símbolo del cine, segunda generación de su familia en la pantalla, mujer controvertida, activista política, ex feminista, estrella de Hollywood y el mundo, ex esposa de Vadim, ex símbolo erótico. En resumidas cuentas, se trataba de un bello monstruo.
Ella lucía jeans ajustados, blusa azul, aros. Mientras la regaba con preguntas de rigor, Jane miraba y miraba el cielo del café. Sonreía como publicitando un dentífrico y la frivolidad de su comportamiento se contraponía abiertamente con sus respuestas frías y certeras.
- ¿Y cuál fue la reacción tuya?
-Esta actitud me tenía perplejo, complicado, nervioso. Era como tratar con un salmón mojado al que no se agarra, sino con tenazas. Pero en ese momento debí alegrarme por mi situación, porque lo que sobrevino fue peor. Ella cambió de objetivo, clavó las pupilas en las mías, sin pestañear. Luego comenzó a abrochar y desabrochar un botón de la blusa. Mis preguntas continuaban serias y sus respuestas…más serias todavía. Me estaba tomando el pelo. Tan abrumadora era la superioridad que comencé a desarmarme de veras. La actriz advirtió que había llevado su juego muy lejos. Más seriecita, dijo: -”O.K., está bien, ahora te dejaré tranquilo”. Yo le pregunté si me estaba embromando y ella respondió serenamente:
-“Sí. No es lindo jugar con la gente, pero tú estás consiguiendo un golpe con tu entrevista y yo, por lo menos, tengo derecho a entretenerme. No te preocupes, no te haré sufrir más”, agregó.
La verdad es que pocas veces me ha sucedido algo así…pero me pasó.¡Y nada menos que con la Jane Fonda! Que me perdonen tus lectores…(Sonríe) - En tu nómina de entrevistados notables, quisiera detenerme en un binomio insoslayable. ¿Se puede encontrar un elemento común en entrevistados como Kissinger y Nixon?
-Sería difícil. Y es que se trata de políticos muy diferentes, que formaron una dupla muy potente, pero con características muy disímiles.
En el caso de Nixon, me correspondió entrevistarlo en el momento que vivía una etapa muy especial y que me atrevería a denominar como el reposo del guerrero. Se trataba de un hombre totalmente agobiado por una torpeza cometida en su gobierno y que le había costado la renuncia. - En el caso de Kissinger, ¿es el más agudo en las respuestas, como lo asegura su biógrafo Walter Isaacson?
– Kissinger es de respuestas analíticas. En el fondo, las suyas no son entrevistas. Más bien se tratan de análisis sobre situaciones contingentes globales. - En el plano de las estrellas del cine, ¿qué impresión te dejó Vittorio Gassman?
– Un gallo fuerte, inmenso. Era un tipo de un metro 88 más o menos. Un tipo simpático, buen comedor, ameno en la tertulia. Un tipo sumamente agradable que lo pasó bien en vida. - Luego, sus personajes le deben haber salido de manera natural.
– Exactamente. Al igual que Alberto Sordi, Vittorio Gassman no se ponía en el lugar de sus personajes. Es que eran ellos. En la vida real, Gassman y Sordi eran como tú los veías en las películas.
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