«El afán de riquezas es una gravísima enfermedad, capaz de corromper no solo el ánimo humano, sino también la sociedad y la vida civil».  Anónimo.

 

 

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¿Desarrollo sustentable o desarrollo regenerativo?

Carlos Bonifetti Dietert

Ingeniero C. Mecánico UdeC. Ambientalista.

El  desarrollo de la humanidad se ha conducido a través de los siglos de un modo degenerativo con altas tasas de extracción del capital natural para satisfacer culturas de consumos suntuosos. Así hemos provocado un gran crecimiento de la población mundial y un alto grado de desigualdad social que ha favorecido solo a unos pocos, de proporciones ya insostenibles.

Los humanos hemos  olvidado que el mundo natural es en sí un ente vivo que mantiene toda vida en el planeta, incluyendo la nuestra. Esto ha llevado a desequilibrios físicos, energéticos biológicos y energéticos que están modificando el clima en la Tierra con consecuencias ya predecibles científicamente, ampliamente estudiadas.

El cambio climático (o crisis climática) ya ha impactado fuertemente la vida en el planeta, afectando con severidad a la biodiversidad y los ecosistemas, lo que limitará en corto plazo nuestra capacidad de sobrevivencia. En un informe del Banco Mundial se prevé incrementos de la temperatura del planeta de hasta  4°C en la temperatura, a corto plazo, incluso antes de 2060. El límite atmosférico máximo tolerable de CO2 equivalente, para haber mantenido un planeta en condiciones como las que hemos conocido durante la humanidad, es de 350 ppm límite que se sobrepasó en 1987 y continuó aumentando.

Los análisis realizados por eminentes científicos, nos indican que las propuestas hechas por los países hasta hoy no son suficientes para enfrentar la crisis climática. En un estudio científico reciente se  determina que el paquete de contribuciones presentadas logrará apenas una reducción de temperatura de 0,17°C a 0,2°C al año 2100.

A pesar de contar con tanta información y conocimiento no lo hemos usado para tomar decisiones inteligentes sino todo lo contrario: malas decisiones, haciendo  más de lo mismo y pensando que aún tenemos tiempo ‘para arreglar la casa’. Los científicos no se sienten responsables por la aplicación efectiva del conocimiento que generan. Es común que se conformen con solo aspirar a que publiquen sus investigaciones en revistas científicas de prestigio mundial.

Las universidades continúan hoy prácticamente incapaces de comunicarse con los ciudadanos no académicos, como si la ciencia y su comunicación fueran mutuamente excluyentes y esto sucede a pesar de los ‘departamentos de vinculación con el medio’ creados hace muy pocos años en todas ellas, públicas y privadas. Hace tres de décadas, el “desarrollo sostenible” se creía posible y que las futuras generaciones heredarían un mundo similar al que nosotros tuvimos. Y ahora,…el reto es que nuestras civilizaciones logren solo tener un futuro.

Para alcanzar el desarrollo sostenible se han realizado un sinnúmero de encuentros globales ambientales desde el primero (la Cumbre de la Tierra, Estocolmo 1972) hasta el último (la COP24, Katowice). Los resultados muestran, sin embargo, que la gestión ha sido ineficiente a nivel global pues la mayoría de los acuerdos no se aplican y solo quedan en el papel.  Por otra parte, en la mayoría de los países no existe la formación adecuada de cuadros capaces para gestionar adecuadamente los cambios, los presupuestos son escasos y las organizaciones civiles  que trabajan para avanzar rápidamente con lo que hay, no son consideradas y es más, generalmente son silenciadas por los organismos oficiales.

En América Latina y el Caribe el 50% de la tierra está degradada -por deforestación, cambio de uso del suelo y malas prácticas agrícolas y forestales-, llegando hasta el 90% en algunos, como Haití. No hemos tenido una tradición fuerte de recuperar las tierras degradadas, por lo menos en los países en desarrollo.  En los países de mayor biodiversidad la restauración de paisajes es difícil por los complejos procesos eco-sistémicos involucrados. Además, para regenerar los terrenos degradados se requiere administrar procesos inter- disciplinarios y holísticos, los no se practican en la mayoría de las universidades occidentales. Es necesaria la integración del conocimiento local de manera activa pero eso no se practica ni aprovecha.

Al analizar los objetivos y metas anunciados, que incluyen  lo económico, lo social y lo ambiental, se observa que no toman en cuenta un análisis previo del modelo de desarrollo que nos tiene complicados. No se plantea una verdadera estrategia política de largo plazo para salir adelante, proponiéndose soluciones tradicionales equivocadas.

El gran poder que poseen las corporaciones transnacionales y dominio sobre el modelo de neoliberal de desarrollo actual no se cuestiona y se continúa con el objetivo de maximizar ganancias independientemente de los costos ambientales y sociales, aplicados sin ningún tipo de regulación y control, por la permisividad de las políticas de evaluación de impacto ambiental, diseñadas casi siempre de modo burlesco por los estados para la obsoleta ‘práctica del crecimiento’, depredando los recursos hasta agotarlos completamente.

Durante el siglo XX, la población mundial aumentó 4 veces y el consumo medio se incrementó en 9 veces, con el resultado del aumento la extracción de recursos naturales 36 veces. Los Objetivos de Desarrollo Sustentable (ODS) plantean el fomento de la cooperación internacional para asegurar la inversión en la infraestructura y la tecnología necesarias para mejorar la productividad agrícola, sin considerar que la actual ciencia aplicada y la agricultura agro-química siguen provocando daños irreversibles en los ecosistemas y en la salud humana y de la fauna y flora nativas. Los planteamientos de retomar prácticas agrícolas sostenibles y diversificadas como estrategia de adaptación para pequeños agricultores desplazados y empobrecidos, así como la promoción de la agro-ecología y la agricultura urbana de pequeña escala, no son consideradas con la gravitación  que deberían tener.

Dado lo recién expuesto debemos fomentar y propulsar un modo de desarrollo distinto: el Desarrollo Regenerativo. Esto trata, simplemente, de adoptar una actitud proactiva, de manera que nuestras actividades, además de evitar impactos negativos, logren revertir el desarrollo insostenible que hemos practicado por los últimos doscientos años. El desarrollo regenerativo se basa en los mismos seis pilares del desarrollo sostenible, con un enfoque para no sólo frenar la degradación, sino también en la regeneración en cada sector con una mejora permanente para reducir la huella ecológica. Se ha determinado que requeríamos 1,6 Tierras para mantener el nivel de consumo actual, lo que es evidentemente imposible.

El desarrollo regenerativo es holístico con los seis pilares, –cultural – social  – político – económico – espiritual y ecológico-, actuando de manera dinámica, entremezclándose en un holismo verdadero y en permanente  evolución. Si no logramos enfocarnos en este tipo desarrollo, en el muy corto plazo nuestras sociedades  sufrirán cada vez más y la calidad de vida seguirá empeorando.

El enfoque holístico es multi-sistémico y por lo tanto pone el estudio del todo antes que el de las partes. No trata de reducir el todo a sus componentes para estudiarlos y comprenderlos o intervenir en ellos. Concentra su atención más bien a nivel organizacional, en las interacciones y en asegurar que ‘las partes’ estén funcionando y estén relacionadas conjuntamente en forma apropiada para que sirvan a los propósitos ‘del todo’. El desarrollo verdaderamente holístico rompe con las barreras del reduccionismo, entendiendo que la base de la vida es la integridad y función de todos los ecosistemas que brindan los servicios esenciales para la vida en el planeta. Sola lo tras-disciplinario permite lo holístico, y ello requiere personas formadas para trabajar de manera integrada con visión de la totalidad de los pilares entrelazados.

La educación occidental ha sido reduccionista pues fue diseñada  para las necesidades de la revolución industrial que requería personas con capacidades  específicas. La mayoría de las universidades hoy, está extremadamente compartimentalizada con facultades  y profesionales que entienden mucho de solo una disciplina y casi nada de las otras. Así, tienen muchas dificultades para sostener diálogos sistémicos. Además, lo espiritual ha sido considerado antagónico con el método científico. Se requiere regenerar los sistemas educativos, sin embargo estamos en plena crisis educacional, no solo en Chile sino también en muchos otros países, y el diálogo entre el Ministerio de Educación y los profesores se ha tornado en uno de sordos sin dejar espacios para mejorar de raíz la mercantilizada educación.

La gobernanza debe ser participativa, hecha ‘con la gente’ y no ‘para la gente’,la única forma para ir hacia un desarrollo local con equidad y  justicia. El desarrollo regenerativo se hace con soluciones basadas en las enseñanzas que nos entrega la Naturaleza, corrigiendo el error histórico de la ‘educación ambiental’ que coloca al ser humano en un rol de “cuidador de Naturaleza” con ideas  distorsionadas que predican que basta con plantar un árbol, salvar un animal, reciclar algunos desechos, para lograr importantes impactos positivos. Los humanos debemos aprender que somos parte de los ecosistemas, que nosotros dependemos de la naturaleza y que esta no nos necesita.

Si desapareciéramos de la faz de la Tierra, ella se regenerará por si sola para volver a un estado altamente productivo y equilibrado. Dejemos los consumos superfluos e innecesarios, dejemos de seguir transformando ecosistemas naturales en “desiertos verdes” o “de hormigón”. Necesitamos una sociedad que valore lo comunitario por sobre lo individual, desechando el modelo neoliberal.

El sistema económico neoliberal no considera los costos reales del capital natural, que a nivel global supera ampliamente el Producto Nacional Bruto (PNB)  de los países. Es indispensable considerar la valoración real del capital natural en todos los sectores de la economía con los instrumentos de la economía ecológica y no seguir “comiéndonos el capital”. Paralelamente debemos ir hacia un desarrollo regenerativo en lo político, promoviendo la transparencia y ética, fomentando democracias participativas plenas y no solamente electorales, generando una verdadera gobernanza participativa donde la sociedad como un todo define el rumbo del desarrollo.

En Chile y en el resto del mundo, el poder económico se ha apoderado de las estructuras políticas del Estado, respaldado por las grandes corporaciones que también se han adueñado de las grandes empresas de comunicación, manipulando a las mayorías a su amaño. Las redes sociales han ido contrarrestando en buena medida ese poder, pero aún falta desarrollar más análisis crítico, manejo de conflictos, técnicas de liderazgo, verdadera innovación y el trabajo asociativo (y no competitivo) en redes colaborativas.

¡Convengamos en que un futuro mejor no es solo posible, sino que es necesario! Busquemos la armonía con GAIA -nuestra Madre Tierra- por sobre de las decisiones económicas. La economía debe estar al servicio del hombre y no el hombre al servicio de la economía.

Referencia y fuente de figura:

[1] https://laliniciativablog.files.wordpress.com/2017/03/uci-desarrollo-regenerativo-centroamecc81rica-05-2016-1.pdf

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