
ENTREVISTA: UNA VIDA ENTRE DOS MUNDOS
Con autorización del artista, traducida del diario Alemán «Boehme Zeitung», de la ciudad de Soltan, publicada el día 09 de enero del 2017.
El Chileno Pablo Ardouin vive hace 34 años en Alemania. Actualmente reside en Soltau.
Por Sonja Richter.
«En febrero de 1983, en Los Andes, a orillas del río Queuco, me apeé del caballo para tomar un bus a Santiago con Elvira.» Así describe el músico y escritor chileno Pablo Ardouin su partida, hace casi 34 años, hacia Alemania. Y así sus primeras impresiones sobre el país extranjero, donde había llegado unos días más tarde: «Aquí los pinos estaban cubiertos con nieve de verdad, no con bates de algodón como la navidad europea que se celebra en Chile. Las carreteras no tenían ni un bache y los renos pasaban salvajes y saltarines sobre la punta de sus cascos, como en las películas».
Hasta hoy Pablo Ardouin ha permanecido en Alemania, aquí formó una familia, continuó su carrera musical, fundó dos bandas musicales, compuso, cantó, escribió, fumó mucho y se consintió en el amor. Pero su tierra chilena nunca le ha abandonado. Él ha seguido siendo un artista latinoamericano, escribe sus canciones todavía en español, aunque muchas de ellas las ha traducido al alemán, canta tangos y otros ritmos latinos y viaja de vez en cuando a cantar a Chile. Su vida entre dos mundos se refleja en su música y sus letras, donde todo su ser se expresa; a veces grave y melancólico, a veces alegre o lleno de humor.
Cuando Ardouin con 31 años salió de su patria, ya se había hecho allí un nombre como músico y compositor, ganó premios en festivales y fundó una organización que llevó la cultura a la gente común. Había conocido a Elvira, una alemana que quería aprender guitarra con él.
Ardouin: «Así comenzó todo». «Todo» – con eso se entiende probablemente no sólo la historia de amor que los unió, sino también el exilio en el que el artista finalmente se encontró.Diez años vivió y trabajó Ardouin bajo la dictadura de Pinochet, siendo parte de aquella izquierda que apoyó al depuesto presidente Allende, de lo que no era bueno hablar. Algunos amigos murieron o emigraron. Su madre, una militante comunista, fue detenida y torturada antes de que lograra salvarse, escapando a Londres.
«A mí me dejaron tranquilo», dice Ardouin, «porque era un artista conocido». Pero un día le „soplaron» que los agentes de la dictadura querían detenerlo. Además no se ajustaba al gusto del régimen que Elvira, estuviera viviendo con él y le exigieron que abandonaran el país. Allí decidió Pablo Ardouin emigrar con su amada a Alemania.
En Alemania tuvo que enfrentar nuevos retos : «Aquí aprendí -con la ayuda de gestos incomprensibles, ojos fríos como el hielo y palabras aceradas- como peatón, no cruzar nunca la calle cuando el semáforo está en rojo, a respetar los carriles para bicicletas, no molestar ni gruñir a los perros, sin ser gruñido por el dueño, que no tiene sentido tratar de hacer hacer parar un autobús con la mano extendida, sin parecer un idiota en medio de la calle, no ofrecer fuego al cigarrillo de una señora o señorita, sin ser catalogado de vulgar macho latino, no ofrecer mi mano a un anciano o anciana para ayudarlos a bajar del autobús, sin ser tratado a golpes de bastón, paraguas o cartera. El hecho de que los patos y los gansos, estaban en los parques sólo como objetos decorativos, me informaron algunos chilenos residentes que habían pasado unos días en la cárcelpor comerse un cisne asado para Navidad». Sus experiencias interculturales -que a menudo provocan sonrisas- han sido publicados por el Magazin del periódico de Francfort, Frankfurter Rundschau y en un libro de su autoría.
En el año 2007 el periódico de Francfort, Frankfurter Rundschau, rindió homenaje a su trabajo musical con las siguientes palabras: «Como músico, es significativamente diferente a todo lo que conocemos de la música latina, tanto en su estilo musical y literario, así como en su presencia sobre el escenario, su aspecto físico y su carácter. El timbre de su voz es único». Las canciones de Ardouin nos hablan de su tierra natal, Chile y también de Alemania, de sentimientos apasionados, personas especiales y de injusticias sociales que a él, -que aún se define como de izquierdas- le conmueven. Ardouin traduce las letras de sus canciones al idioma alemán y también canciones alemanas al idioma español, como por ejemplo „Dat du min Leevsten büst», la vieja canción popular de Baja Alemania.
A pesar de todo, los últimos años no han sido fáciles para el músico chileno. Los cantautores son cada vez menos solicitados. Ardouin atestigua que la escena musical en Alemania para ellos está «casi muerta», la escena del tango se ha «achicado y encerrada en si misma». A pesar de que su voz sigue siendo poderosa y su producción y entusiasmo no han disminuido, cada vez recibe menos ofertas de conciertos. Y no sólo él sufre este fenómeno; Ardouin dice: «No sé de ningún artista latinoamericano que actualmente tenga éxito y un nombre en la escena cultural alemana». En una ciudad pequeña como Soltau, donde actualmente reside por razones personales, es particularmente difícil. Ardouin sufre este fenómeno en carne propia porque el actuar en público es para él, un elixir de vida: «Necesito esto», admite el artista con el corazón y el alma.
Por eso el aburrimiento en Pablo Ardouin no tiene cabida. Día tras día compone, escribe cuentos, traduce canciones del bajo alemán, escribe y reporta como periodista independiente sobre Chile para Alemania y sobre Alemania para Chile. Para todo esto, ha levantado un pequeño centro creativo en el sótano, detrás del lavadero, «Mi sala de música», dice Ardouin. Un escritorio con varios monitores, un sofá delante de una pared de la que cuelgan instrumentos de cuerdas, un micrófono de estudio. Va de compras, cocina cada día y se encarga del lavado. Como «amo de casa» tiene experiencia, porque así lo hacía ya en su matrimonio, cuando su ex-mujer tenía un ingreso seguro.
Un nuevo amor y sus hijos Martín y Winett, amarran a Pablo Ardouiin aún a Alemania. Pero el anhelo por su tierra permanece. Especialmente los recuerdos de su infancia y juventud en Concepción, una ciudad en la costa del Pacífico, y en el pequeño pueblo de Tucapel, al pie de la cordillera de Los Andes, donde vivió el violento terremoto a la edad de ocho años. «Muchos amigos de aquel entonces todavía están allí.» Que Chile ha cambiado mucho desde entonces y que ya no es el mismo país que abandonó, lo tiene muy claro. Pero todavía sueña con algo que cree, sólo puede ser allí posible: „una casa de madera en la montaña, con pollos, patos, caballos, perros y un huerto, y volver a cabalgar cruzando los Andes, como siempre lo había hecho desde temprana edad, antes de abandonar su país debido a «la política y el amor».
El 24 de febrero, por fin en mi ciudad Concepción, para todos mis amigos, los de antes, los de ahora y los de siempre…La Sociedad de Carpinteros y Ebanistas, los más leales, consecuentes, comprometidos, honestos y compañeros de media vida…Espero verlos allí.
Ahí estaremos amigo Pablo, ahí estaremos.
Pablo hizo historia en el canto y la cultura penquista.
Esto es un merecido homenaje a su aporte.
Qué bien…Pablo se lo merece!!!