«Aquellos o aquellas que creen que la política se desarrolla través del espectáculo o del escándalo o que la ven como una empresa familiar hereditaria, están traicionando a la ciudadanía que espera de sus líderes capacidad y generosidad para dar solución efectiva sus problemas.»

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Esa izquierda y su culto a las botas y uniformes

Danny Gonzalo Monsálvez Araneda

Doctor en Historia. Universidad de Concepción.

La situación que atraviesa Venezuela, nuevamente viene a colocar sobre el tapete de la discusión la importancia que tienen algunos valores democráticos para el amplio mundo de la izquierda chilena, en otras palabras, nos sitúa en un debate ético-político. Aquí no se trata de estar o no a favor de un golpe de Estado, como solución a la crisis que atraviesa dicho país, aquello ni siquiera debería ser tema o debate, ya que si algo deberíamos aprender de nuestra historia reciente es que los golpes de Estado lo único que acarrean es represión, tortura y más violencia, por lo tanto, no son la solución a la crisis por la cual está atravesando aquel país. Así como  abogar por una intervención militar, en este caso de los Estado Unidos. Aquello, solamente puede caber en la mente desquiciada de uno que otro opositor visceral al régimen que hoy encabeza Nicolás Maduro.

Por otra parte, los defensores del régimen argumentan el tema de la autodeterminación de los pueblos o la defensa de la soberanía. Curioso  argumento, ya que es el mismo régimen de Maduro y otrora lo hizo Chávez, no tuvieron problemas para suministrar apoyo político y económico a aquellos países del cono sur que tenían un claro discurso anti norteamericano, como Bolivia, Ecuador o Argentina; es más, por estos días Rusia y China han expresado su respaldo al régimen, incluso otrora han prestado apoyo económico. Pareciera que ahí no existe rechazo a la opinión o intervención de otras potencias. Sin embargo, estamos en presencia de otro fenómeno más profundo y complejo, el cual dice relación con ese culto de una parte de la izquierda chilena con las botas y uniformes, es decir, con los militares.

Ahí está esa izquierda de la genuflexión con las botas y uniformes, que ve a  los militares no como represores del pueblo, sino como sus aliados, como los “garantes” o “defensores” de la revolución chavista o de lo que va quedando de ella. Esa izquierda que no tiene pudor en defender y aplaudir el papel de los militares en materia de seguridad interna; es decir de represión, con tal de defender los vestigios de un proceso decadente y moribundo.

Es esa izquierda miope, con cero capacidades de crítica, que abre sus brazos a discursos salvadores y mesiánicos. Es esa izquierda que habla y crítica al imperialismo norteamericano, pero que aplaude y se inclina ante Rusia, China y en otros casos con Corea del Norte. Es esa izquierda neo jacobina de la cual habla Ottone, que tiene una relación de interés o funcional con la democracia; es decir, utiliza las reglas de la democracia, como las elecciones con el solo propósito de afianzarse en el poder.

Es esa izquierda que piensa que se construye hegemonía conculcando las libertades, silenciando voces, interviniendo y manejando las instituciones del Estado o peor aún,  rindiendo culto a la personalidad (de Chávez). Aquello más que hegemonía es simplemente autoritarismo, egolatría y Estado policial. Ahí está esa parte de la izquierda del siglo XXI, varios de aquellos jóvenes, que con toda seguridad otrora habría defendido, aplaudido y hasta marchado para defender las invasiones en Hungría de 1956 y Checoeslovaquia en 1968. Es esa izquierda, como diría Oscar del Barco, que se ha caracterizado por su profunda y constante falta de democracia, que tras esa palabra simplemente se esconde la intolerancia, la violencia, una estructura y prácticas verticalistas y autoritarias y una mirada binaria y castrense de la sociedad.

La situación de Venezuela, así como la de Nicaragua, nuevamente sitúan al vasto mundo de las izquierdas en un debate histórico, ético-político; de ahí entonces su importancia en el presente. La historia dirá en unos cuantos años más, cuál de todas las izquierdas tenía razón, si aquella que no tiene ambigüedad en denunciar y criticar lo que está pasando o bien esa izquierda que no renuncia(rá) a su culto por las botas y uniformes.

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3 Comentarios en Esa izquierda y su culto a las botas y uniformes

  1. Que placer y delicia leer un artículo bien argumentado y sostenidamente consistente, desde el comienzo a su fín.
    Bueno bueno.
    Profesor.

  2. Rigor y profundidad analítica y de argumentos.
    se le felicita una vez mar por sus importantes aportes don Danny.

  3. La «Union civico militar» y el «Poder militar», creo que va siendo hora que los latinoamericanos vayamos desligandonos de ese culto a los militares que nos dejaron por herencia los heroes de la independencia. Los militares tienen un poder factico, la posesion legal de las armas, pero no son un poder constitucional, y por eso es necesariom recalcar su sometimiento a las instituciones civiles. vale recordar lo que dijo Napoleon Bonaparte acerca de sentarse sobre bayonetas

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