
Formación de profesores chilenos en la ruta de Finlandia, ¡por favor, ubíquense!
El borrador oficial de la Reforma Constitucional que la ciudadanía acordó en abril de 2020 mantiene la anomia social respecto a la calidad de la ¿educación? chilena, pues cuando se refiere a ella lo hace en forma anodina, “la educación deberá orientarse hacia la calidad, entendida como el cumplimiento de los fines y principios establecidos de la educación”, como si no se quisiera afectar demasiado el negocio descarado de la educación instalado por la dictadura, luego no solo aceptado por los gobiernos de la concertación, sino que muchos de sus integrantes se hicieron partícipes del negocio indecente de la educación y varios continúan descaradamente en él. En todo caso “orientarse hacia”, me parece insuficiente para conseguir algo concreto y urgente, como es mejorar efectivamente la mala calidad de la Educación chilena, ni un asomo de ponerse rojo siquiera una vez frente a la vergüenza de nuestra Educación, a la chilena, rosada toda la vida.
Es casi seguro entonces que seguiremos leyendo en los diarios que 12 universidades del país aparentemente se mandan solas, pues no exigen puntajes de ingreso a sus carreras y sus acreditaciones institucionales, cuando existen, son bastante discutibles (1). Esta liviandad institucional les permite dictar sin tapujos 58 Pedagogías y ello contribuye a los muy malos resultados que obtienen nuestros estudiantes en cualquier evaluación internacional en que participen, en las que siempre resultan en los últimos lugares y sus desempeños distan mucho del de los estudiantes de países serios. El informe de la Agencia de Calidad de la Educación acerca de los resultados TIMSS (Estudio Internacional de Tendencias en Matemáticas y Ciencias) 2019, en el que participaron estudiantes chilenos de 4º y 8º básico, nos dice que entre el 18 y el 30% de los estudiantes participantes no posee los conocimientos básicos en las áreas evaluadas, pero lo más dramático es que en promedio sólo el 1% de los estudiantes alcanza un nivel avanzado (2) y como es una pésima costumbre en nuestras autoridades, seguirán soslayando reconocer el pésimo resultado, diciendo que estamos entre los mejores de Latinoamérica.
En estas condiciones las autoridades educacionales del país, con muy escasas excepciones, hacen regularmente declaraciones livianas e incoherentes acerca de la calidad de nuestra educación, como es el caso del ex ministro de Educación Joaquín Lavín que en uno de sus comentarios faranduleros nos informa que Chile está en la ruta de Finlandia respecto a la calidad de la educación y la formación de profesores de calidad (3). Los datos serios al respecto nos confirman lo grotesco de su afirmación y que la anodina propuesta sobre calidad de la educación en el borrador de la RC nos deja casi exactamente donde mismo estamos, con posibilidades ciertas de empeorar, si es que se puede.
La investigación encargada por la Comisión de Educación de la Cámara de Diputados en 2015 respecto a la Política Nacional Docente en Finlandia, se inicia con una aseveración diferenciadora respecto a nuestra realidad, los Profesores tiene un estatus profesional y social alto y ello se origina en que la selección de los postulantes a Profesor en Finlandia es muy estricta, estudios internacionales mencionan que poco más del 1% de ellos son aceptados, luego de exigentes pruebas de ingreso entre los postulantes de mejores puntajes a las universidades. Sólo las universidades forman profesores, que, para ejercer en colegios de enseñanza básica y secundaria, requieren un Magíster en Educación y para ser profesor de asignatura se exige, además del Magíster, una Licenciatura en el tema de la asignatura (4).
Por nuestra parte en la criolla “ruta a Finlandia”, recién en 2015 la Contraloría General de la República, ¡a solicitud del Consejo Nacional de Educación!, dictamina que los Institutos Profesionales no pueden seguir dictando Pedagogías, pues es una carrera que por ley requiere Licenciatura (5). El MINEDUC asume recién en ese momento el rol rector que le corresponde y establece requisitos “light” y a 10 años plazo para el ingreso a Pedagogía, que no tienen comparación con los de Finlandia y que distan mucho de ser un compromiso serio con la calidad de la educación nacional (6), para variar una decisión “chilean way”, de “sí, pero no”. Recién el año 2026 se harán exigibles 550 puntos PSU (hoy PTA) que no tienen mucho de selectivos, pues están sólo 50 puntos sobre la media histórica de los puntajes y a 290 puntos del mejor puntaje de este año, es además el puntaje de corte de ingreso en carreras de buen prestigio nacional. Más trascendente es que mantiene como referente principal de selección la prueba PSU (hoy PTA), que está completamente desprestigiada a nivel nacional e internacional, por su mala calidad predictiva del desempeño académico. A nivel nacional se agrega que esta prueba es un negocio bastante turbio y molesta el rol poco claro e indecoroso que ha jugado el CRUCh (Consejo de Rectores de las Universidades Chilenas) al mantenerla por años sin ninguna modificación de fondo (7).
La institucionalidad país en la formación de profesores de calidad, muestra igualmente diferencias insalvables entre ambos países; en Finlandia los forman 14 universidades de las cuales 12 son públicas y 2 pertenecen a fundaciones (4), en nuestro caso aparece rampante la chabacanería nacional y la falta total de coherencia institucional; chabacanería, pues tenemos 509 entidades formadoras de profesores (¡más de 36 veces que en Finlandia!), de las cuales la propia CNA (Comisión Nacional de Acreditación) reconoce en un documento oficial, que 96 de ellas no están acreditadas y ¡¡87 están fuera del sistema!! (8), la incoherencia institucional se evidencia al leer la Visión de la CNA “ser garante nacional y referente internacional de la calidad en la educación superior”, que en este caso es prácticamente letra muerta como tantas otras visiones institucionales del país.
Si se leen los indicadores de QS World University Rankings, con quién colaboro esporádicamente, debiera quedar claro que difícilmente la CNA sea un referente internacional de la calidad de nuestra educación superior, para QS WUR, por lo menos.
Es muy preocupante que hayamos creado un Sistema de Aseguramiento de la Calidad de la Educación Escolar, integrado por 4 instituciones relacionadas con la calidad de la educación superior (Consejo Nacional de Educación, Ministerio de Educación, Agencia de Calidad de la Educación y Superintendencia de Educación), más la CNA que es nuestro “referente internacional en la calidad” de ella y que todavía tengamos ¡casi 200 instituciones!, que dictan descarada e impunemente Pedagogía sin estar acreditadas y lo más grave es que 87 de ellas están fuera del sistema y nuestras 5 instituciones anómicas son incapaces de resolver seria y rápidamente un problema que los países desarrollados en serio, lo resuelven efectiva y rápidamente en la norma, con sólo 2 instituciones, el Ministerio de Educación y la Agencia de Calidad de la Educación.
Más trascendente que la anomia casi total de nuestras instituciones que debieran ser garantes de la calidad de nuestra educación, es la aceptación acrítica y casi incondicional de educadores que fueron referentes nacionales y ex rectores de universidades chilenas, muchos de ellos del CRUCh, de la comercialización burda, discriminadora y oscura de nuestra educación, que hace décadas fue referente latinoamericano, impuesta por la dictadura y cohonestada por todos los gobiernos posteriores. Con muy poco decoro, en la actualidad se reúnen en fundaciones que pretenden engatusar a una ciudadanía bastante abúlica, de que es normal y cierto que en el país existan 7 tipos de universidades, 5 de los cuales son docentes, planteamiento este último que a quienes obtuvimos nuestro postgrado en Europa, nos parece una farsa y un despropósito (9). Como resultado de esta grotesca propuesta tenemos sólo 11 universidades como se han concebido desde su creación, teniendo la ciencia como su dignidad, según Ortega y Gasset, las otras 47 van disminuyendo su poca dignidad universitaria en la medida que avanzan hacia el séptimo tipo de esta propuesta de clasificación insostenible de nuestras instituciones de enseñanza superior. Las múltiples instancias reguladoras de la calidad de la educación, permanecen mudas y petrificadas ante semejante despropósito.
El fondo de esta farsa es indudable, minimizar las dudas de los posibles clientes acríticos y de esta forma mantener incólume el “negocio” de la educación nacional en todos sus niveles. Es triste y deprimente constatar, además, el silencio culposo del CRUCh en estos temas, que sigue contribuyendo a su desprestigio entre quienes bregamos por la calidad de la educación chilena en serio y ahora. Opciones serias existen para dignificar las instituciones de educación superior y con ello la formación óptima de profesores (10).
(2)https://archivos.agenciaeducacion.cl/Presentacion_TIMSS_2019_version_oficial.pdf
(4)https://www.camara.cl/verDoc.aspx?prmTIPO=DOCUMENTOCOMUNICACIONCUENTA&prmID=6757
(5)https://www.24horas.cl/nacional/institutos-profesionales-no-podran-impartir-pedagogias-1297119
(6)https://www.ayudamineduc.cl/ficha/ingreso-carreras-de-pedagogia
(7)https://www.ciperchile.cl/2013/02/13/psu-la-crisis-que-se-oculto/
(8)https://www.cnachile.cl/SiteAssets/Paginas/estudios/Carreras-de-pedagogia_Serie-Estudios-CNA.pdf
(9)https://www.archivochile.com/carril_c/cc2012/cc2012-075.pdf
(10)https://www.scielo.cl/pdf/rchilder/v39n3/art19.pdf
Déjanos tu comentario: