«La soberanía popular no se debe transar… Nos llaman a validar la carta hecha por los «poderosos de turno». Ni los partidos ni los parlamentarios con sus expertos y adláteres del sistema Neoliberal, podrán imponernos, una vez más,  una constitución antidemocrática. Digamos NO.»

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INMADUREZ POLITICA

Miguel Ángel San Martín

Periodista. Especial para La Ventana Ciudadana, desde Madrid, España.

No se puede aceptar cómo han castigado al pueblo chileno en la Cámara de Diputados. No aprobar la Reforma Tributaria propuesta por el Gobierno significa justamente eso, castigar a las grandes mayorías nacionales. O sea, la oposición no triunfó sobre el Gobierno de Gabriel Boric, sino que pisoteó los anhelos de los ciudadanos.

          Los principales problemas que enfrenta el pueblo de Chile y que provocaron hace tres años y medio un estallido social, son la inequidad, las pensiones de hambre y miseria, la corrupción, el abuso, las colusiones, la injusticia, etc, etc, etc. Esos temas, precisamente, venían contemplados en el proyecto de Reforma Tributaria presentado por el Gobierno y que la Cámara rechazó por un margen de un solo voto.

          Escucho a un parlamentario de Renovación Nacional decir que “el Gobierno debió haberse asegurado los votos antes de presentar el proyecto”, como si la mecánica formal estuviera por sobre lo fundamental.  Es verdad que el oficialismo que está en el Parlamento debió haberse preocupado de aquel detalle, lo cual también demuestra inexperiencia, pero es indudable que el sentido común, la propia institucionalidad democrática, estaban señalando el camino a seguir. Y si no había conformidad en el total del proyecto, la democracia nos permite analizar, discutir, buscar los consensos y llegar a acuerdos en el propio Parlamento. Lo que no se puede hacer, es seguir postergando los problemas fundamentales de la gran mayoría del país, por el simple hecho de “darse un gustito” en contra del oponente político.

          ¿Saben lo que han rechazado los señores diputados? Aumentar las pensiones PGU a 250 mil pesos, para 2 millones 800 mil pensionados;  incrementar el per cápita de la salud primaria a 12 mil pesos, beneficiando a 14 millones y medio de personas; reducir las listas de espera en un 30%, gracias al perfeccionamiento de la telemedicina y otras medidas menores; aumentar la Asignación Familiar y el Subsidio Unico Familiar a más de 3 millones de beneficiarios; crear 900 plazas para la formación de policías; financiar la igualdad de acceso para madres y padres a salas cuna.  En fin, se podría seguir enumerando los aspectos más relevantes de esta reforma tributaria, pero ya con lo dicho se puede colegir el enorme error cometido una vez más en el Parlamento. O sea, queda claro que esta decisión ha significado un castigo al grueso de la población chilena.

          Quedan pasos que dar en el Senado. Allí las fuerzas están empatadas. Pero, insisto, este tema no es de votos más o votos menos. Es un asunto del máximo interés social.

          Es comprensible el malestar del Presidente Gabriel Boric. Haciendo un esfuerzo importante, muy serio y meditado, valorando el posibilismo económico y político de la medida, presentó un proyecto muy acotado en beneficio de las grandes mayorías nacionales. Por lo tanto, se trata de un proyecto que le da un marco adecuado a las políticas sociales que se deben impulsar para que el país retome su marcha ascendente en el crecimiento y en el desarrollo. Y, a la vez, abre la puerta a las soluciones integrales que reclama el pueblo para alcanzar niveles dignos de vida ciudadana.

          Es un proyecto amplio y generoso, que tiene cubiertas cada una de las medidas, con una redistribución más lógica y equitativa. Por lo mismo, el Presidente no se siente maniatado y ha dicho con vehemencia: “Nuestro Gobierno va a seguir gobernando. No caerá en ningún caso en el inmovilismo y va a encontrar el camino para habilitar un debate serio en el Parlamento y así hacer realidad la reforma tributaria que Chile necesita”.  Y tiene razón.

          Chile tiene tradición democrática y es en ese contexto donde hay que desenvolver la actividad política. Nuestros representantes deben entender que hacer política tiene dos vertientes. En primer lugar, el diálogo permanente y luego, el respeto por los ciudadanos que les eligieron. Todo ello, pensando en Chile como país, en su gente y en su futuro.

Volver a los abusos del pasado, a la corrupción, a las colusiones, a las injusticias, a la mediocridad de los grupitos por sobre los intereses generales, todo eso, podría provocar una reacción popular dolida, desilusionada, cansada de tanto abuso. O sea, sería volver a un pasado reciente que nadie quiere.   

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