«No podemos resolver la crisis climática sin cambiar nuestra relación con la naturaleza y con nosotros mismos.»

Naomi Klein.

Actualmente nos leen en: Francia, Italia, España, Canadá, E.E.U.U., Argentina, Brasil, Colombia, Perú, México, Ecuador, Uruguay, Bolivia y Chile.

Las cosas pequeñas.

La “frase de la semana” (publicada en la edición de “La Ventana Ciudadana” del domingo 12 de mayo) me sorprendió paradojalmente por su sencillez casi pueril y por su profundidad enorme que invita a reflexionar buscando interpretaciones diversas y aplicaciones prácticas surgidas de la vida real.

Galeano dice: “Mucha gente pequeña, en lugares pequeños, haciendo cosas pequeñas, puede cambiar el mundo”.

A propósito, a los pocos días, fue posible conocer una situación ejemplar que tiene que ver con una de las áreas fundamentales de la vida en sociedad: la educación.

En las páginas del diario capitalino “Las Últimas Noticias” se dio a conocer el caso del profesor José Antonio Vera, director, desde 2019, del Liceo Comercial Eduardo Frei Montalva, establecimiento ubicado en Villa El Esfuerzo, sector Pueblo Hundido, de la ciudad de Lota. Al asumir sus funciones, el plantel registraba una matrícula de 82 alumnos, cifra que mostraba la decadencia de un colegio que en tiempos anteriores llegó a tener 1.100, pero en que las peleas y agresiones mutuas, en un clima de pésima convivencia escolar, llevaron a su paulatino abandono por parte de las familias del populoso barrio.

Vera se propuso cambiar esta realidad.

Comprometió al equipo docente, tanto a profesores como a directivos, a administrativos y auxiliares, en un esfuerzo colectivo impensado: Conocer el nombre de cada alumno, saber dónde viven, informarse de las circunstancias familiares especiales. Todos asumieron la tarea de convivir con el alumnado en los recreos, participando de sus juegos tales como futbol, pimpón y otros. Se amplió el campo de las actividades extraprogramáticas incluyendo ajedrez, defensa personal, levantamiento de pesas, etc. gestionando los recursos mínimos con el Municipio.

Y, lo más importante, se trabajaron con la comunidad educativa las normas de convivencia, para que todos entendieran y asumieran la mayor o menor gravedad de las faltas, aceptaran la razón y naturaleza de las sanciones establecidas claramente y acatadas por los afectados.

El Liceo dejó de ser un mero edificio para transformarse en una comunidad humana a la cual los jóvenes van con agrado. 

Lota es una ciudad sufrida que pasó en varios decenios de la dura minería del carbón ya casi extinguida, a ser un centro importante de comercio y servicios.

Cuando la jornada laboral se inicia, en el paradero de buses, distante cinco cuadras del Liceo Comercial, un grupo de adultos espera a los adolescentes que bajan en el lugar. Son los profesores y directivos, encabezados por su Director,que están allí para recibir, acompañar y cuidar a quienes son la savia que la comunidad puso en sus manos.

La disciplina no es para ellos un acto autoritario, ir al colegio no es un castigo, respetarse mutuamente es una responsabilidad.

Aprender a convivir no es algo pequeño. Educar, tampoco. El esfuerzo de todos nos permite ser mejores y construir, también, un mejor país.

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