«El mayor problema ecológico es la ilusión de que estamos separados de la naturaleza.»

Alan Watts.

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LA SEGUNDA PUERTA

Gladys Semillán Villanueva

Embajadora por la Paz de las Naciones Unidas por la Letras UNILETRAS. Ave viajera de Semillas para la Juventud Primer Premio Internacional de Dibujo, otorgado por U.F.P. Argentina.

Desde Castelar, Argentina

Verde por todos lados.
Enredaderas, árboles viejos y jóvenes, hijos de aquellos.
Diseminados por todas partes, los muros que un día fueron paredes protectoras.
Todo a la vista, ofreciéndose a mi curiosidad loca, intrépida, tal vez, desmedida.
Pero esa puerta abierta parecía decirme.
¿No entras?

El sol del atardecer todavía estallaba sobre toda esa ruina.
Sin embargo, una guía de flores rosadas me llevó a un lugar determinado.
Aún quedaban las divisiones de los ambientes que fueron, en su momento, grandes, seguramente coquetos, pues toda la villa de Ribadeo hacía gala de casas importantes, algunas palaciegas.

Fui siguiendo el sendero de esa guía hasta un espacio más pequeño, en un costado, como formando una corona, las flores estaban en guardia.
Reconozco que me asusté, pues unos ojitos celestes me miraban fijo.
Creí que sería un gatito, pero no, nada se movía; esas flores parecían dos manos sosteniendo algo.

Un poco temblando me acerqué pisando fuerte, pues si era un animalito huiría.
Nada, todo quieto y esas flores tan espléndidas de un color especial difícil de definir.
Con una varita las moví suavemente.
Y allí custodiada por un jardín frondoso, pleno, desafiante, asomaba la cabeza de una muñeca, solo visible los ojitos, el resto cubierto por hojarasca y polvo.
Acomodé de nuevo las flores.
Miré a mi alrededor, la calma predominaba, no sentí temor.
Sonreí.

Al retirarme dije bien fuerte…
¡Cuiden la muñeca, algún día quizás su dueña vuelva a buscarla!
Al salir pude cerrar la puerta.
¡Ah! No dije que me traje una flor y la tengo seca en un libro de poemas de Rosalía de Castro, una notable gallega.
Las demás puertas no las visité, dejé la curiosidad para otro tiempo, si es que llego a tenerlo.
Pero esto fue suficiente para demostrarme cuánto dejamos de nosotros en el lugar dónde vivimos.

No sólo son paredes que nos guardan en todo sentido.
Cobijan nuestros latidos, acelerados felices, destemplados, dolidos y esos de las despedidas que ya no sé qué ritmo tienen, ni quisiera recordar dos de las mías en las que quedaron horas irrepetibles de mi vida.
Las puertas contaron.

Yo pude escucharlas. Ribadeo Playa de las Catedrales.

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2 Comentarios en LA SEGUNDA PUERTA

  1. Muy hermoso su relato una vez mas, usted Gladys, adorna estas páginas con ternura y romanticismo.

    • GRACIAS LUISA,LA VIDA ES UNA MEZCLA ASOMBROSA DE COSAS,Y ENTRE ELLAS EXPERIENCIAS QUE NOS DEJAN MARCADOS.
      ESOS RINCONES LLAMAN A VER MAS ALLÁ DE LO RÁPIDO A LOS OJOS Y EL ENTENDIMIENTO.

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