
Investigar en tiempos de pandemia
Qué duda cabe que las y los investigadoras/es han tenido un rol clave en el combate contra el SARSCov2. En tiempo record identificaron al agente causante de la enfermedad, secuenciaron su genoma (y el de las variantes), desarrollaron técnicas de laboratorio que permitieron su rápida identificación en pacientes sintomáticos y asintomáticos, aportaron en el conocimiento de las vías de transmisión y hoy sabemos que se transmite vía aerosol, quedando pequeñas partículas en el aire por varias horas. Incluso en menos de un año se tenían más de 100 prototipos de vacunas, de las que hoy hay varias empleándose en el mundo y en Chile. Pero no solo aportes desde el ámbito de la epidemiología, ha habido importantes aportes desde otras áreas del conocimiento en educación, economía, salud mental, dilemas éticos y filosóficos a los que nos hemos visto enfrentados como sociedad. Lo paradójico de la pandemia, es que aún con distanciamiento y paralización de actividades, tras estos logros hubo una enorme colaboración de equipos de trabajo de distintos países del mundo, con financiamiento contundente de varios gobiernos, en especial de los países desarrollados. No importaba quien era el top, todos y todas aportaban. La comunicación virtual fue clave en contactar a estos equipos de trabajo; el diálogo entre científicos/as y tomadores de decisión nunca había sido tan expedito, el aporte del sector privado fue sin cuestionar, todos remaban hacia un mismo lado.
En Chile, algo avanzamos, las universidades pusieron a disposición una red de laboratorios para análisis por PCR, lo que ha permitido tener más de 50.000 tests diarios, hubo financiamiento especial para proyectos en el ámbito Covid y hoy en día se está generando una nueva red para secuenciar genomas del SARSCov2, determinar las variantes y su frecuencia en las distintas comunas de Chile. Sin embargo, a pesar de estos aportes, hay un lado negativo que debemos visibilizar. Es claro y diversos estudios internacionales lo han demostrado, que la pandemia ha impactado más en la productividad de investigadoras que investigadores, y estoy cierta que será la misma realidad en nuestro país; y seguramente también ha impactado más a investigadores e investigadoras de regiones; así como investigadores/as jóvenes cursando sus estudios de magíster o doctorado, quienes se han vistos obligados a continuar casi con avances teóricos y no experimentales.
Hace unos días, el presidente de EE.UU. Joe Biden presentó su plan para la ciencia 2022 para ese país, golpeado por la negligente administración Trump que agravó las consecuencias de la pandemia. Biden, propuso una inversión masiva en el sistema de salud público y un gran impulso a la investigación biomédica, de miles de millones de dólares y un incremento en todas sus áreas centrales. El presupuesto, también incluirá recursos para fortalecer el combate al cambio climático, en el ámbito de la salud buscará robustecer la capacidad del país para responder a las enfermedades emergentes y la capacitación de epidemiólogos y expertos en salud pública, en lo que han llamado una clara señal que la Casa Blanca se toma en serio el impulso de los esfuerzos de salud pública de la nación. En Chile ¿estamos pensando en el futuro de la investigación nacional post pandemia? ¿Cuáles son los planes para fortalecer nuestras capacidades de investigación y poner la ciencia y la evidencia en el centro de la toma de decisiones? Investigar post pandemia probablemente no será lo mismo en países que se tomarán en serio el impulso a la ciencia como motor de desarrollo. Veremos si Chile se sube a este carro o lo miraremos de lejos, como si nada hubiera pasado.
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