
LA DEMOCRACIA CRISTIANA Y EL CENTRO POLITICO (PARTE 2)
Oportunidad histórica perdida: regreso al camino propio
Durante los siguientes 30 años, la DC sufre un paulatino deterioro en sus resultados electorales y en su influencia política. Son los años de gobierno de la Concertación. La recuperación democrática fue un proceso complejo. Con los militares respirando en el oído, senadores designados hasta el 2005, sistema binominal, leyes de quorum calificado, Constitución imposible de reformar, etc. Hubo avances sustanciales en la rotunda disminución de la pobreza, en el nivel de crecimiento alcanzado, y muchos otros. Pero los actores políticos gobernantes se acostumbraron a gobernar con la camisa de fuerza institucional, se impuso la inercia, y demandas relevantes de la ciudadanía no fueron atendidas. Se mantenían las mismas caras, cero renovación de liderazgos. Surgen casos graves de corrupción en distintos ámbitos, uno tras otro, incluyendo los partidos políticos. El abismo entre las elites políticas y la ciudadanía se va profundizando.
Con el gobierno de Bachelet II, surge una oportunidad. El programa se propone iniciar un ciclo de cambios, a nivel del sistema tributario, el sistema educacional, el sistema electoral binominal, las leyes laborales, un proyecto de nueva Constitución. Nada muy escandaloso, eran reformas democráticas. Pero dirigentes DC declaran no haber leído el programa. Acusan a las reformas de refundacionales, instalando así esta expresión, después muy repetida por la derecha hasta el día de hoy. En todas las reformas marcan su distancia, su disidencia, planteando lo que denominan matices. La derecha encontró así un aliado anti reformas al interior del propio gobierno.
Concretamente, boicotearon los cambios. Dividieron y debilitaron al gobierno. La directiva del partido no apoyó el proyecto de cambio constitucional, como sí lo hicieron cuadros profesionales destacados y militantes de base. El entonces diputado Fuad Chahín, se abstuvo en la votación en comisiones, del proyecto constitucional. Así el partido boicoteó las reformas, y fue perdiendo la confianza de sus propios aliados de la centro izquierda.
La DC quiso perfilar su identidad, según declaraba, lo que es una necesidad de todo partido político. El problema es que su orientación pudo ser a nuestro juicio completamente al revés. Era la oportunidad de volver a sus raíces, de liderar los cambios dentro del gobierno, de ser los principales impulsores. Para eso tenía lideres valorados y capaces de ponerse a la cabeza, como los senadores Huenchumilla, Provoste, la ministra Krauss. Allí estaba el siguiente presidente de Chile. Los demás partidos de centro izquierda no habían desarrollado líderes de recambio. No es aventurado pensar que, iniciado un ciclo de cambios relevantes con Bachelet II y continuado con la misma fuerza por un líder DC, enfrentando las desigualdades, tal vez no habría ocurrido el estallido social del 2019.
Pero el partido se encuentra a la deriva, muy lejos de la oportunidad histórica que ni siquiera ven. Muy al contrario, la DC insiste en su vía a la irrelevancia, e inicia un retorno al antiguo camino propio en las elecciones presidenciales siguientes del 2017. Pero el mundo es otro, no hay cabida para dicha estrategia, y su candidata Carolina Goic termina en quinto lugar con el 5.8 % de los votos. Un desastre.
Al inicio del segundo gobierno de Piñera (2018 – 2022), intentan conformar la presidencia de la Cámara y del Senado con la derecha. Cada vez más distantes de sus antiguos aliados. Durante los dos primeros años de este gobierno, insisten en su camino propio, lejos de la oposición de izquierda y centro izquierda de entonces, apoyando iniciativas del gobierno, negociando directamente con éste, enterrando cada vez más profundamente su impronta reformista original. Así llega el 18 de octubre de 2019. Si el estallido social conmovió a todo el país, a la Democracia Cristiana le estalló en la cara.
Para la elección de constituyentes de la Convención Constitucional, eligen solo uno. Para las elecciones parlamentarias 2021 disminuyen su votación en diputados y senadores, siguiendo la tendencia de los últimos años. El siguiente cuadro muestra la variación del número de senadores DC desde 1990:
Senadores de la Democracia Cristiana

En las elecciones presidenciales del 2021, nominar a la candidata DC fue un complejo y poco edificante proceso interno. Primero nominan una candidata y después otra. Finalmente, en alianza con los partidos de la Concertación, más Liberales, la candidata DC Yasna Provoste llega en quinto lugar en la primera vuelta, con el 11.6 % de los votos.
Punto de quiebre: el plebiscito constitucional
El plebiscito constitucional torna imposible superar las diferencias internas. En este caso no hay una tercera alternativa, las opciones son Apruebo o Rechazo, blanco o negro. En un periodo de 18 meses el partido ha tenido 4 presidentes, la ingobernabilidad se hace patente. Al decidir internamente por medio de los mecanismos establecidos en sus estatutos, votar Apruebo en el plebiscito, se desencadena un irreversible proceso de desintegración. La naturaleza del plebiscito, con sus únicas dos opciones, y su importancia política para el país, impiden una transacción interna. La definición es hacia la centro izquierda o hacia la centro derecha, sin puntos intermedios. Es un callejón sin salida para las dos almas de la DC.
La definición oficial de la mayoría de apoyar el Apruebo, resulta imposible para los sectores conservadores, quienes de todas formas optan por el Rechazo, quebrando el partido en ese momento.
Viabilidad del centro autónomo en las actuales condiciones históricas
Después del fin de la Guerra Fría y la caída del Muro de Berlín en 1989, la economía de mercado se torna hegemónica en todo el universo. Se imponen sus políticas privatizadoras y de estado mínimo, sin contrapeso. Desaparecen los países del socialismo real. La izquierda se queda sin banderas. Junto con ello desaparece la izquierda de la insurrección armada, salvo sus vestigios. Los programas de izquierda en todo el mundo, pretenden ser transformadores, y el conflicto político se plantea en los marcos del régimen democrático. Este es un factor esencial que resta espacios al camino propio de cualquier centro político.
Un centro autónomo adquiere su identidad política esencial en un mundo bipolar que ya no existe. Ese es el camino que recorrió y con éxito la Democracia Cristiana.
Desde luego después de la Guerra Fría los sectores del centro político siguen vigentes. Pero ya no como centro a secas, que se plantee un camino independiente y con sus propias banderas. Pasan a formar parte de coaliciones, hacia la derecha o hacia la izquierda. Son agrupaciones políticas que se configuran como de centroderecha o de centro izquierda. Los proyectos de centro a secas tienen corta vida, como la Unión de Centro Centro, Ciudadanos, Amplitud, Evópoli, que termina votando por Kast. Posiblemente será el destino de Amarillos y Demócrata. Buscarán el votante moderado, los nuevos votantes, los apolíticos. Allí están los votos, pero no los militantes, y los partidos los hacen los militantes. Allí no encontrarán convicciones políticas. Entonces ofrecerán cargos, y de allí a los proyectos personales y luego a la corrupción, hay menos que un paso.
Un partido político requiere adecuarse a los nuevos escenarios, esos son los partidos que prevalecen. Por tanto la DC siendo un partido de centro, en el mundo actual, o es de centro izquierda o es de centro derecha. Hacia la centro derecha, pierde su vocación transformadora y con ello, algo esencial de su identidad desaparece. Las banderas del progresismo serían exclusivas de la izquierda. Disputaría el mismo electorado de la derecha, con un discurso escasamente distinguible de la derecha. Tal vez podría ser el camino más rápido hacia su desaparición.
Hacia la centro izquierda, pero sin asumir su identidad transformadora, carece de espacio para jugar un papel relevante. Es lo que ha ocurrido en estos años. No es que la DC haya perdido identidad junto a la izquierda. Simplemente no ha asumido su identidad transformadora. Aquella identidad que está en sus orígenes, la de la Revolución en Libertad cuando enfrentó a la derecha latifundista, la de la recuperación democrática cuando se enfrentó a la dictadura. Son los mejores momentos de la DC, cuando ha liderado la transformación de la sociedad.
Si nos ponemos en el centro político. ¿Cuál sería la propuesta distinta a la centro izquierda o a la centro derecha, en cualquier política pública? Ninguna a nuestro juicio. Cualquier alternativa, será asumida como parte de la centro izquierda o la centro derecha, dentro del proceso de negociación política.
Para ser o volver a ser un partido histórico, se requiere tener una visión del mundo y un programa que ofrecer. Ese programa debe hablarle al mundo actual, no al de 50 años atrás. La Democracia Cristiana requiere resolver su identidad histórica: Centro Izquierda, o Centro Derecha, o Centro autónomo, siendo este último posiblemente, el camino del aislamiento y la desaparición.
Marcelo Espinoza Chávez
Noviembre 8 de 2022
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