
LA HUMANIDAD SITIADA POR LA ECONOMÍA. Jaque al modelo capitalista.
Últimamente nuestra vida, otrora tranquila, está salpicada de noticias nefastas que provienen de distintos lugares, incluso de los confines más extremos y, es así… el mundo está convulsionado, ¡era que no!, si estamos vivenciando un clima social y natural de terror e inseguridad, aquí mismo en el país, incluso cerca de nuestros hogares, incendios, sirenas, ambulancias, helicópteros, aviones cisterna, robos, sicariato, asaltos a mano armada y un sinfín de cosas que inquietan nuestro sentir.
Un concierto de noticias espeluznantes roba nuestra tranquilidad, no hay día que no nos enteremos de un desastre climático o acontecimiento peor que otro. Da para pensar, reflexionar y preguntarnos ¿por qué?
Las evidencias sobran, estamos ya en la tercera década del siglo XXI y podemos advertir que una vez más, cada cierto tiempo, la humanidad vive una crisis epocal donde confluyen contradicciones y controversias propias de su época, generadas dentro de su misma sociedad que, en mayor o menor grado, vive inmersa dentro de un piso de carenciacomún, como lo es la falta de oportunidades de prosperidad causante de la desigualdad y pobreza que anidan en ella misma. Desigualdad que, cual bomba de tiempo estalla acorde al devenir de los acontecimientos conformados por una maraña de obstáculos inherentes a la pobreza, eufemísticamente llamada “vulnerabilidad”, disfrazando así la rugiente realidad -explicación psicológica de por medio- de una sociedad que escamotea su verdad, tapando el sol con un dedo.
Así y todo, es de extrañar que en esta cultura del disimulo haya tan exacerbado empeño en mantener el estrés. Basta observar el entorno para percibir que algo desde hace mucho tiempo “no cuadra” en nuestra sociedad local y global, algo que va contra toda lógica elemental.
Las contradicciones generadas por el sistema económico capitalista, cada vez más agudas y desproporcionadas, nos llevan a vivenciar una descomposición social oprobiosa e irracional donde se impone presuroso el «laissez faire, laissez passer, le monde va de lui même”, que da cuenta de la aplicación de una total libertad en la economía que implica libre mercado, libre manufactura, bajos o nulos impuestos, libre mercado laboral y mínima o nula intervención de los gobiernos, llegando los Estados a ceder sus recursos naturales, que son propiedad de todos, a grandes corporaciones transnacionales.
Tal libertinaje de la economía ha llevado a una crisis sistémica del capitalismo contemporáneo, en la que la globalización se ha desfondado y con esto la visión sobre el desarrollo basado en la ideología de libre mercado. No obstante eso, la estructura de poder transnacional reconstruye su discurso ideológico a su antojo, al extremo de revertir masivamente y en breve tiempo las decisiones y manifestaciones ciudadanas con su habitual y anestésica verborrea, valiéndose de la tecnología y sus monopólicos medios de comunicación masiva que hacen que la respuesta a la crisis por parte de los sectores sociales descontentos, oprimidos, despojados y excluidos no se encuentre hoy en día expresada en una fuerza social significativa. Motivos no faltan y van in crescendo, fustigados por un miedo compulsivo ante el presente y el futuro que aqueja a nuestra sociedad, coadyuvando a que la gran crisis socioeconómica actual dinamite cualquier proyecto de familia y de futuro de millones de personas, más una pandemia soportada por años que nos mantiene en alerta, sin visos de significativa solución.
En medio de este maremágnum, existe una estrategia coordinada entre las élites políticas y económicas con la academia y los medios de comunicación para servirse del pánico de la gente. La receta es la misma para que, en tales condiciones, los gobiernos puedan ejecutar cualquier tipo de decisiones por duras y draconianas que sean. Todo orquestado como siempre por los medios de comunicación, que tienen mucho que ver en el origen, mantenimiento y prolongación de esta crisis.
Mientras sigamos amedrentados, seguirán imponiéndonos decisiones unilaterales.
El capitalismo moderno imperante ha derivado en formas de inequidad tales que no hay sentido lógico que lo sustente, contraviniendo al propio Adam Smith -su padre- quien afirmaba, sin imaginar el futuro de su sistema, que “no puede haber una sociedad floreciente y feliz, cuando la mayoría de sus miembros son pobres y miserables”. La actual crisis sistémica da cuenta de la voracidad y descontrol de financistas nacionales e internacionales que sin escrúpulo alguno salen de apuros nada menos que con el apoyo de los Estados y sus políticas de rescate, al echar mano de los consabidos “perdonazos”, transferencias de suculentas cantidades de fondos públicos para el salvataje, a vista y paciencia de la población que jamás podrá sortear las cortapisas de la famosa “letra chica”. La reestructuración capitalista o globalización neoliberal descansa en la expansión del capital ficticio, en la superexplotación del medio ambiente, en la superexplotación laboral detrabajadores precarios, informales y migrantes, forzados y maniobrados a nivel local y global, a fin de abaratar los procesos productivos, con el consecuente deterioro de las condiciones y valor real del trabajo, llegando a extremos indignos, con el único objeto de continuar dando aliento al ciclo de acumulación sin atacar las reales contradicciones de fondo quecontinúanprofundizando el proceso de concentración de capital en manos de los grandes monopolios y oligopolios transnacionales, situando el poder imperial en los Estados centrales, y por cierto, la riqueza en una élite de la burguesía transnacional cada vez más delgada y selectiva.
Tales dinámicas no han hecho más que agudizar el desarrollo desigual de países centrales y periféricos, provocando la precaria o nula capacidad de las periferias para articular un patrón de acumulación sustentable. En este contexto: la crisis alimentaria mundial, fundamenta un nuevo tipo de barbarie en las zonas de influencia económica y la crisis ambiental mundializada nos lleva a una progresiva devastación equivalente a una guerra atómica planetaria, ambas crisis junto con la geopolítica mundial son los grandes factores que conforman los enormes peligros de esta crisis epocal del capitalismo del siglo XXI, precedida de un siglo XX de barbarie del cual este siglo XXI no aprendió nada. Basta presenciar el actuar de una mayoritaria población -obnubilada por los ”avances del progreso” y todo su aparataje ad hoc, consumismo incluido- que no se detiene a comprender que el progreso empleado para la sobreacumulación de riqueza y lucha por el poder tiene su correlato en la extrema pobreza, producto de la desigualdad y miseria humana en todas sus variadas formas e inconcebibles expresiones, al extremo de llegar a considerar que la devastación del planeta es necesaria para alcanzar el logro de una vida mejor. Los esfuerzos de los movimientos ecologistas, no logran sacar suficientemente a la población del sopor e inmovilidad de que son objeto.
Platón señalaba hace miles de años que “entre los ciudadanos no debe existir ni extrema riqueza ni extrema pobreza, dado que coexistiendo ambas no pueden engendrar más que un gran mal”.
Hay motivos, más que suficientes para que sea apremiante recuperar una conciencia crítica ante las dinámicas históricas, estructurales, estratégicas, coyunturales del sistema capitalista y lograr construir alternativas válidas frente a los hechos en el afán de que todos vean con nitidez y comprensión lo que la “burundanga” del neoliberalismo a ultranza no permite ver.
Estamos insertos en una dinámica en la cual, la dominación de la técnica planetaria por el capital, y la devastación ambiental conducen a escenarios de confrontación de las potencias mundiales motivadas por la disputa de la hegemonía mundial. Nunca como ahora, el riesgo de una III Guerra Mundial está tan cerca frente a nosotros. La pandemia y la guerra de Ucrania y Rusia ponen a prueba y en mayor evidenciael desarrollo y empleo de la alta y sofisticada tecnología de punta en las acciones planetarias y lucha por el poder, personificando a un capitalismo enloquecido por su codicia sin límites y demencial avaricia.
La pandemia y la guerra de Ucrania y Rusia pueden ser un punto de inflexión para dar paso a una era de post-capitalismo ya en proceso de maduración, últimamente agudizado por la poli crisis (múltiples crisis en cascadas e interconectadas) que se viene acentuando a partir de ambas circunstancias, fenómeno que proyecta transformarse en permanente y duradero instalándose con ello una etapa de perma crisis compleja de resolver. Es curioso que justamente a estas alturas, recientes investigaciones demuestran fehacientemente que comienzan a surgir alarmas desde el sector capitalista ultraconservador anunciando con horror que el capitalismo necesita una reforma urgente e imprescindible, de lo contrario, perecerá, ¡y con mucha razón!
Para evitar la hecatombe planetaria en juego y, en consideración a que “a grandes males, grandes soluciones”, sólo cabría mediar una etapa de transición racional, donde se requiere de una redistribución de la riqueza mundial, para lo que sería necesario detener el crecimiento, en favor de establecer el camino más viable y certero a fin de equilibrar las oportunidades de prosperidad.
Nos tocó vivir en tiempos complejos en los que el vaso de la vida se torna cada vez más vacío. No obstante, las semillas sembradas en respuesta al abuso e ignominia han dado sus frutos y paradojalmente las señales de alerta vienen también ahora del lado del actual sistema en su total incapacidad de hacer frente a los grandes desafíos del siglo XXI.
La economía y la “política” de la modernidad capitalista nos ha impuesto una gravísima crisis de la civilización ante la cual la razón es el horizonte de intelección que va a descifrar el enmarañamiento esquizoide de progreso y devastación al que ha llevado el capitalismo planetario. Una crisis sistémica del capitalismo reclama soluciones sistémicas. Una crisis civilizatoria requiere una transformación del modelo civilizatorio,cambio civilizatorio que afortunadamente desde hace algún tiempo se viene gestando. Ya son muchas las señales y en nuestro caso, en Chile, ha llegado la hora, de redefinir estrategias aprendiendo del duro y difícilmente digerible revés que hemos experimentado a pesar de la multitudinaria expresión ciudadana ante los necesarios y urgentes cambios que requiere el conjunto de nuestra sociedad en el imprescindible intento de evitar la debacle, local y universal a la vez, producto del caos social y económico causado por la irracional vorágine capitalista frente al consabido desmedro de los pueblos del mundo .

Fuentes:
1-cronicon.net/wp/el-fin-del-capitalismo/.
2. https://www.montevideo.com.uy › Columnistas ›
3.-versión On-line ISSN 2594-1917versión impresa ISSN 1870-0063 Andamios vol.7 no.13 Ciudad de México may./ago. 2010. Dossier: Crisis financiera, crisis estructural La gran crisis del capitalismo neoliberal The Great Crisis of Neoliberal Capitalism Humberto Márquez Covarrubias*
4.- https://elsudamericano.files.wordpress.com/2019/02/progreso-y-devastacic3b3n-luis-arizmendi.pdf 5.-https://www.other-news.info/ @ffasanomertens
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