La Segunda Pandemia
En estos días donde el mundo lucha incansablemente contra el covid-19, que tiene en jaque a gran parte de los países sobre la tierra por lo altamente contagioso, por la saturación de los sistemas médicos, mortalidad y detención de las actividades diarias de un país en diferentes niveles. Todo esto ha llevado a que estemos la mayoría en un estado de alerta en confinamientos totales o parciales y con teletrabajo cuando se pude, tomando todas las medidas de resguardo para no contagiarse ni contagiar a otras personas, y por tanto los estados también están preocupados de la detección de casos, aislamiento y tratamiento. Sin embargo hay un tema que está quedando relegado o que al menos no está teniendo la misma a atención que las aristas mencionadas anteriormente y me refiero a las consecuencias inmediatas, a mediano y largo plazo, que esta emergencia tendrá en nuestra salud mental.
La salud mental se entiende como un estado de Bienestar en el cual las personas son conscientes de sus capacidades y pueden afrontar los desafíos de la vida y contribuir a la misma (OMS, 2012). Si bien contamos con incipientes datos de los efectos que pudiera tener la pandemia, el confinamiento y sus repercusiones sociales y políticas en la población, principalmente porque es una situación nunca antes vista en la que tanta gente en el mundo se encuentre en confinamiento, ya que si bien ha pasado en otros momentos de la historia de la humanidad, la ciencia no estaba lo suficientemente madura para un estudio en el momento y si bien se han hecho estudios retrospectivos de los efectos de las pandemias anteriores, no tenemos mayor información acorde a los estándares actuales. Por lo reciente de la emergencia que todavía está en curso, son pocos los datos más bien descriptivos y aún en levantamiento que nos llegan de lugares donde la pandemia lleva más tiempo. Sin embargo, si tenemos abundante información científica de los efectos de epidemias recientes en la salud mental como lo ocurrido con el SARS en 2002, el H1N1, la gripe porcina, el ébola entre otros que demuestran un deterioro importante en la salud mental de las personas que les toca vivir el confinamiento o a los profesionales de la salud que les toca afrontar la emergencia, a esto llamo la segunda pandemia que azotará fuerte a un país como el nuestro, donde antes de todo esto la salud mental no era la mejor y los índices de depresión y ansiedad oficiales eran de por sí muy altos.
En este escenario ¿que podría pasar? Según la evidencia de epidemias pasadas y recientes el panorama no es muy alentador, si revisamos los estudios realizados en estos anteriores brotes nos encontramos con un posible futuro que incluye trastornos de ansiedad, estrés e incluso trastorno de estrés postraumático en funcionarios de salud que combatieron enfermedades pandémicas (Brooks, Webster, Smith,Woodland, Greenberg & Rubin, 2020).
Los efectos en la salud mental son notorios y más fuertes en los profesionales de salud y de apoyo que les tocó estar en la primera línea de batalla contra la enfermedad, pero las personas que enfermaron, que tuvieron que hacer cuarentena o confinamiento preventivo también sufren importantes dificultades en su salud mental, como por ejemplo síntomas de trastorno de estrés post traumático más altos que en la población que no sufrió encierro alguno. También se observaron mayor cantidad de síntomas depresivos en personas que estuvieron en cuarentena hasta 3 años después de terminada la misma (Brooks et al,2020). Las personas que han sufrido cuarentenas, presentan sintomatología más alta en una diversidad de padecimientos tales como disposiciones emocionales negativas, insomnio, baja motivación, irritabilidad y furia entre otros (Brooks et al, 2020). El miedo a contagiarse también es una de las cosas que afecta nuestra salud mental, generando miedo, nerviosismo, tristeza y culpa (Brooks et al, 2020). A este desalentador panorama del cual la salud pública debe hacerse cargo, hay que sumarle las complicaciones generadas por estresores asociados a la pandemia y que pueden ser igual o peor que la misma, como es el caso de la crisis financiera provocada por la enfermedad. Estas situaciones de crisis económicas provocan en las personas un estrés importante y que puede durar un tiempo considerable (Brooks et al, 2020). Por lo que pueden extenderse los efectos en la salud mental de la cuarentena posterior a terminada esta (Brooks et al, 2020).
Se hace sumamente necesario un monitoreo y apoyo durante los procesos de cuarentena por pandemia o de confinamiento, la salud mental no debe entenderse sólo como un daño colateral aceptable, pues puede generar serios problemas de salud que finalmente se pueden convertir en una peligrosa segunda pandemia, la cual pudiera ser aún más dañina para la vida de las personas que el mismo virus original.
Finalmente el llamado es al autocuidado de todos y al monitoreo personal de nuestra salud mental y buscar las opciones de teleconsulta de ser necesario, especialmente si está afectando nuestra vida diaria, hay que buscar ayuda profesional. Por otro lado es una oportunidad para que los estados se tomen en serio la prevención y promoción de la salud mental.
Es necesario entonces adelantarse y dar respuesta a la segunda posible pandemia.
Referencias:
Brooks, S. K., Webster, R. K., Smith, L. E., Woodland, L., Wessely, S., Greenberg, N., & Rubin, G. J. (2020). The psychological impact of quarantine and how to reduce it: rapid review of the evidence. The Lancet.
Organización Mundial de la Salud. (2012).Salud mental.
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