
Pensamientos de Elena Poniatowska
Elena Poniatowska Amor, es una reconocida periodista, profesora y escritora de origen francés, nacionalizada mexicana en 1969, La princesa Helene Elizabeth Louise Amelie Paula Dolores Poniatowska, nació en París el 19 de mayo de 1932. Cuando recién tenía diez años, su familia se desplazó a México huyendo de la Segunda Guerra Mundial. Constante columnista del Diario “Excelsior”, entre sus libros más renombrados se encuentran “Lilus Kikus” (1955), “Todo empezó en domingo” (1998), “Las soldadoras” y “Juan Soriano, niño de mil años” (1999). En 1971, publicó “La noche de Tlatelolco”, valiente trabajo de periodismo de investigación en que dio a conocer en detalle la matanza masiva de estudiantes en el lugar, bajo el gobierno del PRI. Algunos de los pensamientos transcritos, corresponden a frases de testigos de la masacre.
“La cultura no puede estar al margen de la ética”.
“La finalidad de la vida no es prosperar sino transformarse”.
“Cuando uno se lanza a lo desconocido, se salva”.
“Una noche la soñé y tal como la soñé amaneció frente a mi puerta”.
“Un joven es siempre una incógnita. Matarlo es matar la posibilidad del misterio, todo lo que hubiera podido ser, su extraordinaria riqueza, su complejidad”.
“Se desprecia a las mujeres, se las consume, se las desecha, se las estigmatiza, se las cuelga para siempre en el árbol patriarcal y allí se las ahorca”.
“¿Cómo es posible que el gobierno considerara “un gravísimo problema” a un grupo de muchachos y muchachas? Resulta ridículo, sobre todo si se sabe que el gobierno cuenta con un aparato de represión poderosísimo y ejerce un control absoluto sobre los medios de información”,
“Estoy convencida de que el futuro de este país pertenece a los jóvenes de mi generación. Matar a un joven es matar la esperanza”.
“En los únicos momentos en que me llevo bien con mis papás es cuando vamos al cine, porque entonces nadie habla”.
“El contenido político no lo dan las palabras sino las actitudes. Yo ya no creo en las palabras. Los priístas usan un lenguaje revolucionario, emplean términos muy avanzados y, sin embargo, un campesino sin palabras, sin lenguaje, con su sola actitud, es más revolucionario que todos nosotros juntos”.
“Para poder olvidar, primero hay que recordar”.
“Ha llegado el día en que nuestro silencio será más elocuente que las palabras que ayer callaron las bayonetas”.
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