
Pensamientos de Émile Zola
El escritor francés Émile Zola nació en París el 2 de abril de 1840. A causa de la desmedrada situación económica de su familia abandonó sus estudios y asumió labores administrativas. Colaboró con la prensa como crítico de arte y publicó exitosos relatos. Líder de la emergente tendencia naturalista, escribió una treintena de obras entre las cuales están “Cuentos a Nina”, “La confesión de Claude”, “Germinal”, “El vientre de París”, “El pecado del abad Mouret”, “Nana”, “Fecundidad” y los 20 volúmenes de Rougon-Marquart. Asumió públicamente la defensa del oficial Alfred Dreyfus en el célebre manifiesto “J’accuse”. Acusado de infamia, se trasladó a Inglaterra. A su regreso, murió asfixiado en su hogar probablemente asesinado, el 29 de septiembre de 1902.
“El pasado no es más que el cementerio de nuestras ilusiones”.
“Los jóvenes crecen con ideas diferentes a las nuestras ya que nacen para tiempos en los cuales nosotros ya no estaremos aquí”.
“Cuando a veces, a sus espaldas, lo llamaban tirano, él simplemente sonreía y pronunciaba esta profunda observación: Si alguna vez me vuelvo liberal, dirán que los he decepcionado”.
“Los gobiernos desconfían de la literatura porque es una fuerza que los elude”.
“Prefiero morir de pasión que de aburrimiento”.
“Nada desarrolla tanto la inteligencia como los viajes”.
“La verdad está en marcha. Nada la detendrá”.
“El deber más alto del hombre es proteger a los animales de la crueldad”.
“Un dios de la bondad sería caritativo para todos. Tu dios de la ira y el castigo, no es más que una fantasía monstruosa”.
“La civilización no alcanzará su perfección hasta que la última piedra, de la última iglesia, caiga sobre el último sacerdote”.
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