Tontilandia, episodio 1.
En los tiempos de la dictadura del General Carlos Ibáñez del Campo, el escritor Jenaro Prieto, en sus crónicas diarias publicadas en un matutino de la capital, inventó el término “Tontilandia” para referirse a un país imaginario en el que sucedían acontecimientos insólitos y bastante terribles. Con esto, Prieto esquivaba la censura impuesta por el Gobierno pues los uniformados encargados de esta labor no eran muy avispados y tardaron mucho en descubrir que tal fruto de la imaginación era el propio Chile.
Casi un siglo después, hay personajes de la “clase política” que creen que habitan ese ente imaginario y que pueden sostener públicamente cualquier cosa y que los habitantes de “tontilandia” son tan necios que sin problemas comulgarán con ruedes de carreta.
El motivo de este comentario apunta a dos personajes de la política nacional. Por simple coincidencia, ambos son militantes de Renovación Nacional, una colectividad con cierta tradición de seriedad y que ha mostrado una tendencia de derecha no extremista que le ha permitido estar presente en prácticamente todas las regiones del país.
El primero de ellos es Raúl Torrealba del Pedregal, alcalde vitalicio de Vitacura, una de las comunas más ricas y con casi cero problemas sociales, quien debió hacer dejación de su cargo a causa de la ley que prohibió perpetuas reelecciones. Su sucesora, militante de Evópoli, a los pocos días de asumir detectó una serie de conductas anormales en el Municipio, constatando que ingentes recursos eran traspasados a dos Corporaciones (VitaSalud y VitaDeportes) vía subvenciones municipales, y que estas entidades “privadas” – no sujetas a fiscalización de la Contraloría – giraban importantes sumas de dinero, que eran cobradas por choferes y otros funcionarios, y entregadas en efectivo al Alcalde.
Tras dos años de investigación, la Fiscalía formalizó a Torrealba por los delitos de “fraude al Fisco”, “evasión tributaria”, “lavado de activos” y “asociación ilícita”, pidiendo prisión preventiva para el imputado, medida que le fue concedida. Hasta ahora el embrollo asciende a casi 800 millones de pesos.
Las explicaciones del edil llaman la atención: “Toda la plata está en las avenidas, los parques, las plazas de Vitacura”…”Todos las acusaciones serán desechadas”….”Nunca ha llegado ni un peso de los Vita a mis cuentas”. El imputado es acusado de 29 delitos, la formalización está basada en el testimonio de una decena de funcionarios municipales, la Fiscalía ha acopiado antecedentes durante dos años, pero el alcalde se declara absolutamente inocente.
El otro caso, corresponde al diputado por Cautín Miguel Mellado. El representante participó de una reunión del Presidente de la República (aunque según propio testimonio llegó atrasado) con todos los parlamentarios de la Araucanía. Subrepticiamente grabó el encuentro en su celular y luego entregó la grabación al diario La Tercera. Al hacerse pública la molestia gubernamental por la grabación y la filtración de una reunión privada, el hecho fue unánimemente condenado. Mellado se sumó al rechazo y expresó que el hecho era grave y que rompía todas las confianzas, pidiendo sanciones para el autor del desaguisado. Cuando el Gobierno anunció que pondría los antecedentes en manos de la Justicia para lograr la identificación del autor, Mellado confesó que él había sido y que no se consideraba responsable de nada porque se debía a los ciudadanos de su Región. Por su lado, El Mercurio encontró un profesor de Derecho de una universidad privada quien, categóricamente, afirmó que las reuniones entre el Presidente y parlamentarios no eran secretas ni reservadas y por tanto podían ser grabadas y entregadas a la prensa.
Los hechos antes señalados pudieran ser considerados como anecdóticos si no fuera porque revela en la voz de ambos personeros, que ambos piensan que la gente, que los ciudadanos, son tontos, que están dispuestos a tragarse cualquier paparruchada.
Torrealba y Mellado son parte de una “clase política” y en tal carácter con sus conductas y actitudes han hecho un significativo aporte al desprestigio de un estamento que está llamado a regir los destinos de la comunidad.
Uno y otro podrán seguir paseándose y creyéndose personas honorables, pero la marca del cinismo y la hipocresía quedarán grabadas para siempre en el recuerdo de las chilenas y chilenos de esfuerzo que no se dejan engañar tan fácilmente.
Desde el período de aquel dictador mencionado, Chile aún continúa siendo para muchos, especialmente politiqueros, TONTILANDIA donde se puede manipular al pueblo en la forma que a ellos se les antoje. Cual es la reacción del pueblo?. Absolutamente NINGUNA, razón de continuar siendo manipulado por los politiqueros de siempre. Esto es lo que actualmente está manteniendo a Chile como el país donde cualquier inmigrante puede entrar sin ninguna documentación legal, porque la Ley de Inmigración Chilena forma parte de TONTILANDIA. Este artículo presentado por su autor René Fuentalba Prado, nos demuestra una enorme necesidad de enforzar las leyes a nivel nacional, de lo contrario nuestro país continuará siendo nombrado como TONTILANDIA.