
Topología de una Crisis Perfecta (Parte III)
Reproducimos ahora la tercera parte (final) de una conversación con Rafael Kries realizada en octubre de 2020. La segunda parte se publicó en la edición del 7 de diciembre.
Reseña biográfica Rafael Kries, 74 años, doctor en Economía y Cs. Sociales de la Uni-Kassel Alemania. Intelectual chileno vinculado a la corriente consejista. Profesor universitario en diversos países, en temas de Filosofía Política, Macro-economía Internacional, Historia de la C&T, y Gobernanza. Dirigente sindical en el Gobierno de Salvador Allende, y miembro del PS de esa época. Militó en el sector que apoyó a los Cordones Industriales. Ha escrito múltiples libros y artículos sobre Poder Popular, Filosofía Política profana, y Ekopoiesis. Coordina actualmente el Centro de Reflexión Herbert Marcuse. <rakries@yahoo.com> |
Conversación con Rafael Kries, Octubre 2020 , Parte II
Conversamos con este intelectual, difícil de clasificar en el actual panorama filosófico. Su teoría de la Ekopoiesis se alimenta tanto del marxismo consejista como de la lectura crítica de Nietzsche o Heidegger que realizan Foucault y Derrida. Su propia identidad se reparte entre una raíz judía y mapuche, europea e indoamericana. De lectura y conversación grata que rescata al Marx joven de Marcuse y Dussuel, Moshe Postone y Robert Kurz, se afinca sin embargo en el estudio de los nuevos procesos en desarrollo de economía digital y control. Constructor de ideas en Filosofía Política profana y macro – economía internacional; militante en diversos esfuerzos de renovación en América Latina, que se iniciaron con su participación en los Cordones Industriales en el Chile de Allende de 1972.
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Pregunta: Ud. parece trasladar la microfísica del poder de Foucault a un enfoque topológico en que las fuerzas se multiplican en vez de simplificarse. Siguiendo su argumento, si hay algo que diferencia a la actual crisis de las anteriores es que afecta las condiciones de autovaloración del valor en condiciones específicas que impiden progresivamente su reproducción. Lo cual estaría dado por decisiones y correlaciones históricas específicas, así como por un entorno que no es ilimitado. ¿No ve Ud., entonces, transición sino caos?
R.K.: Veo un inevitable y sostenido aumento de entropía. Con un cierre de la fase financiera, y un intento de control digital, que obligará a la humanidad a responder en consecuencia. Algunos perderán su base de apoyo e intentarán sostenerla en los poderes que controlen, pero la inmensa mayoría exigirá seguir comiendo y pensando, así como reordenar el juego social de otras maneras.
En los años 70 Alain Touraine fue uno de los primeros intelectuales marxistas en advertir que la constitución de clases no bastaba para interpretar y definir un proceso como el de la Unidad Popular en Chile. Sin embargo, su respuesta estructuralista reforzaba el desconocimiento del fenómeno de base que había vinculado a trabajadores con otros grupos populares y que había llevado a Allende a la Presidencia. Desde luego esa incomprensión llegó a la caricatura con Regis Debray y el foquismo.
Con la ruptura del patrón oro, en la década de los 70 del Siglo XX, se comienza a gestar una nueva globalidad, que acentuó un conjunto de relaciones asimétricas al interior de los países, así como a nivel mundial. Desde luego esa integración de mercados y alianzas era hecha posible así mismo por una masiva introducción de nuevas tecnologías que cerraban el período expansivo del Estado de Bienestar en el núcleo sistémico e intensificaban la relación centro-periferia.
Lo anterior desencadenó no sólo una nueva racionalización de procesos y una recuperación de la tasa de ganancia sino un mayor control desde el capital hacia la fuerza de trabajo y la vida como, así mismo una intensificación del despojo de unos países hacia otros. Al moverse las relaciones de explotación también se dinamizan las de hegemonía.
La evolución de esos procesos no sólo reordena el cuadro geo-político, sino que afecta a la propia relación que hace de síntesis social global. Las condiciones de inestabilidad, hechas evidentes en el nuevo Siglo XXI, encuentran su base en la confluencia de procesos con viejas y nuevas síntesis que emergen como aspirantes a nuevos ordenamientos, aunque al surgir aparezcan en forma negativa (como activos tóxicos, ausencia de espacios de inversión o temas ecológicos).
Debido a lo cual, determinar la salida actual de esta crisis no parece ser posible con la simple intervención de los Estados-nación contemporáneos o acciones de las entidades internacionales y de gestión económica globales, porque no estamos ante un desbalance económico, sino de un desajuste del conjunto de la formación social del planeta, en que se ha puesto en juego su reproducción global.
He ahí un dilema a nivel de lo real: o la posible salida es fundamentalmente determinada por cambios en las relaciones de dominio y reproducción, o ésta estará determinada en lo esencial por un nuevo factor en que incide la tecnología, la autonomía e inter-comunicación de multitudes y fuerzas, que a su vez determinarán las estructuras y contenidos del resultado.
El conjunto del planeta y la sociedad avanza a una sociedad trans-fronteriza con un sustrato computacional de una nueva síntesis ordenadora. Pero siempre cabe lo impensable pues lo real es sólo una fotografía de una realidad en la que también actúan otras fuerzas
Pregunta: ¿Qué es salvable en la debacle que describe y cómo hacerlo? Entre las visiones pesimistas o las iluminadas usted parece elegir un justo medio, ¿es ello posible? En especial dado que, según usted mismo señala, estamos ante una crisis perfecta.
R.K.: La crisis pone de manifiesto un estado de agonía de prácticas y cosmovisiones estructurantes, así como de nuestra experiencia directa. No sólo hay una quiebra de modelos de entendimiento sino un vaciamiento de sentido, lo cual nos dice de un nuevo carácter de la Crisis que vivimos. Ello no surge de la velocidad en la innovación ni de la globalidad de su impacto.
Si bien la crisis actual ha emergido desde el ámbito financiero, con el crash del 2008, éste solo dejó al descubierto el fracaso del sistema en su totalidad, visibilizando que la crisis no sólo abarca aristas políticas, medioambientales, energéticas, sociales y morales, sino, civilizatorias.
Este sistema no sólo ya no es sostenible en sus condiciones y modalidades de reproducción, sino que su derrumbe arrastra consigo la amenaza de una extinción masiva de la vida y logros culturales.
Si no basta el reordenamiento de las estructuras de dominio, ni las utopías del deber ser, será necesario construir una nueva visión de totalidad y de síntesis; tarea a la cual denominamos actividad ekopoiética, la cual se ubica más allá de los niveles de constatación, abstracción y contraste de los enfoques y actividades del sistema.
Pregunta: ¿No piensa que la crisis se nos ha venido encima antes de que dispusiéramos de instrumentos de reflexión sobre ella? El debate filosófico se enriquece, junto a una merma de la creación y aportes de la Sociología y Economía, por ejemplo.
R.K.: Ello sólo es reflejo de la incapacidad del paradigma reinante en Economía y Sociología de dar cuenta de la crisis, tal como lo advirtió y señaló la propia Reina de Inglaterra al asistir al London School of Economics en el 2008. En el caso de la Filosofía Política no se trataba de mantener la discusión en la Teo-metafísica, sino en de-construir, en pensar qué es lo que se estaba destruyendo y ello era, indudablemente, un paso hacia la realidad.
La evolución de las Bolsas de Títulos y Valores ha reflejado, con cierta nitidez, las fuerzas del capital a lo largo de la presente fase de la crisis perfecta. Una eventual caída, seguida por una deflación puede ser el prolegómeno de un problema mayor en el sistema monetario, con pérdidas de valor, calidad de vida y riqueza de países y multitudes que pueden abrir situaciones de caos y guerras.
La economía mundial en el siglo XXI no está, progresivamente, en capacidad de generar estructuras de utilidad e ingresos en magnitud suficiente para evitar las llamadas burbujas financieras. Eso se expresa en la insolvencia en ascenso de sus diversos agentes.
El sistema no puede impedir la evidencia financiera de activos tóxicos, de empresas sin capacidad de producir ganancias, ni eludir la expansión inorgánica de masa dineraria. Tampoco está en capacidad de evitar una contracción de empleo y producción, y de sortear en consecuencia una recesión económica generalizada como panorama indefinido.
Hoy la estructura, cualidad y forma de la producción y el consumo provocan polución en tanto los agrupamientos sociales expresan procesos culturales y socio- políticos en torno a la voluntad de poder y maneras de vivir cada vez más difíciles de sostener por los seres humanos bajo este sistema.
La crisis ambiental, el cambio climático o el COVID19 surgen de unas relaciones de contraposición de las actividades de producción y el consumo con el entorno, que muestran las reales condiciones de la reproducción de capital y no las de un modelo y episteme erróneas.
Los desbalances ambientales, al igual que los sociales de demanda, pobreza y destrucción de países considerados no viables, se generan de visiones de reequilibrio y manejo cuantitativo de la economía y la vida social bajo orientaciones que surgen de la Acumulación y la forma-valor del intercambio social.
El desorden de mercados y el cambio climático afectarán también amplios grupos de firmas y entidades urbanas y rurales, lo que se expresará en países enteros. Una parte importante de empresas de diverso tipo, conocidas como empresas personales o familiares serán pronto también arrastradas al borde de la supervivencia, en tanto comunidades enteras aumentarán sus presiones en el centro y la periferia, acentuando el fenómeno migratorio y la marginalidad.
Sin embargo, hay que tener presente que la crisis del entorno y del metabolismo social con el entorno, evolucionan –a lo largo de periodos y niveles de intercambio metabólico– a un tempo y ritmo diferente. Por lo cual, las consideraciones del entendimiento político o psicológicas poco pueden decirnos inicialmente sobre esa imbricación y sinergia de conjunto.
El sistema y los regímenes del capital han culminado, a través de una formidable generación de fuerzas productivas-destructivas disponibles y en aplicación, en una descomposición y depredación que está llegando a sus límites.
¿Es posible detener la crisis perfecta? La multiplicidad de sus planos fenomenológicos sólo oculta la profunda unidad sintética de la cual surge. Así como los griegos clásicos advirtieron que el triunfo absoluto de la Razón trae consigo el derrumbe definitivo de la conciencia, tras los problemas de la reproducción económica, social y ecológica se esconde una fuerza productiva/destructiva que exige la occisión ritual y busca hacernos pagar el costo de lo sagrado en las formas del relacionamiento social.
El totalitarismo de la forma-Capital es el lado oscuro de la socialidad contemporánea, frente al cual sólo cabe revincular la subjetividad con la tarea del cambio y la transformación social. Una nueva re-subjetivación y no sólo una nueva militancia, puede permitirnos superar nuestra reducción a ese cyborg que está siendo impuesto por el dominio autonomizado, en medio de esta crisis.
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