Un problema resuelto
De acuerdo a lo que señalan los arúspices chilenos, la elección presidencial del 2025 estaría ya resuelta.
¿Quiénes son estos profetas?
Dos universidades que han creado “unidades académicas” destinadas a sondear (¿o crear?) “opinión pública” y a recibir políticos cesantes de un determinado sector; unas cuantas empresas encuestadoras cuya carencia de seriedad técnica ha sido demostrada hasta la saciedad; y “seudo expertos” que ocultan bajo la capa de la independencia, la bandera de sus convicciones. Los grandes diarios tradicionales aportan a todos ellos el bombo necesario para establecer “su verdad”.
Pero de repente “salta la liebre”: ha aparecido un estudio, convenientemente silenciado, que afirma que una cifra superior al 60% de los ciudadanos no tiene decisiones tomadas a este respecto y que espera que aparezcan nuevos nombres en el pizarrón.
El juego de los “poderes fácticos” es demasiado evidente como para no detectarlo. Sitúan a un lado la alternativa “Kast-Mathei” y al otro, un eventual nombre comunista, sabiendo el rechazo, fundado o no, que una persona de esta militancia suscita en el electorado.
Por ahora, parece indiscutible que uno de los postulantes de derecha pasaría a segunda vuelta. La pendencia entre ambos es notoria más allá de las palabras de buena crianza.
Kast, tras el fracaso republicano en el plebiscito del Consejo Constitucional y su subsiguiente caída en las encuestas, ha visto aparecer por su ala derecha, posiciones más duras y extremistas sustentadas por los Kaiser, la Marinovic, Rojo Edwards, De la Carrera, personajes al parecer sin mayor relevancia electoral pero que le afectan en lo comunicacional al exhibirlo como un individuo blando y poco determinado.
Mathei goza, por el momento, de un buen pasar. Le basta el silencio para mantenerse y crecer.
Él, personifica la extrema derecha, y ella, la derecha tradicional chilena. Él, la intransigencia; Ella, el espíritu dialogante. Él, imbuido de la cerrazón valórica intransigente ya que lo que vivimos es “una guerra cultural”; ella, siempre abierta al pluralismo liberal y a las señales de la modernidad.
En este cuadro, el peor error que ha podido cometer ChileVamos, ha sido el de irse rindiendo crecientemente a la lógica y exigencias republicanas. Carente de una visión de futuro, la coalición ha sido arrastrada al campo de juego cotidiano del fracaso del actual Gobierno, con lo que no ha hecho otra cosa que comprometer la gobernabilidad para el caso de alcanzar el poder.
Sin duda que el gran problema que tienen al día de hoy ambas derechas, convencidas como están de su victoria, es que la sobre explotación de los sentimientos de hastío, temor, inseguridad, enojo, rabia, pudieran servir para ganar una elección pero evidentemente no sirven para gobernar. Las “uvas de la ira” sembradas hoy a destajo, no desaparecerán de la noche a la mañana sino que brotarán alimentadas por la frustración y la percepción de haber sido víctima de un engaño.
Quienes hoy se ven a sí mismos vestidos con la banda tricolor, tienen la obligación de aterrizar sus palabras.
Difícilmente, el país soportará un Presidente que niega ser de ultraderecha pero que participa gozoso de la convención extremista de Madrid, o que niega formalmente la existencia del “cambio climático”, para decir que su programa era un simple borrador y que él no lo había leído. O una Presidenta que ha guardado silencio total frente al debate sobre el CAE pero que, al ser descubierta que hace dos años ella propiciaba la condonación total de la deuda estudiantil pretende borrar todo de un plumazo diciendo simplemente: “Me equivoqué”.
Sin duda, ya va siendo hora de que nos pongamos serios frente al país. Nuestros problemas son graves y acuciantes y no podemos permitirnos el lujo de ser gobernados por vendedores de ilusiones. Si ella o él, se imaginan ya sentados en el sillón de O’Higgins, deben ir concretando desde ya sus propuestas programáticas especificando cómo las van a concretar, técnica y financieramente. Para esto, no bastan los discursos o lugares comunes de los debates televisivos de última hora.
Por el momento, Kast lleva la ventaja. El problema de la inmigración lo solucionará construyendo un canal en la frontera con Bolivia y Argentina.
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