«Lo que le ocurra a las bestias, pronto le ocurrirá al hombre. Todas las cosas están relacionadas.»

Jefe Seattle.

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De agua y genética

Sofía Valenzuela Aguila

Doctora en Bio-química. Investigadora Centro de Biotecnología. Universidad de Concepción.

La semana pasada, el presidente Boric promulgó el nuevo Código de Aguas, el que entre otras medidas, prioriza su uso para consumo humano, particularmente en situaciones de escasez hídrica. El racionamiento ya es una realidad para miles de personas en Chile, que dependen de camiones aljibe municipales, de comités de agua potable rural, o de comprar agua a privados. Los Municipios, de a poco, se replantean los parques y áreas verdes, utilizar plantas y árboles que tienen un menor consumo de agua, reemplazar los prados y en algunos casos restringir las horas de riego. Otras ideas apuntan a disminuir el uso irracional del agua en sectores de alto consumo, como las comunas más ricas de Santiago, donde abundan las piscinas particulares, las canchas de golf con extensos prados que requieren riego permanente. La Dra. Alejandra Stehr en su excelente columna del domingo en este mismo medio, acierta al decir que “la cantidad de agua que tenemos no es la suficiente para satisfacer todos los usos”.

Aún con medidas que parecen razonables, sabemos que las actividades urbanas emplean agua en menor escala que las actividades de diferentes sectores productivos, entre los que están la industria forestal, agropecuaria y minera. Hay abundante evidencia científica que da cuenta de la disminución de caudales e impacto en los cursos de agua, tras acelerados cambios de usos de suelo en las cuencas, debido a la actividad agrícola y forestal, además de la urbanización en terrenos rurales sin planificación territorial. La producción de la palta, compañera de tantos sándwich chilenos, ha tenido una expansión en las últimas décadas en la zona centro generando impactos en cientos de comunidades, viendo disminuidas las reservas de agua, que sumado a la sequía de más de una década, que las mantienen al borde de una catástrofe socioambiental. Todas las plantas, arbustos, árboles, sean estos nativos o exóticos, utilizan agua en mayor o menor medida; así todas las frutas y verduras que consumimos a diario, han requerido de este vital elemento para llegar a nuestras mesas. Es más, nos caracterizamos por ser un país exportador de frutas, uvas, cerezas, arándanos, kiwis, solo por mencionar algunos, que también requieren grandes cantidades de agua.

Si el país decide seguir siendo un país productor y exportador de frutas y derivados del sector forestal, una opción es invertir en programas de mejoramiento genético de plantas, para contar en el mediano plazo con cultivos que sean capaces de producir lo mismo usando menos agua. Hay varias estrategias, algunas se han empleado desde siglos, como el mejoramiento genético convencional, basado en cruzar progenitores con características de interés como sabor del fruto, resistencia a plagas, rendimiento, entre otras. Y ha sido exitosa, pero toma muchos años en obtener la variedad con las características deseadas. Hay herramientas biotecnológicas, que permiten acelerar el mejoramiento genético, basadas en el uso de marcadores moleculares o un test de ADN y así conocer los genes que confieren las propiedades que se desea en el cultivo. También está la ingeniería genética, que permite agregar genes a variedades comerciales, y en los últimos años contamos con la edición génica, técnica empleada en diversos cultivos, en países desarrollados, pero también en Argentina y Brasil. En Chile, están las capacidades en centros de investigación como INIA y en diversas Universidades para realizar mejoramiento genético, convencionales y/o apoyados por biotecnología. Con éstos, podremos seguir contando con hortalizas, cereales y frutas, que podrán provenir de cultivos agrícolas, que crezcan bajo una megasequía, suelos salinos, presencia de patógenos y/o temperaturas extremas, todas consecuencias esperables bajo el cambio climático.

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5 Comentarios en De agua y genética

  1. . No se pueden vender nuestras materias primeras antes de abastecer a nuestra gente.
    Es una pena que se siga sosteniendo la creencia que nuestros recursos pertenecen a una minoría. Nunca chile había pasado tanta hambre como hoy.
    Apruebo y rechazo son dos caras de un solo sistema que entrega nuestras riquezas a otro poder más grande.
    La tierra es nuestra. Por qué tenemos que pagar por ella.

  2. Ninguna tierra es propiedad privada. El agua no puede pertenecer a nadie más que al pueblo. No se pueden vender nuestras materias primeras antes de abastecer a nuestra gente.
    Es una pena que se siga sosteniendo la creencia que nuestros recursos pertenecen a una minoría. Nunca chile había pasado tanta hambre como hoy.
    Apruebo y rechazo son dos caras de un solo sistema que entrega nuestras riquezas a otro poder más grande.
    La tierra es nuestra. Por qué tenemos que pagar por ella.

  3. Los argumentos usados en este artículo, apoyados o desmentidos no sirven nada más a alejarnos totalmente de la realidad que viven los agricultores. Lo único que se siembra o se pretende sembrar en esta, nuestra tierra dividida es el MIEDO. El germen que crece de este cultivo es la división: extirpar la maleza para fecundar una tierra limpia es el mensaje. El chivo expiatorio es el colectivo que vive en las circunvalaciones. Los marginales que no tienen ningún derecho y que son escoriá.
    Hoy un nuevo grito de nacionalidad se alza. La escoria cambio de cara. Hoy no son los cinturones industriales los designados. Hoy los que tienen la culpa son los « extranjeros »
    Vaya país de ciegos. Vaya país de incultos.
    « Y’a verás como se quiere en chile al amigo cuando se es forastero »

    • No se pueden vender nuestras materias primeras antes de abastecer a nuestra gente.
      Es una pena que se siga sosteniendo la creencia que nuestros recursos pertenecen a una minoría. Nunca chile había pasado tanta hambre como hoy.
      Apruebo y rechazo son dos caras de un solo sistema que entrega nuestras riquezas a otro poder más grande.
      La tierra es nuestra. Por qué tenemos que pagar por ella.

  4. Sofía, la autora de este artículo, es abierta partidaria de la modificación genética de las plantas para fomentar propiedades que sean satisfactorias para los humanos, como mayor velocidad de crecimiento, mayor resistencia a organismos predadores o menor consumo de agua para su crecimiento.
    Sin embargo, creo que concentrarse solo en ello, que podría ser apropiado a las circunstancias actuales, tiene un lado oculto, cual es el de enmascarar las verdaderas soluciones sustentables para el problema generado por acciones antrópicas negativas acumuladas por siglos. Por tanto deberíamos comenzar por disminuir y erradicar los cultivos de paltos y otros frutos de exportación desde suelos con vegetación esclerófila y otros no aptos para la agricultura, recuperar las fuentes de agua reforestando suelos degradados con la vegetación autóctona original eliminada y disminuir drásticamente los actuales consumos de agua en todos sus usos.
    Para ayudar es recomendable no enviar más ni un solo gramo de desechos orgánicos -verdadero oro verde- a vertederos y basurales, sino destinarlos 100% a preparación de ‘compost’ para mejoramiento de suelos y acelerar así su recuperación.
    A estas tareas deberían estar dedicadas de llenos las universidades chilenas.

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