
Anatomía de un desastre
Vamos al grano estimados lectores (por si los tenemos). Veamos a nuestro parecer y entender cuáles fueron las principales causas de la derrota de la mal llamada centro-izquierda.
Digo, la mal llamada centro izquierda porque en el manejo del poder nunca hizo un gobierno que tuviera tal sesgo, cooptó completamente el modelo liberal mercantilista de acumulación con maquillajes de políticas de carácter social. Por tanto olvidó casi tan rápidamente como asumió el poder que había que servir y no servirse del poder político y del poder económico en su propio beneficio.
Ya, a estas alturas del siglo XXI, daba lo mismo votar por las derechas y por las izquierdas, y por tanto, la mitad de la gente que fue a votar votó por las derechas. Para aquellas, la derecha y la izquierda unidas jamás han sido vencidas. Por tanto, sufragar por unos o por otros daba lo mismo. A lo que también ayudó la ambigüedad del proyecto político presentado por Guillier y su comité de campaña.
A partir de los años 90 comienza la descomposición moral de quienes asumen cargos de importancia o intermedios. Se levanta una pléyade de arribistas, ventajistas, agiotistas, aduladores. Sujetos incompetentes, pero al lado de los detentores del poder que con su codicia y apego al lucro fueron poco a poco minando la confianza de un pueblo que terminó votando por un sujeto amoral como Piñera.
Los que se adueñaron de la Concertación prefirieron el camino del mercado y del lucro cuando lo más importante para el verdadero progresismo era preocuparse de la persona y la vigencia de sus necesidades: de su salud, de un trabajo digno, de una educación gratuita y de calidad, de pensiones decentes, de viviendas dignas y el derecho a solaz esparcimiento. Pero el arribismo del que ha hecho gala la ha llevado a mimetizarse con la derecha decimonónica. Ha sucedido con la Concertación, con la Nueva Mayoría y con un acomodaticio Partido Comunista dentro de aquella.
El modelo de acumulación capitalista representada por la derecha político-empresarial se introdujo hasta los últimos rincones del país con una aplastante publicidad y propaganda. La mayoría de los periódicos chilenos están en manos de la Derecha Mercantil y sus turiferarios donde el matutino El Mercurio campea por sus fueros.
El efecto “bandwagon” o el efecto del ordenamiento de los vagones de un tren, en este caso, el alineamiento de los votantes indecisos. Antes de la segunda vuelta los medios de comunicación más las empresas encuestadoras dieron por ganador a Piñera (y que estaban con aquel) ordenaron a los indecisos, y es más , votaron en la segunda vuelta más de 300.000 personas, que no habían votado en la primera vuelta. Sin lugar a dudas una mayoría de aquellos votantes sufragaron por el candidato triunfante.
Otra cosa que da que pensar. El país no le dio importancia al factor ético. Como ya lo hemos señalado todo el mundo conoce el carácter amoral de Piñera. Veamos algunas acciones:
- Negocios turbios con el periódico “El Mercurio”.
- Sus ilícitos con el Banco de Talca.
- La defraudación hecha a su socio en vida, Ricardo Claro.
- El affaire telefónico con Evelyn Matthei.
- Caso “Exalmar”, empleo de información privilegiada para negociar compra de empresas y otras palomilladas por el estilo.
Lo expresado anteriormente era de público conocimiento de la gente, pero no tuvo mayor relevancia en el electorado. Les dio lo mismo, votar por éste o aquel, daba lo mismo.
En el sistema capitalista, la moral imperante es el lucro. El éxito es personal, no es colectivo. Lo que importa son los buenos negocios, los bienes materiales, el dinero. No importa cómo se logre, por buenas o malas artes, por el contrario la persona proba, honesta, transparente en sus actos, es hasta peligrosa hoy en la sociedad en que vivimos, hasta parece ser un personaje de ciencia ficción.
También es necesario afirmar que durante los gobiernos de la Concertación y de la Nueva Mayoría nunca existió la voluntad política de crear una cultura que fuera contraria a la que se enmarcara en el éxito y en el lucro. No fue capaz de crear una cultura de la solidaridad, de la cooperación, de una ética basada en la persona y su eminente dignidad. Se entregó a un modelo que administró para terminar finalmente entregando el poder a los “dueños del modelo”.
Frente a tamaño descalabro (en esta Región del Bío Bío la Derecha ganó por paliza), los partidos políticos tradicionales tendrán que renovarse o morirán por su propia autodestrucción. Tendrán que venir otras generaciones, esperamos recambios con un mayor sentido de la honradez y de un profesionalismo a emplearse con sentido social. Duro trabajo para las noveles generaciones que habrán de ingresar a la vida política.
Se debe aclarar definitivamente que nuestro modelo es o tiene un sentido social donde la persona es el centro principal de preocupación, que la Derecha tiene otro modelo, que ya hemos descrito y lo defiende en forma férrea y muy homogénea como se ha demostrado a lo largo de nuestra historia y así lo demostró en estas últimas elecciones presidenciales.
Es necesario reactivar, reorganizar el progresismo político. Es necesario poner en práctica, internalizar en la sociedad chilena la importancia de una ética política, la decencia y transparencia en el accionar político cotidiano. Los que se ensuciaron las manos deben retirarse en forma definitiva para dar paso a quienes ya habrán de aprender que toda acción humana en beneficio de los seres humanos habrá de hacerse con la manos limpias. Basta ya de ambigüedades y de “centrismos” que pretenden disfrazar conductas mercantiles. Algunos de aquellos personajes que usufructuaron del poder en los gobiernos de la Concertación ya se están sacando la careta. Verbigracia: Mariana Aylwin y otros sujetos de tal jaez.
Que salgamos de este foso con una firme voluntad de cambiar y que Dios y/o el Supremo Arquitecto del Universo, nos ayuden a salir del pantanoso camino de la incertidumbre.
Déjanos tu comentario: