ANGELUS NOVUS (II)
Vale la pena transcribir la tesis IX de estos Conceptos, en la que sostiene: “Hay un cuadro de Klee que se titula Angelus Novus. Se ve en él un ángel al parecer en el momento de alejarse de algo sobre lo cual clava la mirada. Tiene los ojos desencajados, la boca abierta y las alas tendidas. El ángel de la historia debe tener este aspecto. Su cara está vuelta hacia el pasado. En lo que para nosotros aparece como una cadena de acontecimientos, él ve una catástrofe única, que acumula sin cesar ruina sobre ruina y se las arroja a sus pies. El ángel quisiera detenerse, despertar a los muertos y recomponer lo despedazado. Pero una tormenta desciende del Paraíso y se arremolina en sus alas y es tan fuerte que el ángel no puede plegarlas. Esta tempestad lo arrastra irresistiblemente hacia el futuro, al cual vuelve las espaldas, mientras el cúmulo de ruinas sube ante él hacia el cielo. Tal tempestad es lo que llamamos progreso”.
A mi me marcó mucho este pequeño texto. Es algo críptico, pero claro si se piensa en el desenvolvimiento del caos de los hechos históricos. Cuando todos pretenden afirmar el irreductible avance de la técnica, del sistema económico, de la participación ciudadana y del crecimiento y masificación del consumo de la clase media. Pero nos encontramos con las migraciones centroamericanas, los nuevos muros, Venezuela, las crisis de corrupción interna, una enorme deserción escolar, un sistemático aumento del costo de la vida, una implacable y justificada péridida de confianza en la institucionalidad, etc., que trastocan nuestros valores y nos confunden. En las que hay personas que se matan o se han matado unas a otras, en las que se engaña y se hace cualquier cosa por obtener de manera rápida un par de monedas, llenándose todos la boca con palabras como “rentabilidad” y “crecimiento”, mientras a su lado yace un mendigo y millones de personas condenadas a obtener pensiones miserables y ser usuarios de un sistema de salud que piensa sólo en números y no en los seres humanos, en que la desigualdad se hace intolerable y la segregación cada vez más evidente. En que las necesidades son apremiantes y no se ve salida posible. Mientras, pequeños grupos concentran enormes parcelas de poder de toda naturaleza, se coluden y mienten con discursos grandilocuentes, y al dominar los medios de comunicación, se contentan en sostener que estamos avanzando. Para no ir más lejos. ¿Recuerdan las ilusiones que nos hicimos en los ´90? ¿Recuerdan que nos abrazamos y lloramos porque todo iba a cambiar? ¿Qué pasó? Al parecer era más fácil administrar lo que estaba. Era más fácil concentrar parte del poder político y dejar que se concentrara aún más el poder económico. Era mejor dejar que el sistema educacional, que ya era malo, se desplomara sin decir nada. Me van a tener que perdonar, pero soy de los que cree que la transición ni siquiera ha comenzado. Que los pilares sobre los que se construyó la dictadura cívico-militar son los mismos que sostienen hasta hoy nuestra institucionalidad. Pese a la vanidad de un presidente socialista que le puso su rúbrica a una Constitución Política en cuya génesis no participaron todos, por muchas reformas que se le hayan hecho, sigue siendo la misma con ese germen de autoritarismo. Nuestro muertos, los muertos de la dictadura ya no son vistos como víctimas, sino que como un estorbo, cuando los familiares sólo piden justicia. Si hasta el gran número de revistas alternativas o periódicos que trataron de marcar la diferencia, sucumbieron en nombre del “progreso”. El ángel de la historia, al mirar hacia atrás, sin lugar a dudas constata que los que creíamos en la democracia, en la justicia social, en la igualdad, en la reivindicación, en fin, en el cambio, perdimos. Ya no podemos detenernos y volver a resucitar a nuestros muertos y recomponer lo despedazado. Todo sigue igual. La tempestad nos arrastró hacia el futuro y nos arrebató nuestras utopías. De un golpe, nos arrebataron nuestros sueños. Y aquí estamos, reconstruyendo nuestras esperanzas y espernado que surjan nuevos liderazgos. Los de siempre ya tuvieron su oportunidad, y sus hijos o sus hermanos, y todos quienes son parte de la clase política y económica, de la oligarquía partidocrática centralista, los mismos que crearon la ilusión de los ´90, nos impongan sus autoridades. Soportando como unos grupos minoritarios queman nuestras universidades con pliegos de peticiones absolutamente románticos e irrealizables o poco claros, llenos de solgans y sin nada de contenido. Por el momento la oportunidad que queda es tratar de salir de la inercia y responsablemente participar, crear y buscar una salida alternativa, que nos permita no darle la razón a la interpretación de la historia de Walter Benjamin. El filósofo argentino José Pablo Feinmann lo dice muy bien: “El ángel de la historia, el que ve horrorizado el paisaje de ruinas insensatas que es la historia de los hombres, quisiera despertar a las víctimas y construir algo nuevo con las ruinas. Pero el ángel es débil ante la historia, ante el progreso”. Sin perjuicio de ello, creo que entonces nos corresponde no olvidar a las víctimas, a nuestros muertos. Somos los vencidos, y como tales, debemos mantener la memoria y reconstruir nuestros sueños, nuestras utopías, levantarlas y hacerlas posibles, seguir luchando, para no morir en ninguna frontera, como ocurrió con Benjamín.
Don Andrés Cruz, felicitaciones, me interpreta totalmente, cada día vivo este modelo, junto con la traición que me ronda en mi corazón y que ilusamente participe en la reconstrucción de la «democracia de Chile»
Lo felicito por su análisis tan bellamente descrito pero tan verdadero!!!