
ARQUITECTOS: LAS OBRAS, HIJOS SON…
Las obras que uno como arquitecto hace son también como hijas de uno, y se les sigue la pista en su vida y en la propia de uno también, casi como que se vive con ellas. Y eso, principalmente cuando se materializan, cuando pasan a ser reales y no solo ideas proyectadas en papeles o (ahora) en una pantalla digital. Las que de verdad se hacen, las que pasan a ser reales, sean dibujos, esculturas, arquitecturas y hasta grandes proyectos urbanos como un parque, como un barrio, incluso como una ciudad, constituyen un privilegio, más que para el propietario o para el mandante, para uno mismo como creador de aquello. Pues lo que se hace y no queda en el papel es, lejos, lo menos de todo lo que uno hace en la vida profesional. Es decir, la mayoría de las creaciones de uno no se materializan, por tantas causas explicables o inexplicables, pero es así en la vida de los arquitectos del mundo.
Por eso, cuando algo se hizo, lo que logró lo que podríamos eufemísticamente llamar vida, cuando después es roto, demolido o destruido, es como perder un hijo. Hijo de la mente claro, de la creatividad humana que uno tiene, tan fuerte como la creatividad biológica que es la vida en los humanos.
A mí me ha pasado ya varias veces, y debe ser por mi edad que ya es harta. Pero a veces sucede cuando uno recién comienza y es aún muy joven. Afortunadamente, en mi caso solo recientemente he sido “víctima” de que mis obras estén ya desapareciendo, antes que yo mismo lo haga. Y como he actuado profesionalmente en esta ciudad y la mayoría de mis obras se han levantado aquí, les cuento esto a mis amigos y a los vecinos de la gran ciudad, que tal vez me comprendan esos sentimientos que he bosquejado ahora, y que me afectan, claro que sí.
Uno de los casos que relato es la transformación de una casa diseñada en los años 60 que, sin ser tan grande o especial, había impresionado bien a colegas arquitectos, a periodistas del arte y a artistas destacados como lo fue Eduardo Meissner, por sus formas y expresiones dentro de su sencillez y austeridad. Sus propietarios originales, después de vivir gran parte de su vida en ella, debieron venderla, y ¡horror!: los nuevos dueños le sobrepusieron un muro cerrado en toda su fachada principal. Es que al parecer se trata de un laboratorio hermético, y así se fue mi fachada predilecta.
Otra falencia, por no decir pérdida: se trata de un muro de contención del sobre nivel en el pie del cerro en el Parque Ecuador, muro que delimita el espacio plano de una zona de canchas de deportes con el borde con pendiente, es un muro largo y de poca altura, donde diseñé una alegoría a la originaria imaginería textil mapuche con cerámicas de color de alta calidad. Que permaneció 20 años casi incólume, pero fue poco a poco siendo cubierto por los grafitis de siempre, para terminar absolutamente detrás de esas capas de pintura que algunos valorizan como “arte urbano”, pero donde usualmente hay una falta de respeto inconmensurable. Mi diseño, porque de verdad nunca lo consideré un mural con todas sus letras, ya no está, aunque subsiste detrás de la “otra pintura”, ya que siendo cerámica de la mejor que se hacía en Chile (IRMIR, fábrica nacional ya desaparecida) debe estar aún como nueva, si se la limpiara debidamente, lo que nunca hizo el municipio o quien está ahora a cargo del parque.


Y otro caso de los “casuísticos”, aún en proceso: la que denominé “Fuente de los Tres Poderes”, diseñada en el Parque Ecuador, pero construida dentro del recinto de lo que fue CEMA Chile, cuando hacíamos diseños y obras para el Parque Cerro Caracol. Entre lo poco que pudimos hacer en el Parque, con nuestro escultor proyectamos una gran obra de arte en piedra granítica inmersa en una fuente de agua con fondo y laterales de cerámica colorida y ondulada, representando “El Poder de la Raza” sin apellido, solo la de quienes ahora somos. La Municipalidad nos había solicitado que, además de lo comprometido en nuestro proyecto del Concurso, diseñáramos el entorno de CEMA Chile (Fundación poderosa que manejaba doña Lucia Hiriart, esposa de Pinochet) edificio que estaba nuevo pero un tanto mal instalado en ese predio, por lo que proyectamos las grandes escalas de acceso y las protecciones del cerro más áreas verdes. Entre otras obras, ahí diseñamos esa fuente a partir de lo que eran los restos de una antigua piscina pública; allí entonces dispusimos la fuente, con tres elementos simbólicos: una columna compuesta de tres chorros verticales de agua (El Poder de la Naturaleza), un muro bajo estilizado y largo (El Poder del Racionalismo) más lo principal: la gran escultura de piedra de bloques graníticos cúbicos y esculpidos por buenos canteros con nuestro escultor, que representa “El Poder de la Raza” sin apellido, solo la de quienes ahora somos; en suma, un conjunto notable, con largos bancos de madera y espacio generoso para el descanso y disfrutar del sol. Pero que ahora ha sido entregado a la Compañía de Bomberos vecina inmediata para establecer un patio anexo, y entonces la fuente ha sido ya destruida en parte y desmantelada. Es verdad que casi nadie en la ciudad la conocía, no obstante estar allí desde 1982; es que el recinto de CEMA Chile tenía conexiones con el ejército, y era un lugar no público, cerrado con altas rejas por todo el tiempo que duró el régimen militar, y después así quedó casi por siempre, ya que doña Lucia la manejó hasta el año 2016, y aún hay rejas. Pero nuestro diseño original y la escultura no tenía nada que ver con CEMA, sino con un proyecto de parque público y que mi grupo profesional hizo porque ganamos un concurso nacional de proyectos, no para CEMA, sino para el municipio de Concepción, que nunca ejerció en ese lugar la propiedad real. Bueno, ahí está ahora desmantelada la fuente y la escultura, hecha con el talento de uno de los más grandes artistas que han vivido en la ciudad, Enrique Ordoñez, respetado y querido docente de Arte en la Universidad de Concepción, hoy residente en Santiago.
¿Y otro?… Sigamos: El edificio del Instituto Chileno Norteamericano de Cultura de Concepción, institución reconocida por su aporte a la cultura, además de su función educacional del idioma inglés, fue vendido no hace mucho tiempo dadas las circunstancias económicas del país, pandemia mediante. Yo proyecté su remodelación principalmente externa en 1983, ya que, siendo una muy sólida edificación, tenía una expresión diferente a lo que el edificio debía simbolizar, pues había sido originalmente una gran casa familiar, construida en la década del 40 y sin un arquitecto titular. La remodelación con su nueva expresión se constituyó en un referente y, además de ser presentado en la Bienal de Arquitectura de Chile, fue publicado en la revista oficial del Colegio de Arquitectos de Chile.
Pues véanlo hoy en transformación comercial por los nuevos dueños, provocando la pena de muchos que me la han traspasado, incluyendo al más sentido, el ejecutor de la remodelación del año 83, más afectado que yo mismo por su gran cariño con el edificio entonces transformado.
AZE
21/03/2022
Foto superior: El Instituto Chileno Norteamericano de Cultura
Fotos centrales: Muro de contención con diseño de mural
Fotos inferiores: La Fuente de los Tres Poderes
Felicitaciones para el Arquitecto Anronio Zelada Espinosa por su gran interés de hermosear y hacer aportes de este tipo en la hermosa ciudad de Concepción. lamentando que hoy el centro de la ciudad está llena de mercado ambulante que degradan ese bello lugar y Concepción mismo, lamentable también lo sucedido con el monumento de Don Pedro Valdivia.