Cerré los ojos.
Desde Castelar, Argentina
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Cerré los ojos.
Buscaba en mi interior algo que diera fuerza y sosiego.
Al pasar por una pequeña recamara me tope con esta pintura,
me detuve como si mi paso se hubiera fijado al piso y no pudiera moverme.
Allí estaba llamándome,
El púlpito de la pequeña capilla de Santiago Apóstol en Galicia,
Padrón en el monte qué lleva su nombre.
Me invadió la serenidad, esa que en ese momento no tenía y necesitaba.
Me abrazaron las fragancias tibias de tanto eucaliptus que abundaban
espléndidos.
El sol me daba en la cara y todo se volvió azul…Aún no sé por qué.
Y pinte como posesa dejando en cada pincelada mi respiración.
El golpeteo del corazón y un atropello de emociones indefinidas,
casi un éxtasis.
Se me escurrían las horas y no me importaba.
No temía a la caída de la tarde. Podría pasar la noche en el hotel
que está a pocos metros de la casa de la gran Rosalía de Castro…escritora.
Una vez más Galicia en la totalidad de mi cuerpo.
Convencida que pasaría la noche guardé el material sin apuro y comencé
a descender del monte, de poca altura, sintiéndome renacida.
La piel de la cara tenía una cierta humedad; era el agua qué fluía de un regato
curioso que al saltar de piedra en piedra provocaba una bruma delicada.
Volví a revivir todo eso y la tranquilidad de descansar en un lugar seguro.
Me indicaron la habitación, acomodé en una mesa mi valija de pintora,
tome una ducha y baje a cenar.
Mi mesa junto a un gran ventanal me permitía ver las primeras estrellas.
No sabía qué era de mí.
El silencio interior
rompió todas las barreras y me di cuenta que lloraba.
Hoy frente a esta obra pude recordar lo que nunca imaginé y se dio,
el total entendimiento entre la fe, la naturaleza y yo.
***
Gladys Semillán Villanueva
Argentina
Enero 2, 2025.
D.R.A.
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