
CONVERSANDO CON LOS NIÑOS
OTRO TIPO DE MUSEO
Me llamo Belén, soy penquista y con mis 18 años estoy estudiando periodismo.
Desde pequeña sentí interés por el ambiente contemplativo de los museos, porque aunque a veces hablo mucho, mientras pareciera ser que por mi infantil inocencia no veo lo que pasa a mi alrededor, puedo ser muy observadora. Me gusta escuchar y me emociono con facilidad, en especial con cosas pequeñas como… la hoja de un árbol cualquiera –al menos eso me han dicho-.
Supongo que todo comenzó cuando de niña agarré un libro -cuyo nombre no recuerdo- donde salían varios lugares del mundo y sus maravillas y objetos que sólo se podían ver en aquellos “museos”. Luego de un tiempo ya no me satisfacía ver todo en fotos, así que pedí que me llevaran a uno, y el único que estaba en ese entonces para ver era el de Historia Natural, y me encantó con sus figuritas de acción que relataban guerras en lo que era Chile y sus pasillos vacíos y callados.
Con los años fui a otros, pero al final entendí que para mí, un museo no es necesariamente aquel que lleva el nombre en la entrada, ni una casa o palacio recuperado en el tiempo que deja ver cómo solía ser la vida antes de que yo existiera. Porque lo que más me gusta en un museo, o casa, o palacio, o feria incluso, son los objetos pequeños. Esas antigüedades que no se diferencian muchos entre ellas pero que tiene un significado simbólico y emocional, porque formaron parte de la historia de un hombre, de una mujer, de una familia tal vez; de alguna manera creo eso les otorga mayor valor histórico con los años ya que son testigos mudos de un cuento que quizás nunca sea relatado.
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