«El afán de riquezas es una gravísima enfermedad, capaz de corromper no solo el ánimo humano, sino también la sociedad y la vida civil».  Anónimo.

 

 

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DE BOSQUES Y DE PLANTACIONES

Carlos Bonifetti Dietert

Ingeniero C. Mecánico UdeC. Ambientalista.

Se mantiene la controversia sobre los servicios eco-sistémicos de los árboles entre los defensores de los bosques nativos chilenos y los promotores y defensores de las plantaciones de especies exóticas de interés económico. Las posiciones se observan casi como irreconciliables ya que cada bando mantiene la suya. Pero hay una diferencia notable en la discusión en cuanto a los argumentos que se esgrimen. Los primeros, opinan con solidez conceptual y fundamentos y los segundos con conceptos erróneos y falacias.

Ante los desastres que han ocurrido en las recientes décadas por los incendios forestales, especialmente el del verano de 2017, achacables principalmente a los extensos paños continuos de plantaciones de pinos y eucaliptos -en las regiones que van desde el Maule a Los Lagos, con intromisiones en Aisén-, la lección no ha sido comprendida (o no ha querido ser comprendida) pues las respuestas de las empresas forestales, apoyadas por los gobiernos, se han referido a reforestar las superficies quemadas con las mismas especies que provocaron la catástrofe, manteniendo la alta vulnerabilidad ante futuros incendios. Actitud increíble e irresponsable.

Comencemos el análisis con la definición de bosque, exponiendo sus cualidades para continuar posteriormente con la de plantación forestal.

    Bosques

“Los bosques son ecosistemas complejos con vegetación predominante constituida por árboles en una amplia comunidad de flora. Funcionan como hábitat para la fauna y son reguladores de los ciclos del agua, alojando en su interior una multitud de seres vivos. Conservan el suelo, mantienen una gran biodiversidad, son imprescindibles para la vida y suministran una gran diversidad de productos útiles para satisfacer las necesidades humanas.”  [1]

Se estima que hace unos 10.000 años, cuando terminó el último período glacial, los bosques ocupaban entre el 80 y el 90% de la superficie terrestre. Con el aumento de la población mundial, fue necesario producir más  alimentos por lo que grandes extensiones de bosques fueron taladas para convertir sus terrenos en áreas de cultivo, a partir de los alrededores de las ciudades. Al mismo tiempo, la construcción de barcos, vías férreas, viviendas, entre otras obras, implicaron la destrucción de bosques para la utilización de su madera. Así, la deforestación ha sido creciente a lo largo de la historia y hoy en día los bosques cubren solo entre un 25% y un 35% de la superficie terrestre.

Aunque a menudo los bosques se han considerado como consumidores de dióxido de carbono atmosférico, los bosques maduros son prácticamente neutros en cuanto al carbono, y son solamente los alterados y los renovales los que actúan como consumidores. Los bosques maduros juegan un importante papel en el ciclo global del carbono, como reservorios estables de carbono y su eliminación conlleva un incremento de los niveles de dióxido de carbono atmosférico. [1]

Los ecosistemas forestales nativos son fundamentales para contribuir a la captura y almacenamiento del CO2 excedente en la atmósfera, de acuerdo con varios estudios científicos a nivel mundial. No obstante, esto parece no estar tan claro en Chile, como debería ser en el país organizador de la COP25 – 2019. Se observa un ocultamiento del rol de los bosques nativos para absorber y almacenar el CO2 atmosférico, y de su contribución para reducir el aumento de la temperatura de media atmosférica. Se ha generado un escenario confuso en los tomadores de decisiones y en la población sobre cuál es el camino correcto a seguir.

    Plantaciones

        “Las plantaciones forestales son ecosistemas artificiales simples conformados por árboles plantados por el hombre, típicamente con una sola especie, con fines comerciales de alta productividad para su explotación a tala rasa con rotaciones de pocos años. No tienen capacidad para la regeneración de los suelos pues no son capaces de sostener una población suficiente de microrganismos, vermes e insectos que actúen como reductores para la materia orgánica, compuestas por hojas o acículas muertas.”

Las plantaciones forestales en Chile se han realizado en terrenos pobres o erosionados por las malas prácticas agrícolas durante siglos y el uso del arado en laderas de terrenos montañosos principalmente de las cordilleras De la Costa y de Nahuelbuta, que desde la Colonia hasta fines del siglo XX, fueron deforestados principalmente para el monocultivo de trigo. Esos terrenos que fueron perdiendo paulatinamente el rico suelo orgánico original y terminaron por degradarse completamente por la erosión pluvial que arrastra las partículas de suelo cuesta abajo generando grandes cárcavas hasta terminar en su sedimentación en los cursos fluviales y arrastre hasta el mar.

Sin embargo la expansión del lucrativo negocio forestal, apoyada por el decreto 701 de fomento forestal a través de bonificaciones a las plantaciones, llevó a las empresas forestales a eliminar extensos bosques nativos mixtos de fagáceas -como el coigüe y otras especies en la pre-cordillera andina y en las cordilleras costeras ya mencionadas- por roce a fuego en las décadas del 70 y 80 para aumentar así las superficies disponibles para más plantaciones.      

Las plantaciones de pinos y eucaliptos no son tan benéficas para el suelo como lo pintan las empresas forestales en sus folletos de promoción y propaganda pues no detienen la erosión antes descrita, la que continúa en los suelos descubiertos y expuestos a la lluvia durante varios años después de las cosechas, además de la provocada por los caminos forestales.

El permanente lobby y la presión mediática de grupos empresariales y políticos  que promueven los monocultivos forestales intensivos como la única respuesta adecuada para reforestar, se refleja en las sesiones de la “Comisión Desafíos del Futuro, Ciencia, Tecnología e Innovación”, del Senado, donde se expuso el tema ‘Chile, Potencia Mundial Forestal Siglo XXI.’ Esto está ocurriendo, a pesar de que está demostrado que los monocultivos forestales intensivos carecen de los componentes clave de mitigación del cambio climático, para la protección de la biodiversidad, y que han perdido su viabilidad luego del escenario de desastre dejado por mega-incendio de 2017.

La presión mediática oculta los estudios científicos extranjeros publicados en prestigiadas revistas de ciencia, así como también estudios realizados en Chile, que destacan la restauración de ecosistemas forestales nativos como la solución más eficaz disponible para mitigar el cambio climático. Según ‘Nature’, en acumulación de CO2, los bosques naturales son seis veces más eficientes que el monocultivo agroforestal y cuarenta veces más eficientes que las plantaciones forestales para almacenar CO2 [1]. Los programas de reforestación de Chile apoyan más las plantaciones de una sola especie en perjuicio de la restauración de ecosistemas de bosque nativo.

La restauración de bosques y paisajes debe hacerse con un enfoque transversal y holístico, considerando todos los factores que confluyen, como la conservación de microcuencas, agua, suelo, flora y fauna y tomando en cuenta además la participación todos los actores de la sociedad y de las partes interesadas. Este enfoque es vital para alcanzar las metas globales necesarias para revertir los efectos de la deforestación y de la degradación de la Tierra. Estas premisas están consideradas en la reciente “Declaración Pública Sobre la Necesidad de Impulsar el Manejo Forestal Sostenible de los Bosques Nativos de Chile”, publicada por el Colegio de Ingenieros Forestales de Chile” [2].

Resulta evidente que debemos mantener y proteger la vegetación nativa existente pues ya tiene carbono almacenado. Se requiere, por tanto, tomar medidas urgentes para controlar la deforestación a escala nacional de modo mucho más estricto que el llevado hasta hoy, mediante una institución de servicios forestales más adecuada que la actual CONAF, para operar y controlar.

Por otra parte, el paradigma ha cambiado. La reforestación con fines de almacenamiento de carbono requiere que los árboles permanezcan en pie el mayor tiempo posible para así mantener el carbono almacenado y esto no lo puede cumplir el negocio forestal actual con talas rasas de ciclos cortos que devuelven la mayor parte del carbono a la atmósfera en poco tiempo.

Podemos concluir, por tanto, que las acciones para contrarrestar el cambio (o crisis) climático requieren un compromiso serio y coherente de todos los ministerios, no solo el de Medio Ambiente, con las acciones que se están realizando a nivel mundial, orientadas a aumentar la superficie de bosques nativos para lograr un almacenamiento de carbono en gran escala.

Referencias:

[1]  Agrupación de Ingenieros Forestales por el Bosque Nativo https://bosquenativo.cl/

[2] http://cifag.cl/declaracion-publica-sobre-la-necesidad-de-impulsar-el-manejo-forestal-  sostenible-de-los-bosques-nativos-de-chile/

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