
DECRECIMIENTO o COLAPSO
Estamos viviendo, en Chile y en todo el mundo, un período muy particular. Venimos caminando entre éxitos y fracasos desde hace muchos, muchísimos siglos, por un largo camino, y en este ‘Siglo de la Gran Prueba’ [1] hemos llegado a una bifurcación de caminos, uno tiene un letrero que reza ‘Hacia DECRECIMIENTO’ y el otro señala la vía ‘Hacia CRECIMIENTO SUSTENTABLE’ [2], equivalente a COLAPSO; nos corresponde entonces tomar una decisión para seguir nuestro andar por uno u otro.
El primero, haciendo eco del mensaje, nos insinúa que nos dirijamos hacia ‘decrecimiento’. ¿Qué hay detrás de esta corriente de opinión que nos llama a elegir la opción de decrecer? Detrás de ella está el hecho evidente que el desarrollo se ha basado hasta ahora en un crecimiento continuo e irrefrenable de la ‘economía’ y que ello ha sido posible extrayendo cada vez más bienes naturales comunes (o materias primas) para procesarlos y producir bienes y servicios que den satisfacción a las necesidades y deseos de una parte de la humanidad. Ahora bien, como el planeta en que vivimos y compartimos con otros seres es finito, a medida que extraemos más y más bienes, los saldos disponibles van disminuyendo, haciéndose más costosa su extracción o hasta agotarse. Es decir, como lo han dicho numerosos científicos desde hace varias décadas, ya no podemos continuar creciendo [3].
Este crecimiento fue lento en la antigüedad, sin embargo, comenzó a acelerarse con la invención de la máquina de vapor en Inglaterra, la que dio origen a la Revolución Industrial a partir de la segunda mitad del s. XVIII, lo que permitió el salto desde la manufactura -fabricación a mano de bienes por artesanos- a una fabricación mecanizada con mucho mayor productividad.
De este modo, los bienes fabricados aumentaron en cantidad y sus precios disminuyeron y se pusieron al alcance de más personas. La producción de bienes continuó creciendo, a medida que iban apareciendo más fábricas movidas por la energía térmica del carbón transformada a energía mecánica por intermedio del vapor, las que se extendieron a toda Europa y a otros continentes.
Luego vino el descubrimiento del petróleo en 1859 y la invención de los motores de combustión interna lo que aceleró el crecimiento de la producción de bienes vía la extracción de más y más bienes naturales comunes, de la población mundial, de la contaminación del aire, la tierra y los mares según tendencias exponenciales, paralelamente al decrecimiento paulatino y sin pausa de dichos bienes, y de la biodiversidad. Así, estamos llegando ya al “punto de no retorno” en el que se han rebasado prácticamente todos los límites, tal como se anticipó y advirtió en el famoso informe al Club de Roma, “Los Límites del Crecimiento”, M.I.T., 1972 [4] [5] [6].
Este informe dio lugar a muchos análisis y estudios posteriores sobre el decrecimiento [7].
En el sitio Web Degrowth.info se explica que: “El término decrecimiento fue acuñado en 1972 por el filósofo social franco-austriaco André Gorz. Como movimiento, el decrecimiento comenzó a despegar a principios de la década de 2000. Los protagonistas del decrecimiento moderno incluyen al economista francés Serge Latouche, quien argumenta que el modelo actual de crecimiento económico de la sociedad es insostenible” [8].
Tanto el decrecimiento como el camino hacia el colapso, están íntimamente ligados a la crisis climática, al calentamiento global y a la crisis mundial de la energía, que tan liviana e irresponsablemente se han están tomando, tanto por los gobiernos de los países más desarrollados y poderosos del hemisferio norte, como por nuestros gobiernos en Chile y en los países del sur subdesarrollado.
Lo que está sucediendo actualmente en Chile, con el desorden y las numerosas ilegalidades -en proyectos fraudulentos, elusiones de participación ciudadana, aumento de territorios y comunidades de sacrificio, y en el desarrollo de las fuentes energéticas (mal)llamadas ‘renovables’, tanto de energía eólica como de energía solar fotovoltaica e hidrógeno verde, y de extensiones de líneas de alta tensión en todo el territorio- son una patética muestra de ello.
Entre los estudiosos del decrecimiento y el colapso más activos está el sociólogo y escritor gallego Carlos Taibo, que ha escrito varios libros [9] sobre estos temas de creciente actualidad. Es oportuno, por tanto, compartir acá algunas de sus entrevistas más recientes: https://youtu.be/mNfbgRN4T1s, https://youtu.be/Q8x-0iSkGmE.
Se complementan con los estudios de Taibo, las investigaciones sobre decrecentismo de otros activistas españoles, tales como el periodista Juan Bordera, el físico teórico Antonio Turiel -experto en la situación mundial de la crisis energética-, el geólogo Antonio Aretxabala, el biólogo Fernando Valladares y la antropóloga y activista Yayo Herrero, entre otros.
Yayo Herrero destacó -en una entrevista de 2022 en un medio español que- una aseveración muy certera que nos está haciendo tanto daño con el engaño de hacernos creer que las energías renovables nos salvarán de la crisis energética:
“Las energías renovables y limpias no pueden sustituir todo lo que proporcionó el petróleo” [10].
FUENTE DE FIGURA:
REFERENCIAS:
[1] https://laventanaciudadana.cl/debemos-amarnos-los-unos-a-los-otros-o-morir/
[2] https://laventanaciudadana.cl/las-bases-de-la-sustentabilidad/
[3] https://laventanaciudadana.cl/su-ecologia-y-la-nuestra/
[4] http://habitat.aq.upm.es/gi/mve/daee/tmzapiain.pdf
[6]https://laventanaciudadana.cl/el-crecimiento-se-va-a-detener-por-una-razon-o-por-otra-2/
[7] https://www.scielo.cl/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0718-65682008000200005
[8] Timothée Parrique. The political economy of degrowth. Economics and Finance. Université Clermont Auvergne [2017-2020]; Stockholms universitet, 2019. English. ffNNT:
2019CLFAD003ff. fftel-02499463
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