
¿Desaparecerán los libros y los escritores? (PARTE II )
Continuando con el comentario iniciado la semana anterior en La Ventana Ciudadana, me parece de interés destacar un hecho: A pesar del esfuerzo de algunos por darle vida a la poesía, por ejemplo, siguen siendo muy escasos loa editores que se atreven a publicar a los poetas. Hoy día, todo escritor que se respete sabe que la mayoría de las veces deberá afrontar el pago de la edición de sus libros si quiere que lleguen a manos de sus amigos, por lo menos, porque una vez que el libro se publica no hay muchas posibilidades de que las librerías lo acepten. Las pequeñas editoriales, ésas que estarían dispuestas a publicar una buena literatura o no cuentan con el mínimo capital indispensable para financiar su edición o no tienen los mecanismos para distribuir la obra. Y no hablemos de los agentes literarios que no necesitan nunca nuevos clientes porque están ocupados en fabricar best sellers, en promover lel comercio y la “prostitución” de una seudo literatura.
¿Qué está pasando, pues? ¿Qué sucede? ¿Necesita el gobierno de cada país o las instituciones privadas subvencionar las ediciones o a las casas editoras? Algunos piensan que sí y ponen como un buen ejemplo de esto las editoriales de las universidades estadounidenses, aunque en realidad la mayoría de los autores necesitan conocer a alguien o tener un “primo” o un enlace entre los que las dirigen. El escritor o la escritor tiene que ser una especie de promotor de sí mismo , con mucha caradura, dispuesto a recibir todos los NO del mundo y todos los rechazos y seguir adelante, pese a todo, con su empeño de ver publicado un libro que no tiene posibilidades temáticas de arrasar con las ventas. Hoy la vida le exige al escritor o escritora que sea socialmente desenvuelto, extrovertido, y no sé cuántas otras cosas que nada tienen que ver con su oficio, un escritor o escritora con un ego más grande que la Estatua de la Libertad.
Sin embargo, España parece ser una excepción. Hoy existen en ese país más premios literarios dotados con miles y miles de euros, más editoriales dispuestas a acoger a los nuevos autores, más ferias del libro que nunca. Los periódicos españoles también son extraordinarios en cuanto a informar y dar tratamiento diario de estrellas a los noveles escritores. Y, en América Latina cada año son más exitosas las ya renombradas ferias de Guadalajara (México), Buenos Aires (Argentina), Lima (Perú) por poner algunos ejemplos más destacados. Pero, sin embargo, aquí, en los Estados Unidos, el escritor sigue siendo el más manipulado de los profesionales, siendo un verdadero esclavo del mercado y también un ciudadano de cuarta categoría en comparación con cualquiera estrella de Hollywood o con los saltimbanquis de la lucha libre el boxeo.
En lo que a mí concierne, no me opongo a que se considere el libro como una mercancía. Claro que lo es y el escritor debería esperar recibir un alto dividendo por esas potenciales ventas. Intuyo que el futuro de la literatura en esta nación capitalista está en manos de Madison Avenue (en la Avenida Madison de Nueva York, se encuentran las grandes empresas y la gran publicidad). Recuerden ustedes que Harry Potter puede que no sea la mejor literatura del mundo pero con su éxito abrumador ha abierto una caja de Pandora: la del inesperado lector juvenil. Habría que seguir este camino para promover la lectura y a los escritores como se promueve a las cantantes más famosas en este momento, o la promoción de la Coca Cola. Solamente de esta forma, sospecho, logrará sobrevivir la tan necesitada literatura en nuestra sociedad moderna.
¿Qué opinan ustedes, queridos lectores?
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