DETERIORO DE LO PÚBLICO.
Cristián Warnken Lihn.
Desde hace tiempo vengo insistiendo en mis columnas acerca del peligro que representa el deterioro progresivo de lo público en el país. Lo más evidente de este deterioro se ve en el urbanismo: los intereses privados de las inmobiliarias han terminado por desfigurar la fisonomía urbana de nuestras ciudades que se han vuelto individualistas, segregadas e inseguras. En el ámbito educacional eso ha sido dramático: la idea de que la educación es un “bien de consumo” ha significado que el Estado ha abandonado a sus propias universidades, y el libertinaje ( no la libertad) en este dominio ha terminado en los emblemáticos casos de la Universidad del Mar y, recientemente, la Universidad Arcis.
No hay que ser “estatista” para reconocer – si se ha estudiado la historia de Chile – que sin lo público, sin lo estatal, este país no sería país, sino “apenas paisaje” (como dijo N. Parra).
Es una lástima que estos temas hayan sido ideologizados, porque cuando hablamos de lo público, estamos hablando del alma más profunda del país. Donde mejor se ve eso es en la tradición de excelencia de la salud pública en Chile y en las escuelas de Medicina de las universidades públicas, que se han retroalimentado mutuamente. Los grandes maestros y médicos de nuestra historia son ejemplos señeros de una manera de entender la medicina como una entrega al país, no contaminada por el mero interés económico.
No se entiende la separación entre salud pública y escuelas de Medicina de las universidades estatales teniendo ellas un origen común, son complementarias, se necesitan, se engrandecen juntas.
No se concibe un modelo de enseñanza diferente que anteponga al bienestar de la población beneficiaria de los sistemas de salud públicos el provecho de instituciones formadoras cuya inspiración sea el beneficio económico.
Por todo lo anterior, me parece gravísimo lo que está ocurriendo hoy en el ámbito de los campos clínicos en el hospital Gustavo Fricke de la V Región. Si bien se trata de un ejemplo particular, es probable que esto mismo esté ocurriendo en otras regiones del país.
Una primera señal de alerta es la posible existencia de una red de influencias de ciertas universidades privadas en directivas y cargos intermedios de servicios de salud públicos de la región. ¿Es aceptable, por ejemplo, que un miembro del Consejo de Alta Dirección Pública – organismo que define los más altos cargos de salud de la región y el país (directores de servicios y hospitales) – sea, al mismo tiempo, el director nacional de los campos clínicos de una universidad privada que aspira a contar con campos clínicos de hospitales públicos? Lo que está en juego, en este caso, es mucho más que un tema de competencia entre universidades estatales y privadas por los campos clínicos de los hospitales públicos. Lo que está en juego es esa larga historia común entre la salud pública y las escuelas de Medicina de las universidades estatales, cuyo objetivo final ha sido siempre el bien común, sin distorsión alguna de la “usura”, esa que, según el poeta Ezra Pound, “mata al niño en el vientre”, porque “no por usura pintó Fra Angélico su arte, ni nada de lo más excelso en el arte, lo espiritual y el desarrollo humano ha sido hecho por usura.
Agregamos al poeta: no por usura Andrés Bello fundó una universidad pública, no por usura los grandes maestros de las escuelas de Medicina de Chile entregaron su ciencia y su vida a la salud pública.
bienvenido a laventana Cristián, gran aporte, insufrible para el país ver como se deteriora «lo público», como sus instituciones se debilitan…
Ojalá, siga nutriendonos con sus artículos.