«La concentración de riquezas, el poder del dinero, por sobre todo, el dinero fácil, en su accionar destruye la historia, la educación, cultura , los valores de una sociedad que desee permanecer limpia y sana.»

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Editorial: El modelito puesto a prueba

Equipo laventanaciudadana.cl

Periodismo ciudadano.

A partir de los años 70 del siglo pasado, se fue consolidando el neoliberalismo como la ideología triunfante a través del planeta. La caída de los socialismos reales llevó los países de Occidente a proclamar la victoria definitiva del capitalismo y de la democracia. La euforia de los vencedores era evidente.  El politólogo estadounidense Francis Fukuyama publicaba su libro más impactante: “El fin de la historia”.

En los Estados Unidos reinaba Ronald Reagan; en el Reino Unido,  en la medida Margaret Thatcher; y en Chile, Augusto Pinochet con su corte de “los Chicago Boys”. La gran ventaja para el país austral radicaba en que, como el régimen gobernante era de carácter autoritario (o dictatorial, según otros), todas las medidas que se adoptaran para implantar el modelo no encontrarían resistencia alguna y si alguna voz se alzaba en su contra, sería fácilmente silenciada.

Así, nuestro país era el innovador laboratorio experimental que permitía enseñarle al mundo que la libertad más esencial era la libertad económica y que, por lo tanto, las libertades políticas se alcanzarían de forma natural precisamente cuando el proyecto neoliberal se consolidara.

Los grandes poderes económicos a nivel mundial avanzaron hacia el control político y estuvieron dispuestos a emprender guerras con millones de víctimas fatales con tal de mantener bajo su férula recursos que consideraban importantes para su dominio como el petróleo y el agua. Solo la emergente República Popular China pudo pararse frente al Imperio que proclamaba con soberbia su ridículo eslogan de “America First”.

Parece increíble, pero en unos cuantos lustros unos pocos milmillonarios pudieron acaparar recursos muy superiores a los de varias decenas de naciones. Entonces, a las instituciones ya conocidas como el Fondo Monetario Internacional (FMI) y el Banco Mundial, se sumaron ahora los grandes poderes privados que, una vez al año, se reúnen en el Foro Económico Mundial de Davos (Suiza) para decidir el destino de la humanidad. Es decir, ahora intervienen directamente y no a través de interpósitas entidades en la defensa y preservación de sus intereses

Y de ahí deriva el problema.

Estos señores, operan bajo la convicción de que la consolidación de grandes grupos económicos, sea a nivel global, sea a nivel local, no es de por sí un problema sino que, por el contrario es un factor de estabilidad de la economía en general. Paralelamente, la existencia e incremento de grandes grupos de pobres y cesantes constituye un factor de inestabilidad social ya que, si bien hacen un aporte “positivo” al contribuir a impedir una elevación de los salarios que dañe la competitividad, es imprescindible mantener tranquilos mediante políticas asistenciales focalizadas hacia los más vulnerables.

Por lo tanto, cuando las clases dominantes tienen el lucro como su razón de ser, cuando la empresa productiva solo tiene por objetivo alcanzar el máximo de utilidad en beneficio de sus accionistas, simplemente estamos integrando a nuestra existencia los antivalores de la ambición sin límites, del egoísmo como actitud de vida y de la indiferencia frente a los problemas de los demás.

Para vivir ese tipo de vida, el Estado, concebido como un representante de los intereses generales de la comunidad, es un obstáculo mayúsculo. Un Estado que establece límites, que “expropia” parte de mis utilidades a través de los impuestos, que pretende usar el dinero fruto de mi trabajo para ayudar a quienes no han hecho mérito alguno para progresar, es inaceptable. Una sociedad sana, no puede tolerar un monstruo, un Leviathan al decir de Fontaine, y debe reducirlo a su mínima expresión. Garantizar la libertad económica sin restricciones, mantener el orden público necesario para que los privados hagan sus negocios, defender la soberanía nacional, son sus tareas. Esas, y no otras.

Pero todo el tinglado economicista tan minuciosamente levantado, de la noche a la mañana se desmorona atacado por un virus que amenaza por igual a “los que viven por sus manos y a los ricos”.   Los privados muestran palpablemente que no tienen capacidad de respuesta frente una pandemia que crece y se multiplica de modo exponencial.

Y en ese momento, los ideólogos del libremercado descubren que alguien tiene que hacerse cargo de la grave situación sanitaria. Ese alguien es el tan satanizado y aborrecido Estado, que ahora debe organizar, equipar, distribuir, financiar, adoptar todas las medidas que exige una catástrofe sanitaria. Ello implica rescatar el sentido de comunidad, reeducarnos en el espíritu de la solidaridad, hacernos comprender que solo en el debido ejercicio de la disciplina social podremos encontrar un camino adecuado para salir adelante.

¿Seremos capaces de entender que solo con el compromiso nuestro hacia los demás y de los demás hacia nosotros, podremos construir una respuesta? Es claro que la gestión del Estado merece mil y una críticas. Pero está fuera de discusión que en cada ciudadano radica la responsabilidad de reformarlo.

El transcurso del tiempo nos dirá si aprendimos esta nueva lección.

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4 Comentarios en Editorial: El modelito puesto a prueba

  1. Con la molestia que me produjo la frase que critico, la frase «una dictadura cívico-social violenta, debe decir «dictadura cívico-militar violenta»

  2. Al leer el Editorial de hoy me encuentro con la frase «el régimen gobernante era de carácter autoritario (o dictatorial, según otros)», que desde mi punto de vista es tendenciosa y tergiversa la historia de Chile, pues yo pertenezco al grupo de los «otros» que sufrimos una dictadura cívico-social violenta y atropelladora de los derechos ciudadanos y humanos, casi sin precedente en la historia mundial.
    Como ex Director de Escuela en la Facultad de Ciencias Forestales, me consta el asesinato de dos ex alumnos simplemente por pensar diferente. A ello se puede agregar la ocupación militar de las universidades https://www.leychile.cl/Navegar/index_html?idNorma=5802 y los atropellos flagrantes y abusivos a la vida académica. Lo mismo sucedió en todo el país y miles de nuestros compatriotas debieron exiliarse, más otros muchos abusos ciudadanos de los que hay constancia histórica, que son propios de una dictadura y no de «gobiernos de carácter autoritario».

  3. Me pregunto si la pandemia realmente tiene la fuerza para crearle problemas al grupo imperante; por dos razones:
    – Si es verdad, que Corea del Sur frenó con éxito la mortal expansión del virus meramente con las mascarillas, sin necesidad de medidas de aislamiento y cierre del comercio general
    – el ya anunciado derrumbe del sistema debido al empobrecimiento masivo de la población y la consiguiente pérdida de poder comprador, fatal para la economía de mercado.
    Me da la impresión que la pandemia es una excelente oportunidad para esconder las verdaderas razones de la crisis económica que se está viviendo y así evitar que se ponga en duda el actual modelo económico

    • Es un buen punto, ese Hans. Me parece atinada tu sospecha, la crisis económica se venía acercando a grandes zancadas, de todas maneras, y la pandemia solo apuró la cosa. Ya se ha tratado ampliamente la causa principal de esta crisis socio-económica: los límites del crecimiento se han sobrepasado con largueza hace ya más de una década, quizás dos. Y los neoliberales, tratando de seguir insistiendo con su “cuento del tío”. No hay salud, ni en la sociedad ni en la economía.

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