
EDITORIAL. José “Pepe” Mujica Cordano
El pasado 13 de mayo de 2025, falleció el que fuera Presidente de la República Oriental el Uruguay, José Mujica Cordano.
Se trata, sin duda, de un hecho más, poco significativo dentro del tráfago de eventos que llenan la agenda de la política mundial, más aún si se trata de algo ocurrido en un pequeño país atrapado entre dos gigantes latinoamericanos, como lo son Brasil y Argentina.
Mujica, nunca lo ocultó, fue integrante del Movimiento de Liberación Nacional Tupamaros, agrupación guerrillera que operaba en contra de la dictadura que había asumido el poder político de la nación. Aprehendido, permaneció 13 años encarcelado, sufriendo padecimientos indecibles. Sin embargo, en sus últimos días dijo “Lo he sufrido todo, pero no guardo odio a nadie”.
La experiencia de vida e Mujica, nos deja dos lecciones importantes: la reivindicación de la democracia como sistema político demostrada en su período como Presidente electo popularmente y la forma ejemplar de ejercer las responsabilidades políticas.
Mujica no se engolosinó con el poder. Actuó siempre con una consecuencia de vida incomparable. Siguió viviendo en su misma parcela, condujo a diario el mismo su viejo Volkswagen escarabajo y donó mensualmente casi toda su remuneración oficial de 12.000 dólares, a organizaciones sociales que sostenían la subsistencia de sectores vulnerables.
Considerado en su momento como el mandatario más humilde del planeta, Mujica constituye un caso simbólico de un hombre que entendió que la política es para servir a los demás y no para servirse e ella en beneficio personal o de sus adláteres.
Mujica pasará a la historia como ejemplo vivo de un líder progresista que llama a ser imitado.







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